- Una política drogada
César Lévano: diariolaprimeraperu.com
El gobierno de Estados Unidos dirige en los hechos la lucha contra el narcotráfico en América Latina. Los resultados están a la vista. La última victoria de Washington en el Perú implica una derrota en la lucha: se va a poner el acento en la erradicación de los cultivos de coca.
Hace 25 años afirmé con pruebas en La República que Estados Unidos no quiere acabar con el sucio negocio de la droga, negocio que mueve por lo menos 700 mil millones de dólares al año. Lo ocurrido desde entonces en México, Colombia y el Perú confirma mi pronóstico.
Hugo Cabieses, quien sabe de lo que habla, declaró ayer a La Primera que la ayuda antiDrogas de Estados Unidos no sirvió para nada. Menos va a servir en adelante: para el 2012, esa “ayuda” asciende a 56 millones de dólares, suma que no sirve ni para el té de los Policías comprendidos en la acción.
De dicho total, 31 millones son para interdicción (esa esencia, para erradicar cultivos de coca) y 25 millones para desarrollo alternativo.
Los 25 millones no alcanzan ni para diez kilómetros de carretera en la amazónica, lluviosa selva.
No es solo cuestión de presupuesto
La primera gran culpa de ese dinero es que no se enmarca en ninguna estrategia. En verdad, la única estrategia de largo plazo y alcance real es la que se diseñó bajo el gobierno del general Juan Velasco Alvarado y que hasta ahora rinde sus frutos productivos en el Alto Huallaga.
El segundo déficit de las políticas al uso es que la mitad del dinero presupuestado en Washington no llega al Perú: queda en manos de intermediarios o en los propios Estados Unidos.
Cabieses precisó vacíos de la política dictada por la Casa Blanca. Ricardo Soberón, el jefe de Devida recién destituido, decía, según refiere Cabieses, que “si Estados Unidos quería ayudarnos, entonces debía proporcionarnos los escáneres que necesitamos para detectar los precursores químicos, proporcionarnos la tecnología y la información que sea necesaria para combatir el lavado de dinero y apoyar a la unidad de inteligencias, que tiene poco apoyo”.
En otras palabras, Estados Unidos no apoya ni en lo estratégico ni en lo táctico una lucha eficaz contra la droga.
Quizá se debe a las proporciones que el tráfico ilícito ha alcanzado en la economía y la sociedad de ese país. ¿No es verosímil acaso que los grandes bancos norteamericanos, como algunos latinoamericanos, se nutren con buena parte del dinero sucio?
No se debe callar que los políticos y militares de Washington emplean el pretexto del combate a las Drogas para establecer bases militares e injerirse en la política interna de nuestros países.
La Amazonía, dueña de mil recursos naturales, está en su agenda geopolítica sudamericana. Agua, petróleo, gas, flora y fauna, bosques protectores entran en los cálculos del Departamento de Estado y del Pentágono.