- “Fue cínica y conchuda en el debate”
diariolaprimeraperu.com
El debate presidencial fue bastante pobre en ideas porque el candidato presidencial Ollanta Humala fue débil para denunciar los puntos flacos de su rival y la aspirante Keiko Fujimori fue cínica y conchuda, afirmó David Rivera, periodista y director de la Revista Poder.
“Esperaba a un Ollanta Humala mucho más contundente. Creo que a Keiko Fujimori se le vio más confiada, más desenvuelta, pero en ideas ha sido un debate bastante pobre. En términos de actitud, ella ha aparecido más confiada si uno lo ve en términos positivos, pero también ha sido bastante conchuda y un poco cínica por ratos”, declaró.
Sostuvo que la confrontación de ideas entre ambos candidatos le ha permitido confirmar los temores que tenía por Fujimori y explicó que uno se da cuenta de la manipulación cuando ella dice que en el mandato de Alejandro Toledo, aliado de Ollanta, ha crecido el narcotráfico cuando en realidad es en el gobierno de García donde ha crecido más ese delito.
“También sorprendió cuando dijo conchudamente que el gobierno de Toledo había comenzado con la política del chorreo, cuando la política del chorreo es parte de este modelo que armó el gobierno de su padre.
Ese cinismo me hizo acordar muchísimo a su papá”, agregó. Estimó que en los últimos días de la campaña, las manifestaciones sociales que se convoquen en contra de uno u otro candidato influirá más en el electorado indeciso que lo que puedan hacer o decir los aspirantes presidenciales.
- Mensajes del debate
César Lévano: diariolaprimeraperu.com
Una de las conclusiones del debate entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori es ésta: la señora Fujimori rechaza que la identifiquen con eso que ella ha llamado “el mejor gobierno del Perú”.
Fujimori no negó que su entorno más influyente está formado por cómplices del asesino y ladrón que es su padre. Ejemplo nítido es Rafael Rey, su candidato a primer vicepresidente, que en el pasado defendió la amnistía para el Grupo Colina.
Para limpiarse de ese pasado que, como Primera Dama, compartió y disfrutó, Fujimori recurrió a dos de sus armas favoritas: la mentira y el cinismo.
Cuando Humala le encaró el caso de tres mil mujeres andinas esterilizadas a la fuerza en días en que su socio Alejandro Aguinaga era ministro de salud, aseguró que el caso ha sido archivado. Falso de toda falsedad.
Humala refirió que Gana Perú había propuesto que el tercer punto del debate versara también sobre corrupción y derechos humanos, y no simplemente sobre Institucionalidad Democrática.
Fujimori no negó ese hecho. Huyó por la tangente al señalar que para ella no hay distingo entre corrupción grande y corrupción pequeña.
¿En qué categoría ubica el hecho de que en la campaña que la llevó al Congreso en 2006 recibiera dinero del narco Eudocio Martínez (a) “Olluquito”? ¿Es un delito pequeño el que su padre y Montesinos robaran al Fisco miles de millones de dólares para pagar los estudios de ella y sus hermanos en Estados Unidos?
La señora Fujimori propala por todos los medios su promesa de “hacer respetar las leyes laborales”. Había que recordarle que su padre suprimió estabilidad en el empleo, jornada de ocho horas, vacaciones, horas extras, seguridad social, pensiones, etcétera.
¿Son esas las leyes que va a hacer cumplir?
La candidata de los ricos y de la gran minería dio a su propuesta de flexibilidad laboral una acepción inédita. En el léxico del FMI, del Banco mundial y la derecha política, “flexibilización” significa recortes o supresión de derechos para los trabajadores.
Hace 10 años, con motivo del 450 aniversario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, se realizó un homenaje internacional, con aporte de laboralistas de América y Europa. Los estudios fueron publicados en libro de elocuente título: Flexibilidad o derechos sociales. Mario Grandi, ilustre catedrático de la Universidad italiana de Boloña, explicó:
“La cuestión de la ‘flexibilidad’ de las condiciones del trabajo es materia de opciones divergentes en las orientaciones de las partes sociales y de los gobiernos, por la dificultad de conciliar estrategias de adaptación flexible del Derecho del Trabajo a la lógica del mercado (como lo requiere la representación de los empresarios) con la conservación de los niveles adquisitivos de protección (como requieren los sindicatos)”.