- Espinal y Romero junto a los explotados; Julio Terrazas con los explotadores
Jhonny Lazo Zubieta: bolpress.com
– «¿Por qué estás tan sucio, andrajoso y flaco? – Porque mi trabajo y mi vida no son míos – ¿De quien son? – Primero del patrón, después del cura y del corregidor…
«… El cura nos obliga a pasar fiestas en las que gastamos nuestros ahorros y nos alcoholizamos. El corregidor, a nombre de la ley, nos obliga con la fuerza a hacer servicios gratuitos, porque dice que el Estado no le paga.
El patrón sabe que donde nacemos morimos… las piedras, las rocas, los árboles y pajonales, el cielo, el agua y cuanto vemos al abrir nuestros ojos, son parte integrante de nuestra vida; y esas rocas y esos pajonales, no son iguales donde no los vimos al nacer.
[De esto] …el patrón aprovecha y nos somete a las obligaciones de cultivar sus tierras, vender sus productos y si no vendemos al precio que él nos dice, tenemos que poner de nuestro dinero, dormir en el pasillo en sus casas de las ciudades sin que nos den comida ni nada para abrigarnos».
La historia que relata Fray Vicente Valverde, capellán de Pizarro, trató de persuadir al monarca quechua con una Biblia en la mano para que se subordine a la fe. El inca demostró no estar dispuesto a tal subordinación. Por ello – cuenta la historia – lanzó al suelo la Biblia que Valverde buscó imponerle.
Guillermo Prescott, relata sobre aquel episodio:
Fray Valverde, cual «perro lleno de soberbia» y prometiéndole la absolución de aquél agitó a la masacre de los nativos que asombrados por los caballos y las armas superiores de los invasores huyeron o fueron muertos en el acto perpetrado por los europeos, que invocaban a Santiago en ayuda de su sangrienta obra.
Aquel acontecimiento fue decisivo para el futuro de las nacionalidades originarias del alto y bajo Perú. Porque inició un largo ciclo de opresión cuyas formas sólo han variado; pues, la estructura se mantiene intacta. Esto se evidencia a través del papel que desempeña [HOY] la Iglesia Católica con su máximo representante Julio Cardenal Terrazas.
Las constantes críticas de la jerarquía católica a las políticas de cambio del gobierno de Evo Morales y el silencio cómplice frente a las agresiones no sólo de los pobres del campo y la cuidad sino de sus mismos sacerdotes que fueron víctimas de grupos violentos pagados por los latifundistas en el oriente boliviano.
Estas son evidencias más que suficientes para señalar cuál es el papel de la iglesia boliviana. Julio Cardenal Terrazas mostró su verdadero rostro cuando airadamente negó la existencia de esclavos guaraníes en la Región del Chaco cruceño. Defendiendo de esta manera los intereses de la oligarquía cruceña.
De la misma forma recordemos las banderitas blancas en apoyo a Carlos de Mesa [Presidente por sucesión constitucional] y gritando muera el indio Evo Morales, en la plaza Murillo. ¿Quienes eran estas señoras y quien las organizó?: Eran creyentes de Eklesía, organizadas por sus pastores
Si bien es cierto que la «lógica del sistema» o el papel de la Iglesia Católica fue un factor de poder y sometimiento a los pueblos indígenas; tal como señala Robert Jaulin. Tampoco podemos olvidar que estuvieron presentes religiosos que denunciaron de manera apasionada las atrocidades que se cometieron contra los indígenas.
Durante la conquista encontramos a Bartolomé de las Casas, quién gritó sinceramente su verdad, condenando a sacerdotes como Sepúlveda, y gamonales que sojuzgaban a las nacionalidades originarias. En las últimas décadas del siglo XX destaca el Arzobispo del Salvador Oscar Arnulfo Romero y en Bolivia Luis Espinal Camps.
