HOY Y MAÑANA: Wankar
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Cuantos Kheswaymaras habemos?
Latinoamérica como nombre e imagen insinúa síntesis rosada, unión amorosa del noble conquistador español con la bella princesa india. Falso. El asaltante violó a la india paralizada de terror. Ella abortó o se mató para no engendrar.
Desde entonces en los Andes hay dos mundos opuestos. El kheswaymara y el español. El Tawantinsuyu y Europa. El mestizo no es tercer mundo. Es ser inauténtico en movimiento. Si es pobre desaparece dentro del mundo indio. Si es acaudalado se confunde con el blanco. El mestizo es indio, en camino de ser conquistado. Por eso no hay historia, arte, música, comida ni vestido mestizo. Imposible imaginar nobleza mestiza.
Nación es lengua, religión, raza, cultura, historia compartidas. Conciencia de esta comunidad en una población, asentada en una región geográfica y económica. Ninguna de las repúblicas andinas ni americanas llena la definición. Razas, lenguas, culturas, historias separan la nación andina de la española. Toda unidad nacional que ignore estas diferencias es falsa. Es opresión. Por eso languidecen el panamericanismo de la Organización de Estados Americanos y la “nación latinoamericana”, el espejismo de revolucionarios serviles que la creen posible sin la presencia de las naciones originarias.
El mundo reconoce la América latina. No la América India. Nos cree recuerdo para historiadores, paleólogos, folkloristas, antropólogos. Es explicable. El mundo escucha la versión de nuestro amo y enemigo, de quien nos odia y teme. Oídos y voces de tierras indias son propiedad española. El invasor aísla al kheswaymara del mundo. Teme verlo comprendiéndose e inspirándose en el negro de Harlem, en el chicano con su raza por bandera, en el guerrero irlandés, palestino, angolés, vasco. Teme también horrorizar a una voz limpia, europea o norteamericana, capaz de romper el silencio.
El desconocimiento es recogido por el lenguaje criollo. Corriente, científico o político. El nombre kheswaymara es censurado. Y el sustantivo indio es sustituido por el adjetivo indígena. Indígena es aborigen, autóctono, en cualquier parte del mundo. Indio, en los Andes, nombra una raza, cultura y pueblo concreto. Indios en este continente somos quechaymaras, mixtecas, eskimales, mayas, cambas, chapacos, kichés, guaraníes, etc. Indígenas son germanos en Alemania, galos en Francia, vikingos en Escandinavia, latinos en Italia, etc.
Los gobiernos criollos suponen el “problema indígena” cada vez menor. Imaginan cada año sus repúblicas más blancas y “civilizadas”.
Evadir la palabra indio as hábito viejo, nació con los primeros decretos de las repúblicas. “Ramiro, tu no eres indio… has sido dirigente universitario, escribes un libro, tienes reloj” Entendían indio sinónimo de analfabeto.
Este otro tipo de matanza cataloga como de raza blanca al original quien habla algunas palabras de español, sobre todo si puede escribirlas, vive en ciudad, grande o pequeña, viste pantalón y camisa, andrajosos pero occidentales o posee casa o tierra. Millones de andinos estamos clasificados como blancos en los censos a pesar de comer, hablar, vestir, vivir, sentir y trabajar como kheswaymaras.
DESINDIANIZACION
Como sus padres no pudieron acabarnos a bala, los criollos tratan de acabarnos sin ruido ni sangre. Como no pueden cambiarnos la forma de huesos ni el color de piel, ojos, cabellos, nos cambian nuestra vida, sentimientos y creencias.
Tratar de pertenecer a una raza y cultura diferente es dejar de pertenecer a la propia y quedar suspendida grotescamente en el vacío. Degradar la verdad propia rompe toda posibilidad de crecer con cualquier otra verdad o cultura. El desindianizado es un gusano hueco, vaciado. Listo a tomar cualquier forma, bajo cualquier presión, una y otra vez.
Las primeras señales de la enfermedad pueden ser difíciles de advertir, un cambio en la marca de cigarro, aislamiento, cierta inquietud, algo parecido a curiosidad, etc.
La joven india llega a la ciudad. Se vuelve sirvienta “doméstica”. Ve a su patrona, frente al espejo horas y horas. Pulirse como mercadería sexual pintada y perfumada. Alardear debilidades e ignorancias. Con su minúsculo primer sueldo comprara pinturas y tintes. Copiando a la patrona siempre, siempre será su inferior. Aprenderá a ver el trabajo y con su silencio negará su nación.
