Conspiración

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    La conspiración esta intacta

Max Murillo Mendoza: katari.org
Los acontecimientos de la universidad Gabriel René Moreno, donde las logias y los mercenarios de las colonias croatas, árabes, españolas, etc no dejaron que se desarrolle un acto de proselitismo del MAS, hace unos días, señalan que estos grupos están absolutamente intactos y esperando su oportunidad para desenfundar su odio y bronca.

Evo MoralesLos triunfalistas del MAS creen que ya tienen el cambio en su bolsillo, y pueden hacer su aparición en cualquier rincón del país.

La derecha y la ultraderecha si bien están arrinconadas no están derrotadas. Esperan su oportunidad para actuar. Lo preocupante es la enfermedad triunfalista del MAS, dejándose llevar por la marejada de la moda, pues creen que el cambio ya está hecho, que simplemente hay que sellarlo el 6 de diciembre.

Y esta enfermedad de la soberbia no permite visiones críticas, no permite opiniones realistas ni siquiera en las mismas filas del MAS. Esta ausencia de esfuerzo intelectual y crítico puede ser muy grave, la ingenuidad y el triunfalismo son formas de inconsciencia política, que socaban poco a poco cualquier proyecto político, aunque este sea un tiempo muy fuerte.

La sostenibilidad lamentablemente no dependen de estos factores frágiles y precisamente poco sostenibles: ingenuidad y triunfalismo.

Sectores de la ultraderecha empiezan a pactar con el MAS, empresarios y ramas afines, no quieren quedarse otros cinco años más sin negocios.

Otros sectores de clases medias también coquetean con el MAS, pues las pegas en las prefecturas y municipios son importantes. Asuntos que en nuestra historia no son novedosos. Y los triunfalistas del MAS creen que estos sectores “ya se han convertido a filas del cambio”.

Además, ese asuntillo de la corrupción, sigue campeando como el fantasma más querido en los pasillos de las instituciones estatales, entonces pues no hay problema en “convertirse al cambio”.

No existen ya los cursos de formación política que eran parte del proceso de concientización, en los sindicatos cocaleros, en los barrios periurbanos y sectores populares de nuestras ciudades.

Las mentalidades triunfalistas creen que eso ya no es necesario. Ya no es necesario pensar y reflexionar sobre lo que sucede. A los burócratas de las revoluciones nunca les conviene que la gente piense. Mejor dejarles con el triunfo en la piel: “contentos del proceso de cambio” y los show necesarios de consumo masivo.

Felizmente, y eso sí merece resaltarlo, son los jóvenes en las ciudades los que empiezan a aproximarse al cambio, cansados de lo mismo y el fracaso del modelo consumista y depredador, buscan respuestas a sus inquietudes y a las exigencias de su generación.

Pero lamentablemente no encuentran portavoces idóneos en esas exigencias, sino bulla y promesas mediáticas sin mucho condimento real. Este grupo humano tan importante, hasta estratégico, no recibe respuestas claras ni es atendido como reclama.

Es verdad que es poco tiempo, es cierto que los procesos sociales requieren de tiempo cuando se trata de descolonizar mentalidades enraizadas y habituales, normales, en el comportamiento social.

En Bolivia eso es totalmente dramático: sociedades coloniales, racistas y poco afectas al liberalismo democrático, donde unas cuantas familias juegan y son dueñas del poder, sean de izquierda o derecha es lo mismo, y no construyeron ni mucho menos mecanismos básicos de convivencia social, donde al menos un buen porcentaje de la población tenga oportunidades para desarrollar sus potencialidades económicas, educativas y sociales.

Pero es cierto también que en poco tiempo se impusieron los triunfalistas y oportunistas del cambio, y peligrosamente dejaron de lado los esfuerzos que forjaron el cambio: talleres de reflexión política, capacitaciones políticas, producción ideológica y autocrítica política.

Se debe alertar sobre este peligro del triunfalismo. Y empezar a pensar en el año 2016, que parece lejos; pero es cerca desde las perspectivas sociales e históricas.

La borrachera del triunfalismo no es sostenible, si se abandonan los centros más importantes de este proceso de cambio: sindicatos, centrales, ayllus, capitanías, otbs y organizaciones barriales en todas las ciudades del país.

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