Abierta complicidad de Iglesia Católica con los grupos de poder
¿Cuál fue la actitud de la iglesia católica boliviana como institución frente, a las maniobras antidemocráticas de los «Comités Cívicos», de la media luna? Las mismas palabras de siempre: «diálogo», «paz» y «justicia». Condenando la violencia en abstracto, sin señalar a los culpables, a los que se niegan al diálogo, a los que manipulan conciencias a través de los medios de comunicación, a los que avasallan territorios indígenas. Palabras sin contenido y posiciones indefinidas. Si «Todos somos culpables». Por tanto «Nadie es inocente». Ergo «nadie es culpable».
Extraña lógica de la prudencia que detestó profundamente el sacerdote jesuita Luís Espinal cuando escribía en Oraciones a quemarropa el poema Prudencia:
«Hay un límite imperceptible entre prudencia y cobardía
Llamamos prudencia a la seguridad y a la flojera
Llamamos prudencia al no comprometerse, al no arriesgar nada personal
Creemos que con la edad aumenta la prudencia, sin pensar que también aumenta el conformismo.
Todos nos hablan de prudencia .señor; Pero de una prudencia que no es tuya, Que en vano buscamos en tu evangelio.
Jesucristo, te damos gracias Por que tú no fuiste prudente, ni diplomático
Por que no callaste para escapar de la cruz; Por que fustigaste a los poderosos Sabiendo que te jugabas la vida.
Los que te mataron Estos fueron los prudentes.
No nos dejes ser tan prudentes Que queramos contentar a todos Tu palabra es hiriente como espada de dos filos, Además de las bienaventuranzas, También pronunciaste las maldiciones; Es un texto subversivo.
No queremos una prudencia que nos lleve a la omisión. Y nos haga imposible la cárcel. La terrible prudencia de acallar los gritos de los hambrientos y los oprimidos.
Danos sinceridad, Para no llamar prudencia a la cobardía, al conformismo, a la comodidad.
No es de prudentes el ser cristianos Y el seguir a cristo. No es prudente «vender lo que se tienen Y darlos a los pobres». Es imprudente entregar la vida por Dios, Y por los hermanos.
Que cuando sintamos la tentación De la prudencia, Recordemos que tu «has escogido la debilidad del mundo Para derrotar a los fuertes, y a los estúpidos Para confundir a los sabios.
Porque la prudencia del mundo es enemiga de Dios (Luis Espinal Camps ).
Poema que afirma nuestra fe y crítica a la curia boliviana. Que con su «no sustantivar nada» «condena a todos y a nadie». Convirtiéndose en cómplice de los círculos de poder departamentales y de latifundistas que avasallan territorios indígenas, explotan y violan a jóvenes indígenas.
Aparte de su silencio cómplice como institución, sorprende observar el 2007 el apoyo de parte de algunos sacerdotes celebrando misas a favor de los dos tercios. Es decir, justificando el latifundio y negando territorio a sus dueños legítimos. De esta forma, se identifican abiertamente con los grupos de poder y niega en los hechos, su discurso demagógico de «opción por los pobres».
Óscar Arnulfo Romero, arzobispo del Salvador – reverso de la curia boliviana – denunciaba en sus homilías, en actos oficiales las violaciones de los derechos humanos y manifestaba públicamente:
Querer predicar sin referirse a la historia en que se predica no es predicar el evangelio. Muchos quisieran una predicación tan espiritualista que dejaran conformes a los pecadores, que no les dijera nada a los idólatras, a los que están de rodillas ante el dinero y el poder, una predicación que no denuncia las realidades pecaminosas en las que se hace la reflexión evangélica no es el evangelio. Sobran – en tiempos conflictivos como el nuestro – quienes tienen su pluma pagada y su palabra vendida.
Palabras sabias de un hombre de elevada espiritualidad como fue Monseñor Romero, quien comprendió el significado del evangelio en la historia y el difícil camino que representa ser discípulo de Cristo.