Cambiar apellidos, ocultar madre, padre, hermanos, amigos, vecinos, ropa, pelo, sabiduría propios, inaugura el miedo a ser descubierto. Pensar haber nacido indio por accidente, por defecto, es sentirse tratado injustamente por la vida.
Sufre escuchando diario chistes antindios. No por solidaridad con su raza sino por ver en ellos ataques personales, incisivos y disimulados. Aunque planee su reacción, llegado el momento siempre dudará entre decir o murmurar una respuesta, quedarse callado esperando que cambie el tema o reír de si mismo. En casos avanzados se anticipa al rechazo de los demás burlándose de si mismo, como alguien se burla de su propia cojera.
Ayuda a prohibir el aymara y el kheswa en las ciudades. Rechaza vestidos indios con más intolerancia que el español mismo. Odia a sus hermanos y hermanas de raza para demostrar que nada tiene en común con ellos. Si apellida Hancko se vuelve Blanco, si Quispe ya es Guisbert o Espejo, si Packzi es Patzi, de Apasa podrá ser A. Paz.
El desindianizado procura casarse con mujer blanca para desligarse más de su raza. Paga el lujo de una mujer de la minoría opresora trabajando más que otros. La blanca comparte la riqueza de un indio. No su pobreza. Así mete dentro de su hogar, y dentro de su misma cama, el desprecio a su raza. Difícil para un indio ser totalmente franco con su esposa blanca. Alguien ¿Cómo esperar comprensión del dolor de alguien inmune a la enfermedad? En el mejor de los casos apenas habrá lástima.
El indio no se vuelve peruano, boliviano, ecuatoriano, guatemalteco, mexicano por aprender español y olvidar su lengua. Seguirá siendo aymara, kheswa, kiché, maya. Mixteca mientras esas repúblicas no creen sangres, lenguas, caras, religiones, organizaciones sociales de vida y trabajo. Por el asalto de Comunidades y sin tierras nuevas para las generaciones jóvenes el quechuaymara ha viajado a las ciudades. Esas trincheras criollas van siendo también territorio quechuaymara. Muchas de sus instituciones son ya indias por el número de sus miembros.
HAMBRE
El dinero en Los Andes nace o del trabajo kheswaymara o del robo blanco. El dinero de las compañías extranjeras no enraíza. Viene, lucra y se va. El hambre es arma criolla como las balas. Es la puerta principal a la desindianización. Causa millones de quechuaymaras muertos y enfermos. Los mismos números blancos revelan estadísticas estremecedoras de mortalidad y morbilidad indias.
Los criollos construyen hambre en el campo para empujarnos a la ciudad, para hambrearnos amestizados, nos obligan a refugiarnos del hambre que mata dentro del hambre que adormece. Fuimos echados de nuestras tierras buenas, cálidas, fertilizadas y regadas a las tierras altas y áridas. La montaña nevada limita la tierra del cielo.
Buscan fragmentar comunidades en pequeñas parcelas individuales, dividirnos para acelerar nuestro exterminio. Los gobiernos prefieren comprar papas a países europeos o a la Argentina antes de ayudar a las comunidades. Precisamente los creadores de esta planta no pueden ampliar sus tierras y producción.
La corrupción es inevitable donde comerciantes y gobernantes pertenecen a las mismas familias. ¿Como diferenciar cuándo gobiernan y cuándo comercian? El simple cambio de una terminal de autobuses, cuartel, camino, iglesia, escuela, hospital, cine, crea o destruye millones de dinero en hoteles, restaurantes, gasolineras, garajes de reparación, cantinas.
El suelo vale por su cercanía a mercados, avenidas, fábricas, escuelas. Los criollos construyen obras estatales para valorizar sus propiedades individuales. Si el suelo beneficiado no les pertenece retardan la construcción estatal hasta haberlo comprado o usurpado.
RECONSTRUIR NUESTRO PASADO
La historia es arma. Oprime con la mentira y el silencio o libera con la verdad. Españoles y criollos le sacan su color indio a la historia de Los Andes. La reducen a cuentos de hazañas imaginarias de los asaltantes. Según los criollos enseñan en sus escuelas la historia de nuestras tierras comienza cuando son invadidas. Después de una breve y nebulosa «prehistoria» india.
