- Pachamama en año nuevo
Amalia Mamani Huallco / katari.org
Era muy normal celebrar la fiesta de San Juan en nuestro país con los elementos de una festividad foránea, con la quema de fogatas en las calles de los domicilios contaminando el ambiente, jugando con chispas y juegos pirotécnicos, además de comer todo tipo de embutidos, hot dogs (salchichas), alcohol y bebidas, obviando el verdadero significado de nuestra identidad.
Ya que el origen de la festividad de San Juan es pagana y se remonta al siglo XVI en Europa, con mucha superstición del Viejo Mundo. Donde el solsticio de verano estaba establecido del 21 al 22 de junio y el de invierno del 21 al 22 de diciembre.
Ambas fechas se aproximan a dos celebraciones católicas: el día de San Juan (24 de junio) y el nacimiento de Jesús, Navidad (25 de diciembre).
Pero antes de la colonización europea, desde hace miles de años, las abuelas y abuelos de nuestras culturas andino amazónicas y chaqueñas celebraban y hoy celebran aún cada 21 de junio el AÑO NUEVO PROPIO, con el solsticio de invierno, y con el inicio de un nuevo ciclo agrícola (nueva época de siembra) en reciprocidad con la Madre Tierra.
Entonces, el Estado Plurinacional ha iniciado el proceso de descolonización y despatriarcalización del calendario propio, revalorizando nuestras prácticas culturales y sitios sagrados ‘wakas’, celebrando el inicio de un nuevo año, donde debemos descargar todas las malas energías y pedir a la Pachamama que nos llene de nuevas energías para continuar en este proceso de cambio que ha emprendido el Estado Plurinacional.
“Madre tierra, Pachamama: en este nuevo año, deseo que el mundo tome conciencia de que el capitalismo salvaje está destruyendo el medio ambiente.
Que los países encuentren el camino de la convivencia en Río+20 proponiendo estrategias de solución a las crisis de la contaminación ambiental, la pobreza y la crisis financiera.
Que los países desarrollados no lucren más a costa de la mercantilización de los recursos naturales (materia prima) con su propuesta de ‘economía verde’ en desmedro de los productores de nuestras comunidades.
Que exista una buena producción agrícola en todas las comunidades del país, que garantice la comercialización de productos y garantice el sustento de los hermanos indígena originario campesinos.
Que el Estado Plurinacional de Bolivia fortalezca este proceso de descolonización y despatriarcalización, no como un ideario o simple retorno al tawantinsuyo, sino como tarea de cada revolucionario en el cambio de mentalidad, en la forma de actuar, forma de ver las cosas, quitarse prejuicios de superioridad e inferioridad.
Que las ministras y ministros del Estado sean capaces de traducirlos en políticas públicas que solucionen la mortalidad infantil, la pobreza de nuestras comunidades, el desempleo de las mujeres y hombres, etc.
Que tanto mujeres, hombres como las hijas e hijos luchemos por una sociedad donde todos seamos iguales, merecedores de atención por parte del Estado, sin distinción para conseguir el Vivir Bien en armonía con la naturaleza.
Deseo que los abuelos guíen los pasos de todos los bolivianos, desde el Presidente hasta cada ciudadano boliviano y cada ciudadana boliviana.