Evangelizar en Bolivia
Evangelizar en América Latina y particularmente en Bolivia, como nos enseñaron Luís Espinal, Adrián Paz, Monseñor Romero, La hermana Geralda en Trinidad, Leonardo Boff, Monseñor Manuel Eguiguren y Gregorio Iriarte, significa fundamentalmente liberar a los hombres de la explotación, de la miseria, de la ignorancia, de la enfermedad, y de todos los graves pecados sociales que las clases dominantes imponen a millones de hombres y mujeres a una vida de infierno.
Nuevamente evoquemos la prédica de Monseñor Romero, cuando condena puntualmente dentro un contexto – similar al nuestro – a los que obstaculizan el cambio:
No nos cansaremos de denunciar la idolatría de la riqueza que hace consistir la verdadera grandeza del hombre en «tener» y se olvida que la verdadera grandeza es el «ser» No vale el hombre por lo que tiene sino por lo que es. Sólo cuando se es idólatra del tener, se es avaro y se oponen los hombres a los cambios sociales. Y si ahora hay un peligro en el país es esa idolatría. Quizá la más grande tentación de este momento es que… la extrema derecha, los fanáticos de las riquezas, los idólatras del dinero, los que no quieren que se toquen sus privilegios… »
En la Universidad de Lovaina, Bélgica, al recibir el doctorado Honoris Causa en Humanidades 2 de febrero de 1980 Monseñor Romero señalaba:
«Nuestro mundo Salvadoreño no es una abstracción, no es un caso más de lo que se entiende por «mundo» en países desarrollados como el de ustedes. Es un mundo en que su inmensa mayoría está formada por hombres y mujeres pobres y oprimidos».
En el mismo discurso concluía: «Ahora sabemos mejor lo que es el pecado. Sabemos que la ofensa a Dios es la muerte del hombre. Sabemos que el pecado es verdaderamente mortal, pero no sólo por la muerte interna de quien lo comete, sino por la muerte real y objetiva que produce. Recordamos de esa forma el dato profundo de nuestra fe cristiana. Pecado es aquello que dio muerte al hijo de Dios y pecado sigue siendo aquello que da muerte a los hijos de Dios…
Denuncia auténticamente bíblica, cristiana y comprometida con su pueblo. Ausente en las homilías, conferencias y encuentros de la iglesia boliviana. Qué distancia espiritual entre el apostolado del Arzobispo del Salvador, de Luis Espinal con la posición antibíblica, anticristiana de Julio Cardenal Terrazas.
Nadie puede servir a dos señores
«Una Iglesia que olvida a sus mártires, no los merece. Monseñor Romero. Ellos han de ser un estímulo para nuestra fe. Ellos son la honra y el orgullo de nuestras iglesias. Ellos manifiestan que Dios sigue presente en nuestra historia»
Más adelante señala «Hay otros salvadoreños» – léase bolivianos – «a los que hay que señalar acusadoramente. Habían creado unas estructuras sociales tales que, en muchos casos, demuestran que son ciegos que no ven la miseria que los rodea, son los dueños de El Salvador – dígase Bolivia -, de sus tierras, de sus riquezas. También de su política»
Por ello en honor a la «sangre de nuestros mártires latinoamericanos»: exhortamos a la Iglesia Católica a definirse y tomar posición. Pues, como señala la Biblia: «Nadie puede servir a dos señores» Si la Iglesia boliviana quiere darle contenido histórico a los mensajes de los hombres de profunda fe, es necesario que dejen sus «pequeños mundos de curias y sacristías» y vuelvan sus miradas a los indígenas marginados que reclaman territorio donde vivir, a los pobres de las ciudades que buscan un mejor salario.
Los que nos declaramos cristianos, estamos obligados a retomar las enseñanzas de Cristo, del Concilio Vaticano ll, de Puebla, de Medellín, para cumplir con una auténtica labor pastoral. La «denuncia» es «necesaria para que los hombres buenos vuelvan a los buenos caminos» – reflexionaba Monseñor Romero. Para ello, es necesario, renunciar a todo privilegio extraordinario, a todo compromiso con las estructuras de poder.