Locura judía

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    Excusa del holocausto

Max Murillo Mendoza
El holocausto judío lo causaron los propios occidentales. La culta Europa y la civilizada y educada Alemania se encargaron de asesinar a seis millones de judíos occidentales en los campos de concentración de Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial, dejando las cartas sobre la mesa acerca del verdadero rostro de la civilización occidental: guerrera, hipócrita, saqueadora y de sobradas formas científicas, tecnológicas de comportamiento enfermizo y cruel.

Deberíamos preguntarnos: ¿por qué las guerras siempre son en el sur del mundo?

A pesar de las guerras mundiales provocadas por ellos mismos. ¿Por qué, dizque, las mejores democracias precisamente son de los países ricos y estables? Donde no hay guerras. Son sospechas peligrosas que han configurado la organización del mundo después de la Segunda Guerra Mundial.

Locura judíaEsas paradojas están también ligadas a preguntas morales y éticas, en su propio campo, de su asombrosa filosofía occidental tan refinada e inútil a la hora de resolver los problemas de reparto de riqueza de este mundo. Para mí un asco, resumiendo mis sentimientos por caminos de ch’acanchada quechua, y huyendo a esos parajes engañosos e hipócritas del pensamiento occidental corroído y podrido hasta su propia sangre cristiana y cruel.

Las noticias sobre los bombardeos judíos a campos de refugiados palestinos, no son novedad sino la parafernalia de esa locura occidental, que desbordados y con sentimientos de culpa de sus asesinatos a judíos en la Segunda Guerra Mundial dejan que sus amigos judíos desahoguen su ira con los palestinos porque con los propios europeos no pueden, a quiénes en realidad tendrían que bombardearles.

Los ingleses son los culpables de la destrucción de esos territorios árabes, los franceses les dieron las armas nucleares y los norteamericanos el escenario político y económico para la locura judía. Pero para que todo suceda en el sur de este mundo, no en el norte.

Ese instrumento occidental sin sentido llamado Israel, a pesar de su derecho como país y raza, no ha justificado hasta ahora su moralidad y religiosidad ética para convivir civilizadamente con sus vecinos.

Las excusas del holocausto judío han sido las banderas para vengarse, siempre con los más débiles, de todo lo extraño a la civilización occidental.

Por estos lados del mundo también sabemos de esos sentimientos hipócritas, de venganza y asalto a nuestras riquezas. Españoles, alemanes, italianos, croatas e incluso árabes desde siempre han asaltado y expoliado nuestras riquezas.

Nosotros somos extraños y raros, para estos enfermos occidentales, que sólo entienden el lenguaje de la fuerza y el engaño. Que su tecnología y su ciencia no están al servicio de la humanidad, sino al servicio de sus mezquinos intereses, de sus sucios negocios turbios. Porque ésa es su esencia, ésa es su verdadera filosofía y moralidad.

Absolutamente nada justifica la locura judía en Palestina. Ese poder económico y militar sólo es soberbia occidental y crueldad occidental.

El fantasma del holocausto judío, ejecutado por los cultos y educados y civilizados occidentales, sigue siendo la excusa ideal para humillar a pueblos indefensos y distintos, con otras religiosidades, con otras costumbres y mentalidades. Con otras maneras de ver el mundo, que contradicen abiertamente la manera cruel y vengativa de la religiosidad cristiana.

Los cristianos están acostumbrados a ver sangre y guerras, y matanzas en nombre de Dios y Jehová. Su naturaleza humana es vengativa y poco democrática, desde siempre a lo largo de la historia. Esa naturaleza humana también la hemos sentido en la colonización de nuestros territorios.

Esos sentimientos hipócritas, crueles y vengativos son ingredientes clásicos de los occidentales. Su refinado y culto manto civilizatorio sirve para tapar, de manera solapada, sus verdaderos objetivos: conquistar, robar, engañar y corromper a los demás.

Su enfermizo deleite de sus triunfos tecnológicos y científicos son en sí mismos desahogos ante su inutilidad de entender el mundo y a otras formas de pensamientos y culturas humanas. Por eso el rechazo de toda la humanidad, de todas las culturas con representación, a estas formas engañosas de actuar occidentales.

Y en Bolivia, pues nuestra sobrada experiencia en convivir con estas mentalidades del engaño, de la soberbia y el desprecio por todo lo nuestro, pero con los rostros conocidos de lo culto, de lo civilizado, de lo bueno para encubrir lo guerrero y lo cruel de este pensamiento occidental.

Los judíos son hoy la careta oficial, hipócrita, de los refinados, cultos y civilizados occidentales: guerreros y sangrientos como forma de convivencia humana.

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