Los militares españoles quienes reprimieron con sangre la resistencia kheswaymara armada escribieron que aceptamos la invasión mansamente. La historia andina oficial esta llena de agujeros y contradicciones. Mentiras viniendo de plumas diferentes por fuerza desarmonizan. La verdad de un hecho es una. La mentira acerca del mismo hecho sigue múltiples y opuestas versiones. La misión de la historia oficial es triple. Cortarnos el acceso a nuestro pasado. Justificar como civilización el asalto invasor. Y convencernos de nuestro «salvajismo».
La historia oficial tapa nuestras raíces con nombres y hechos extranjeros. Asesina todo entusiasmo por nuestra nación. Nos enseña a aprender sin comprender. Nos avergüenza por ser indios para hacernos aceptar más conquista. Pues quien no conoce el proceso de una invasión fácilmente creerá en la inferioridad de la víctima. Nos domestica hasta lograr que nos duela el dolor de los invasores y nos duela la alegría de nuestro pueblo.
Hoy ningún español escribe sobre el indio. Escriben alemanes, franceses, suizos, norteamericanos. Para ver las obras de nuestros padres hay que viajar a Europa. Allá trafican con nuestros objetos antiguos, códices mayas, kipus incaicos. La mafia también opera.
EDUCACIÓN
El cerebro no piensa ni puede pensar dos realidades al mismo tiempo. La educación o educa describiendo nuestra tierra o deseduca tapándola al describir otra.
En los Andes niñas y niños son encarcelados detrás de muros y rejas para separarlos de su pueblo. La escuela libera o esclaviza. Abre ventanas al pensamiento o lo castra para domesticar buenos ciudadanos, conscientes sólo de la distancia que los separa del grupo gobernante.
Escuela y colegio honran los asesinos y detractores de nuestra nación. Nos hacen olvidar nuestra sabiduría comunal. Para quitarnos el orgullo de ser nación privilegiada nos enseñan la sabiduría de otros pueblos. Ilustran los textos traducidos con héroes, plantas y paisajes de Europa. Después de leerlos sabemos menos sobre nuestras plantas, héroes, paisajes.
Las escuelas rurales, campesinas, son las más dañinas. Con su método, idioma y programa amestizan. Destruyen nuestro vínculo vital con el ambiente. El alumno quechuaymara debe aprender cuantas amantes tuvo Napoleón para no aprender cómo nuestras Comunidades lograron moldear la piedra, florecer los desiertos, integrarse a la armonía cósmica.
La educación andina no nace de Los Andes. Repite la de tierras lejanas. Los problemas regionales vivos, presentes, no interesan a los profesores universitarios. Convencidos que la cultura es europea adoran servilmente a la Europa capitalista o marxista.
Las universidades andinas, mexicanas o guatemaltecas, no son fuentes de cultura nacional. Son túneles de inyección de la cultura extranjera colonizante. A ella santifican como única cultura. Enseñan el cuerpo humano con libros traducidos hace muchos años del francés o inglés. Ignoran la medicina natural incaica.
RELIGIÓN
El kheswaymara es el catequizado, el objetivo de todas las campañas evangelizadoras. El blanco es dueño de la verdad divina. El kheswaymara es el pagano, es quien debe aprender del criollo cómo adorar a un Jesús judío de ojos azules y cabellos amarillos, a quien nunca nombró Los Andes.
El blanco es cardenal, monseñor u obispo. El kheswaymara es feligrés, a lo sumo, monaguillo para limpiar la iglesia. La mayor reserva mundial del cristianismo según el Vaticano, América Latina, no tiene un solo santo indio en cinco siglos. ¿Milagro? No, fruto obligado de una religión extranjera y extranjerizante.
Los invasores, con su modo carcelario de evangelizar, nos obligaron a escoger entre el bautismo o la muerte por cuchillo u hoguera. Hoy los curas imponen nombres cristianos, copiados de la Biblia o de los almanaques.
Como el papa no santificó ningún indio nuestros nombres van disminuyendo. Sólo pueden ser usados por extranjeros. Hoy los criollos gustan nombres gringos. Los curas los aceptan. A veces sugieren escoger un nombre gringo y otro cristiano. Pero siguen vetando nuestros nombres.
POLÍTICA
Estados europeos niegan la nación kheswaymara en la cual están incrustados. Apenas reconocen nuestra existencia legal como bolivianos, peruanos, ecuatorianos, chilenos o argentinos.
Los estados que nos oprimen son los resabios dejados por España para prolongar su dominio. Su primer propósito es destruir el carácter nacional. Apoyar toda copia, toda mezcla para hacer desaparecer la raza andina. La conexión entre los estados sombra de Europa y la nación quechuaymara es desastrosa para nosotros.
