- La primera cosecha da inicio a la celebración de la Anata
- En el festejo del nuevo ciclo agrícola se cumplen varios rituales dedicados a la Pachamama, es tiempo de la fertilidad y la naturaleza
Edwin Conde Villarrea: cambio.bo
La celebración de la Anata se inicia con las primeras cosechas que se cumplen durante febrero, en el jallupacha o tiempo de lluvia. Es un ritual que proviene de la época prehispánica y que está vinculado con la fertilidad, la naturaleza y el ciclo agrícola.
Algunos antropólogos afirman que es el tiempo en que se suele mirar con bastante detenimiento cómo crece la cosecha.
En las comunidades se saca una muestra de papa, por ejemplo, para controlar su calidad. También los comunarios acostumbran marcar a los animales pequeños para ver el próximo año si han tenido cría, si han muerto o se han perdido.
La tradición de la Anata comienza también con la celebración de la festividad de la Virgen de la Candelaria, que se cumple el 2 de febrero de cada año por la relación entre el calendario agrícola y el católico que fue impuesto durante la Colonia española.
El investigador aymara Simón Yampara considera que la Anata –como expresión y manifestación proveniente de la matriz ancestral milenaria en este período del jallupacha o época de lluvias– es la celebración ritual de convivencia mayor en un ayni de armonización de las energías de la comunidad “ecobiótica” natural de este ciclo de la Pachamama o Madre Tierra, que refleja su máxima expresión de revestimiento, productividad y convivialidad cosmogónica, vestido de un manto de samis o colores de la wiphalas y arco iris mostrando su mayor, regular o menor productividad según sea el año agrícola.
Es una manera de hacer el ayni cosmogónico de emulación de energías espirituales a la materialidad de la producción, en un proceso de realización del paradigma de vida del Suma Qamaña o Vivir Bien en una armonía integral. Yampara considera que el Carnaval obedece a otra matriz civilizatoria colonizadora occidental.
Entre las ceremonias rituales se destaca a la q’uwancha, que es una ceremonia realizada con q’uwa, una planta del lago Titicaca, en las chacras y potreros de los agricultores aymaras. Los cultivos de papa, principalmente, son festejados con tarqueadas y adornados con serpentinas y membrillos.
En las chacras se hace una ofrenda o una wajt’a aymara, consistente en una mesa dulce, libaciones de alcohol, incienso y copal dedicados a la Pachamama.
También se cumple el floreo o wayñu, que es la ceremonia conocida como el matrimonio de los animales. A los camélidos y ganado vacuno se les colocan aretes o t’ikachas de colores, además de serpentina para simbolizar su unión.
El tiempo de fertilidad es amenizado con música de tarkas, pinkillos y mohozeños, instrumentos del jallupacha.
Carnaval y su celebración en las urbes
El Carnaval es una fiesta que se celebra casi en todas partes del mundo. Es posible que se haya iniciado en Grecia o Roma hace miles de años.
Etimológicamente, el término carnaval viene de dos palabras: carne y levare; es decir, el abandono de placeres de la carne. En italiano, carnevale significa la época durante la que se podía comer carne después de Cuaresma.
A diferencia de esta festividad, la Anata tiene su raíz en los pueblos prehispánicos que agradecían por la fertilidad existente en las cosechas.
Ambas celebraciones se sincretizaron y se celebran en el país con costumbres muy arraigadas, dependiendo de la región. Algunas costumbres del campo fueron trasladadas a las ciudades, como la ch’alla de los bienes materiales que también se cumple durante la Anata.