- Una victoria merecida
César Lévano: diariolaprimeraperu.com
El triunfo de Ollanta Humala nos alegra por partida doble: porque responde a las necesidades, expectativas y voluntad del pueblo y porque, como lo reconocen numerosos ciudadanos, fuimos desde el comienzo, a solas durante mucho tiempo, defensores, sin interés y sin componenda, de esa candidatura. En ese sentido, este triunfo es también nuestro triunfo.
La Victoria electoral de Humala es asombrosa, si se toma en cuenta el alud de ataques, calumnias y mentiras que se descargaron contra él.
Puede decirse que todos los medios –prensa, televisión, radio–, con muy pocas excepciones, dispararon contra él toda suerte de artillería. Frente a esa descarga, Humala supo resistir y ganar aliados tan importantes como Mario Vargas Llosa y Alejandro Toledo.
Los lectores de La Primera nos felicitan por haber enfrentado, por nuestra parte, con verdades y revelaciones, esos ataques.
Nunca nos hemos rebajado al nivel del insulto, de la calumnia y de la mentira. Siempre confiamos en el despertar de la conciencia ciudadana y, por lo tanto, en el triunfo de Humala.
Podemos jactarnos de que el aporte del equipo de La Primera nunca ha recibido el menor reconocimiento del equipo de Humala: síntoma es ese de nuestra independencia, garantía de que en la nueva etapa seremos observadores vigilantes, equilibrados fiscales y, llegado el caso, jueces severos.
El Perú va a empezar una nueva etapa. Se espera que a partir del 28 de julio Gana Perú ponga en marcha los cambios y mejoras prometidos.
No hay a la vista una revolución social. Por eso mismo sería grave que la oposición de extrema derecha –que no osa decir su nombre– ataque el programa de reformas moderadas que Humala promueve. Sería empujar a la mayoría a posiciones radicales.
Keiko Fujimori y sus adictos lanzaron ataques vitriólicos contra lo que llamaban incoherencia programática de Humala. Era paradójico que ese reproche fuera formulado por quien en realidad no tiene programa alguno, salvo el del continuismo.
Tan cierto es eso que tuvo que plagiar puntos clave del programa social de Humala, como el impuesto a las sobreganancias y el aumento del salario mínimo.
Algunas propuestas del Fujimorismo denunciaban improvisación e ignorancia, como cuando prometía hacer cumplir las leyes laborales, siendo así que el núcleo de éstas fue dictado por Alberto Fujimori y es contrario al trabajador.
Lo que hubiera debido programar, como cuestión previa, es la derogación de esas leyes.
En el balance de las elecciones descuella un hecho: la ventaja de Humala en provincias, sobre todo en el sur, es abismal, abrumadora.
Esa fuerza, a menudo ancha y combativa, tendrá peso decisivo en la etapa que se abre porque la componen fuerzas sociales organizadas, que plantean demandas justas. La justicia social tiene allí una cita con el Estado.