En cada partido, de cualquier color, de derecha o izquierda, moderado o extremista, pequeño o grande, antiguo o nuevo, el quechuaymara es fuerza bruta, militancia. El blanco es dirección. Los partidos están divididos como las repúblicas en dos segmentos: cerebros y masa, gobierno y ciudadanía. El kheswaymara es el reprimido. El criollo el represor. La represión asesina sin juicio indios rebeldes y trata con delicadeza presos políticos blancos.
LEY Y MORAL
Bolivia, como las demás repúblicas andinas, no tiene sus leyes. Usa ajenas, traducidas del francés o copiadas de España. Los procedimientos contradicen las leyes. Forman el enmarañado negocio de la justicia donde raptan abogados, jueces, procuradores, notarios, fiscales, tinterillos, testigos, peritos, escribanos, auxiliares, criollos y mestizos.
Hasta hace años jurar en falso era oficio público. En las gradas principales del palacio de justicia de la Paz, tomando el sol al pie de estatuas griegas y romanas, grupos agremiados de juradores esperaban clientes. Regateaban sus servicios con buceadores de procedimientos y mañas.
Esta profesión, respetada por el ambiente criollo, nació con las primeras familias españolas. Ellas en sus largos juicios ante el rey procuraban rentas, premios, compensaciones, indemnizaciones hasta por pérdidas de uñas. Compraron juramentos a puja abierta para llenar el requisito jurídico de testigos.
El criollo, quien roba, viola, mata, miente, enseña al kheswaymara lo moral e inmoral. El criollo, quien practica todos los vicios, se escandaliza cuando mascamos coca para matar nuestra hambre. Olvidan que sus antepasados nos impusieron su uso para explotarnos mejor. En el Tawantinsuyu la coca estaba permitida solamente días especiales. Hoy sin ella ni una libra de mineral saldría de los Andes.
LENGUA
En los Andes, México, Guatemala o Brasil saber un idioma indio es vergüenza, ignorarlo orgullo. Cuando se pronuncia mal un apellido o nombre inglés, francés o europeo se oculta el error y se esfuerza por no repetirlo. Cuando se yerra al pronunciar un nombre quechuaymara se proclama el error festivamente y se insiste en él.
Cada lenguaje es forma de pensar y sentir. Cuando pensamos hablamos con nosotros en silencio. Aprender un idioma no es ser invadido por él Quien crece aprende y enriquece su lengua.
El criollo promete incorporarlo a la minoría si aprende el lenguaje invasor. Después resulta que un quechuaymara no se convierte en criollo por haber aprendido español. Como un árabe no se convierte en británico por aprender inglés. Por el contrario, su vergüenza aumenta, es más consciente de la distancia que la separa del blanco.
MEDICINA
La sociedad criolla oculta la utilidad y uso actual de la medicina quechuaymara. Se avergüenza de ella y caza con sus policías a nuestros médicos, llamándolos hechiceros. Aunque en casos desesperados los busquen en silencio. Los criollos persiguen la medicina barata, salida de la tierra, experiencia milenaria para expandir la medicina cara, salida de la fábrica, puro experimento. Peligrosa como la talidomida causante de fetos sin brazos ni piernas.
Quien quiera curar legalmente en los Andes debe aprender cómo curan los europeos. Debe usar las drogas que curan enfermedades simples creando otras complicadas y ocultas. Estas enfermedades nuevas producidas por la industria farmacéutica, llamadas iatrogénicas, resisten la medicina tradicional e industrial. Los médicos de universidad son simples agentes de ventas de las fábricas de drogas. Las máquinas no producen alimentos, tampoco producen salud.
EJERCITO
El servicio militar (servicio AL militar) obligatorio es intenso programa militar desindianizador. Los conscriptos aprenden a balbucear español y son alfabetizados. Se les incita a ser «vivos». El cuartel los infecta con todos los vicios del mundo blanco para que contaminen sus comunidades.
Deben marchar al ritmo de himnos ingleses, alemanes o norteamericanos sin una nota ni sonido autóctono. Los ejércitos andinos se llaman nacionales. Y usan ropa ideada y hasta cosida para soldados de otros continentes, estructura de mandos y funciones copiada de modelos europeos o norteamericanos. Otras culturas diseñan su estrategia, táctica, saludos, posiciones de marcha, alerta, descanso, distribución de camas, etc.
