- La lucha de los sami, los “indios blancos”, en Noruega
Eva Fjellheim / desinformemonos.org
Aunque son blancos y viven en Europa, los sami son un grupo indígena que, como muchos otros pueblos originarios del mundo, lucha contra la discriminación, por el rescate de la identidad y la cultura y, sobre todo, por el respeto a su territorio.
Cuando se escucha la palabra indígena, la mayoría piensa en los pueblos originarios de América o en los tribales de África y Asia. La gente suele imaginarse una persona de color. A muchos les sorprende que existan pueblos con piel blanca que son reconocidos como pueblos indígenas en sus propios países, como sucede con las naciones ubicadas en el norte de Europa.
En Noruega, el pueblo sami, conocido como los “indios blancos”, está luchando por mantener y proteger su cultura y su derecho de ser un pueblo diferente, con todo lo que esto implica.
El pueblo sami
La comunidad sami se ubica en el norte de Escandinavia, en el territorio tradicional de Sàpmi. Este territorio se extiende por cuatro países: Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. Tiene su propio idioma, cultura e identidad que se vincula con la tierra y que se distingue de la nación dominante en que se basó la fundación del país.
El pueblo sami se estableció en estas tierras mucho antes de que se establecieran las fronteras entre los países. Aunque el pueblo noruego también tiene una historia larga en algunas partes de este territorio, solamente el pueblo sami está reconocido como pueblo originario ante los tratados internacionales.
Esto se puede explicar mediante el principio legal llamado “discriminación positiva”, que ofrece a ciertos grupos una protección legal especial para que puedan ejercer sus derechos, como el grupo dominante de la sociedad puede.
Junto con México, Noruega fue el primer país que firmó el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 1990, reconociendo legalmente el pueblo sami como pueblo originario y estableciendo los derechos que le corresponden.
La población sami no es fácil de medir, pero se dice que hay entre 60 y 80 mil habitantes en Noruega (un país con casi cinco millones de habitantes). Se le reconoce como un pueblo unido y organizado. Sin embargo, existen ciertas variaciones internas en cuanto a idiomas, trajes tradicionales, conocimientos artesanales, etcétera. En Noruega se considera que existen tres grupos principales de samis: el pueblo del sur, el pueblo lule y el pueblo del norte.
De muchas maneras, el pueblo sami comparte su historia con otros pueblos originarios del mundo. Desde tiempos inmemoriales, ha mantenido una fuerte relación con la naturaleza, lo cual se refleja en su idioma, cultura, espiritualidad y en sus actividades económicas; en su alimentación, recolección de materiales y plantas medicinales en los bosques, las montañas, los lagos y ríos.
Una de las actividades más importantes (y la que la mayoría identifica como la ocupación sami por tradición) es la ganadería de reno. Desde la década de los setenta, ha estado estrictamente regulada y reservada para el pueblo sami en Noruega y Suecia, pues se le considera una actividad importante para mantener y proteger la cultura y el idioma de ese pueblo.
Hoy día, aunque aún existen samis que trabajan con renos, la mayoría de ellos se dedica a otras actividades tanto en el campo como en la ciudad. Esto es consecuencia de los procesos de urbanización, industrialización, modernización y de cambios generales que ha sufrido la sociedad.
Además, el territorio para pastar ha disminuido, provocando que menos gente se involucre en la ganadería de reno. Sin embargo, existe una gran consciencia y un deseo de mantener la identidad sami a través de estudios de idioma, creación de artesanías y la preservación de otros conocimientos tradicionales.
Colonización, discriminación y resistencia
Por muchos años, el pueblo sami y el noruego habitaron diferentes partes del territorio que hoy constituye Noruega. La convivencia fue armónica y colaborativa. Sin embargo, desde 1500 se habla de una colonización interna, pues el pueblo noruego comenzó a adentrarse en el territorio sami en búsqueda de recursos.
Esta colonización coincidió con una fuerte campaña, lanzada por los cristianos, que señalaba a los samis como un pueblo pagano. Por más de 150 años, el gobierno noruego llevó adelante una política de asimilación con la intención de crear una nación noruega sin diferencias culturales.
Entre otras cosas, esto significó la prohibición a los sami de hablar sus idiomas madre y el hecho de que su cultura fuera considerada algo negativo. Para la sociedad, los samis eran borrachos, vagos y atrasados; una amenaza para el desarrollo de la modernidad. En esta época, los samis fueron objeto de discriminación, y, como consecuencia, empezaron a ocultar su identidad, intentando mezclarse con los noruegos.
Sin embargo, en los años setenta empezaron cambiar las cosas. Se comenzó a hablar de autonomía y autogestión, y siguió un proceso de recuperación de la identidad colectiva sami. Creció un movimiento juvenil muy fuerte que exigió compensación por la discriminación realizada por el Estado y se comenzó hablar de derechos indígenas.
Uno de los logros más importantes del levantamiento político y cultural del pueblo sami fue la fundación y el reconocimiento del parlamento sami, en 1989. Cada cuatro años, el pueblo sami elige a sus propias autoridades, que representan partidos políticos en el parlamento.
Su tarea principal es representar al pueblo en todas las áreas de trabajo que tienen que ver con los sami, económica, social y culturalmente hablando. Además, la constitución obliga al gobierno noruego a consultar al parlamento sami en todos los asuntos que le afectan.
Retos y luchas actuales
Aunque el pueblo sami ha logrado legalizar y poner en práctica muchos de sus derechos como pueblo originario, todavía se enfrenta con retos en cuanto a su autonomía y reconocimiento popular. Como en otras partes del mundo, el territorio es un tema polémico. La ganadería de reno es protegida por la ley, pero el territorio destinado para esta práctica no está tan bien delimitado.
El reno es un animal semi doméstico y necesita un terreno grande para pastar. Sin embargo, el problema más grande para el pueblo sami tiene que ver con la el uso histórico de la tierra, pues los samis no marcaron propiedad privada ni dejaron huellas claras en la naturaleza.
Como consecuencia, surgen con frecuencia conflictos entre los dueños de los renos y actores privados y estatales que tienen sus propios intereses en el mismo territorio. Como se respeta más a la propiedad privada que a la propiedad común, el territorio de la ganadería de reno está disminuyendo por proyectos de construcción de carreteras, plantas hidroeléctricas y mineras. La lucha territorial es fundamental.
Otra lucha importante del pueblo sami es la que busca rescatar los idiomas. Hoy en día, existe mucha conciencia entre las generaciones jóvenes, las cuales tienen deseos y la oportunidad de aprender el idioma que les quitaron a sus padres. Aunque hay voluntad, cuesta mucho trabajo recuperar un idioma que no se escucha en la vida cotidiana.
Sin embargo, el uso de estos idiomas está aumentando y algunos niños ya lo aprenden como su idioma materno. Además, algunos municipios han sido reconocidos como bilingües. Esto significa que toda la información oficial tiene que estar disponible en idioma noruego y en el idioma sami que se habla en el municipio.
Como consecuencia de la lucha y los procesos democráticos nacionales e internacionales, existe mucho más orgullo y respeto hacia la identidad sami. Sin embargo, todavía hay discriminación. En los debates que abordan los conflictos territoriales siguen surgiendo comentarios racistas.
En ciertos municipios y ciudades aún existe mucho rechazo ante el reconocimiento de los idiomas sami como idiomas oficiales. Se han destruido y pintado las señales de las rutas.
Las declaraciones y acciones de discriminación reflejan muchos sentimientos, así como una carencia de conocimientos y de respeto hacia el pueblo sami y sus derechos.