- Antipatriotismo en los medios de comunicación
Rafael Artigas/ cambio.bo
Con raras excepciones y reservándose en tomar posición en asuntos que forman parte del interés de la patria, los medios de comunicación privados eludieron en la mayoría de sus notas la importancia del conflicto marítimo en los días de debate de la 42ª Asamblea de la OEA, en Tiquipaya.
Si usted amigo lector revisa la prensa de la semana anterior se habrá encontrado con frases como éstas: “Un fracaso la participación de Bolivia en la OEA”. “Paliza en la OEA”. “Se aplazó Bolivia en la OEA”. “Le faltó estrategia al Gobierno”. “Nos fue como en el fútbol, perdimos ante Chile”, etc. y etc.
Se añaden a estas frases sensacionalistas típicas de la línea opositora de los medios los ‘analistas’ y ‘ana-listos’, que parecen ser más voceros de esa oposición, quienes con sus declaraciones le hacen un flaco favor al discurso chileno, que sin necesidad de utilizar a los voceros mediáticos de Chile son los que descalificaron la estrategia y causa nacional que no tiene afanes políticos partidarios, peor aún un protagonismo específico.
Existen los execrables y entreguistas, quienes por el solo hecho de mostrar su rechazo a la política del Gobierno actual harían lo que mejor les convenga y no les importaría para nada defender la causa nacional como la que hipócritamente defendían o cuando cogobernaban junto a los neoliberales, de quienes recibían alguna parte de los gastos reservados.
Son también éstos los que se aplazaron junto a sus analistas, estando casi tres décadas en el poder, teniendo los recursos, contando a hombres y mujeres influyentes de la política exterior, con aliados estratégicos que colocaron a su gente más ‘reconocida’, su labor fue nula de cabo a rabo, no consiguieron nada y nadie les dijo nada.
Bien sabemos que la OEA es un organismo que obedece a uno de los mandatos oligárquicos del imperio norteamericano, pero de ahí a decir que “no hubo estrategia” o que “se aplazaron en la política marítima”, etc. son otras mentiras falaces.
Y como en el cacho, lo que se ve se anota, también frente a las grandes presiones mediáticas de Bolivia y de Chile, el Gobierno actual, con todas sus dificultades, está extremando todas las posibles salidas para una salida al mar con soberanía.
¿O no es, por ejemplo, que ha invitado a todos los ex presidentes y ex cancilleres para que aúnen sus aportes para esta empresa? ¿O acaso no ha agotado todos los mecanismos de diálogo para tener que recurrir ante La Haya para plantear una demanda jurídica?
Escuché con detenimiento las declaraciones recientes del vicecanciller Juan Carlos Alurralde, quien dijo que la conclusión a la que se arribó en la 42ª Asamblea de la OEA, realizada la semana pasada en Tiquipaya, fue positiva para el país y no como la calificaron varios medios de comunicación, porque esta decisión está inscrita en la agenda de la Organización, lo que demuestra que no es un fracaso.
Alurralde textualmente dijo: “Nosotros buscamos el interés del hemisferio y, segundo, buscábamos conocer la verdad. Estamos cansados de que se nos mienta. Chile, en la decisión de El Salvador dijo que estaban en condiciones de negociar; en esta reunión queríamos que Chile diga la verdad y la verdad es que no está dispuesto a renegociar el Tratado de 1904. De esta forma se desenmascara la verdadera posición de Chile. El diálogo bilateral no existe”, aseveró.
A juicio de Alurralde, el éxito o fracaso de una negociación no debe medirse por el hecho de que sea tratado bilateralmente o multilateralmente, sino porque debe estar en la agenda permanente de la OEA, que debe velar por el cumplimiento de la sugerencia de los países componentes.
Los medios de comunicación que responden a la dinámica capitalista y de hecho la legitiman imprimen su sello de presentar las cosas del modo que les conviene y así formar una visión distorsionada de la realidad y el pensamiento alternativo, mucho más notorio cuando existen estos aspectos.
Lo que resalta con evidencia, además de que ha sido comprobada, es su hipocresía y su notoria ausencia de patriotismo.
Una causa nacional de esta naturaleza pregonada por siglos y por quienes se identificaron en el anonimato y con su lucha diaria, marca de lejos a éstos que por el solo hecho de oponerse a este Gobierno dejan de lado abanderar una demanda justa e histórica que tarde o temprano pasará de ser más que de un solo país, sino de todo un continente.