ARTE
Es india la única música, pintura, escultura, literatura de Los Andes. Las minorías criollas no tienen arte propio. Consumen el extranjero. Enriquecen vendiendo arte indio a Europa y Estados Unidos y prohibiendo con música de máquinas los ritmos andinos. Los pintores criollos se distribuyen entre las escuelas europeas. Las copian con dos o tres décadas de retraso. Los pintores andinos son catalogados como «primitivistas» por pintar los Andes.
El arte quechuaymara ha sido degenerado por el mercado. Los dibujos de k’eros, llijllas, ponchos de simbología mítica, hoy son producidos en serie para turistas. Simbolizan sólo la ignorancia de los mercaderes. En los Andes, Guatemala, México todo arte real, con raíces, es indio. Los demás son copias de copias para consumo de colonizados.
MINORÍAS SERVILES Y OPRESORAS
Las minorías andinas con su servilismo tenaz a Europa y Estados Unidos lograron ser ignoradas por ellos. Temiendo tanto su indiferencia ganaron su desprecio. Suponen suya la antigüedad helénica y romana, pero Grecia e Italia también las ignoran. Levantan estatuas a héroes extranjeros como estatuas a Kennedy, tres a Bolívar, a Colón, dos a Sucre, a Isabel la católica en la plaza del mismo nombre, a San Martín, Artigas, Badén Powell, Humboldt, Melvin Jones. Las decoraciones municipales son musas griegas y ángeles sin color.
Alegra a los latinoamericanos entenderse en francés, alemán, inglés, ruso. Compiten por el preciosismo intolerante del asimilado. Su lengua domesticada satiriza cualquier error en «dicción». Su esfuerzo pertinaz por imitar el acento extranjero y matar el propio no llega a la perfección sino al ridículo. (Ej.: ex presidente de Bolivia que tenia que utilizar el diccionario español para demostrar que solo podía hablar inglés).
La servidumbre se gradúa. Peruanos, bolivianos, ecuatorianos suelen decir orgullosos que se sienten más brasileros o argentinos. Estos, también con orgullo, dicen sentirse más franceses, ingleses, alemanes o norteamericanos. Difícil distinguir en los Andes turistas de Buenos Aires o Rió de Janeiro de los gringos.
Sus mitos y fábulas son elocuentes. Ocultan el «misterio» del nacimiento a sus niños contándoles que llegaron en paquete de París, o colgados del pico de una cigüeña, animal desconocido en los Andes. Es decir emocionalmente nacen extranjeros. Cuando crecen les enseñan su país con libros escritos por europeos. Después de breves semanas en Europa o Estados Unidos al regreso suelen quejarse de problemas con su lengua. Dicen «pensar» ya en francés o inglés. Procuran hablar español con acento europeo o sueltan en la conversación palabras extranjeras como deslices.
MARXISMO EN LOS ANDES
El marxismo andino no nace de meditar problemas andinos. Viene de lejos, viajando dentro del intercambio colonialista. La metrópoli se lleva nuestros minerales y nos manda mercaderías, religiones, armas, modas, músicas, ideologías. Es último aliento del empuje invasor.
Cruza el Atlántico en primera clase como inmigrante rico. Lo portan jóvenes terratenientes. Regresan después de haber estudiado en universidades europeas. Como plantita delicada necesita invernadero para sobrevivir a los 4.000 metros de altura, entre nieves eternas e indios herméticos.
Se refugia en salones alfombrados donde los quechuaymaras no podemos entrar. Sube a Los Andes a hacerse ver, no a ver, a enseñar, no a crecer aprendiendo de la realidad. No se alimenta con las ideas andinas. Necesita de un cordón umbilical de miles y miles de kilómetros.
Este lo nutre con folletos, congresos, documentos y hasta cismas. Se inicia dentro del marxista andino la separación perpetua: yo y el pueblo. El yo refugiado dentro del nuevo dogma europeo contra toda influencia del ambiente andino.
Al llegar a Los Andes el marxismo encuentra los humanos divididos en dos grupos: Uno diminuto de criollos y españoles, dueños de indios, haciendas, minas, escuelas, ejércitos, universidades, gobiernos. Otro gigantesco, los pueblos quechuaymaras esclavizados.
El trabajador libre, con oficio, no tiene lugar entre amos y peones. La barrera racial no permite clase media. En vez de ella encuentra flotando un mestizaje efímero. Esforzándose por desnudarse de lo indio para integrarse a la minoría. Sin cultura, parásito del mundo indio o del blanco.
Frente a las dos sociedades el marxismo elige la minoría opresora. Se convierte rápidamente en la teoría revolucionaria de la juventud del feudalismo español contemporáneo en los Andes.
La ideología del proletariado se levanta sin proletariado, industrias, salarios ni sindicatos. Y aparece en las tierras indias un antiyanquismo totalmente español, con la virulencia y celos del conquistador menor desplazado.
Las familias «decentes» aprenden marxismo con el fervor que les despierta todo lo llegado de Europa. Lo feudal izan como antes al cristianismo y a la revolución francesa. Ahora la rancia y alambicada retórica hispana reflorece hablando marxismo, usándolo para rellenar su vacío ideológico.
La juventud marxista luce revolucionaria, hasta radical si sus métodos son violentos. En realidad es juventud conservadora. Como todos los políticos criollos adora a Europa. Su cerebro está guiado por la tradición colonial, por el odio heredado al indio. Continúa, respeta y propaga la dominación europea en Los Andes.
El marxismo rápidamente ocupa universidades y colegios. Nada más comprensible. De la universidad andina no brota independencia. Desde su fundación está de espaldas a Los Andes y entregada de rodillas a Europa.
La universidad andina ignora los cambios del ambiente andino. Tan sólo reacciona a cambios europeos con años de retraso. Ni una universidad defiende al pueblo indio de la agresión cultural extranjera. Por el contrario, es su arma primera para deformar el espíritu nacional. Allí los jóvenes aprenden a olvidar que pertenecen a Los Andes .
La lectura de manuales marxistas no expulsa la colonización del pensar, vestir, comer, hablar, trabajar, soñar o imaginar. El colonizado al leer marxismo, u otra teoría revolucionaria extranjera, no se libera, se entrega. No rompe su prejuicio antindio crecido durante cinco siglos. Disfraza su domesticación colonial de revolucionaria. Adquiere una visión europea, el decir ajena, infiel, de la realidad andina y de su dependencia.
REAL OPRESIÓN DE RAZA, TEÓRICA OPRESIÓN DE CLASE
La lucha de clases nació, tuvo que nacer, en la misma cuna de la propiedad privada, dinero, individuo, esclavitud, mercancía, capital, imperialismo. Todas creaciones europeas. El remedio tiene la nacionalidad de la enfermedad. Es su hijo.
La lucha de clases no podía nacer en Los Andes donde amos eran y son de raza blanca y explotado eran y son quechuaymaras. No generan lucha de clases naciones sin industria. Donde el origen del «capital», dinero, no es acumulación de trabajo artesanal en los burgos sino despojo de Comunidades quechuaymaras. Donde nadie sabe qué realmente es clase porque los ricos son españoles o criollos y los pobres son indios.
La historia de Los Andes y de América India no es relación, de lucha de clases. De ser así la mayor porte de nuestra vida, los milenios del Tawantinsuyu sin clases, opresión, guerras, armas, ejércitos, no serían historia.
La lucha de clases tampoco puede historiar nuestros últimos 500 años de invasión, colonia y república. Ni descubrí nuestro presente. Se nos oprimió y se nos oprime por ser quechuaymaras, no por ser obreros. Siglos antes de nacer el primer obrero ya comenzó nuestra explotación.
La pirámide racial desmiente la teoría de clases. Cada nivel explota al inferior dentro de escuelas, mercados, religiones, clases, partidos. El quechuaymara recibe el odio directo, diario, de los inmediatamente superiores en la escalera. Desocupados, artesanos, pequeños comerciantes, obreros, y mestizos, quienes de acuerdo al marxismo debían ser sus aliados, se ocupan de sumirlo cada día a la base, de oponerse a cualquier ascenso. Temen que el indio les dispute sus empleos bajos.
En América, Asia o África no hay una sola sociedad clasista no racista, donde no se pague por el color y no por el trabajo. Incluso en Europa cuna misma de la teoría de clases. Donde llegó Europa esclavizó las razas locales. Fecundó élites para prolongar la colonización. De la invasión militar pasó a la económica y política. Ahora pretende imponer su política de liberación.
La lucha de clases es teoría. Nadie habló de ella en Los Andes antes de llegar los libros traducidos. Hoy sigue en los libros, no en la vida. No explica por qué fuimos despojados de nuestras tierras, por qué el colono se hace colonizador y luego colonialista, por qué no hay colonizador pobre ni por qué el odio al quechuaymara es más intenso en blancos pobres. Ignora la distribución racial de culpa y sus implicaciones económicas.
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