- Conflictividad y legitimidad en Bolivia
Antonio José Montoro Carmona – rebelion.org
A veces cansa. Agota escuchar discursos encorsetados, perforados por unos medios de prensa que olvidaron su independencia, que abotargan con información que desinforma, con papeles que inundan los maltrechos cajones de sus cerebros adormecidos.
Y lo peor, lo peor de todo, lo que roba tu energía hasta hacerte llegar al hastío o la indiferencia, son los labios de los que salen las justificaciones de lo injustificable, labios que pertenecen a personas que en su vida diaria, en las cosas que realmente les tocan de cerca, no tolerarían ni una sola de esas afirmaciones que, desde sus cuerdas vocales hasta su boca (estoy convencido que no pasan por su cerebro), escupen hacia el exterior sin tener en cuenta la cara de idiota que queda en su interlocutor.
Cada vez me convenzo más del profundo daño que ciertos medios de comunicación de masas, objetos de consumo, ya no de información, están inflingiendo a la sociedad, a las sociedades, infiltrando de manera insidiosa y mezquina una visión de la realidad tergiversada, que no resiste el menor análisis ante la luz de los hechos, que desprende un tufo repelente a intereses egoístas, oscuros, lucrativos…
Así, con el único objetivo de librarme del ahogo que me produce recordar una conversación de hace apenas unas horas, voy a tratar de identificar algunas de esas “opiniones”, ideas fuerza, explicaciones, etc., vertidas, a mi modo de ver, para esconder aviesas intenciones, que maltratan la verdad y que solo demuestran un doble rasero que desenmascara la calidad moral de sus autores, editores, redactores, seguidores…
La llegada del gobierno actual ha generado conflictividad política en Bolivia:
Durante los 300 años de colonia española, y los 200 años de independencia y vida republicana, la mayoría indígena, y los grupos sociales surgidos del proceso de modernización, permanecieron en la más absoluta marginación y exclusión, sufriendo condiciones de vida deplorables, siendo objeto de explotación como fuerza de trabajo en condiciones de semi-esclavitud, sin acceso a educación, a salud, a infraestructuras.
Considero que en esas condiciones (cuando Bolivia ocupaba el lamentable honor de encontrarse a la cola del desarrollo, en el podium de la pobreza en el continente americano) el conflicto ya existía, se encontraba latente, expresándose en circunstancias y contextos aislados, sin una vía de manifestación efectiva que vehiculase todo el descontento acumulado.
El gobierno actual no es más que esa expresión necesaria, ese símbolo de fin de una época y comienzo de otra, marcada por el impulso emancipador de una masa popular que, tomando como referencia las últimas citas electorales, supone entre el 55 y el 60% del total de la población.
Sí, es cierto que el conflicto se ha evidenciado, se ha intensificado, ya no se esconde detrás de una supuesta normalidad democrática heredada de las dictaduras de los años 70 y 80.
¿Por qué se intensifica justo ahora?
1: Porque los grupos que impusieron su voluntad al resto del país no están dispuestos a ceder ni un milímetro de sus privilegios acumulados ilícitamente a lo largo de décadas.
2: Porque los grupos que fueron oprimidos históricamente han decidido poner fin a esa situación, y para ello necesitan acabar con los privilegios de las élites económicas y políticas.
No se puede culpar al dormido de haberse despertado…, ¿no? – Ausencia de legitimidad por que el gobierno no ganó en los departamentos del oriente boliviano.
Dicen los economistas que “la estadística es el arte de torturar los datos hasta que digan lo que tú quieras que digan”.
La idea señalada, que los medios utilizan como el eje vertebrador de todo su discurso, nos muestra un claro ejemplo de este dicho y del doble rasero con el que analizan hechos similares en contextos diferentes.
Para tratar de rebatir el argumento de una supuesta falta de legitimidad del gobierno actual, voy a hacer una breve comparación entre los resultados de los dos principales partidos políticos en los últimos procesos electorales generales en España (2008) y en Bolivia (2005)*.
Para establecer esta comparación, partamos de las tendencias generales expresadas por los medios de comunicación: la legitimidad del gobierno español es indudable vs la legitimidad del gobierno boliviano está puesta en duda.
RESULTADOS GENERALES
BOLIVIA (diferencia con el segundo partido: 25,14)
Movimiento Al Socialismo (MAS): 53,74%
Poder Democrático y Social (PODEMOS): 28,6%
ESPAÑA (diferencia con el segundo partido: 3,53)
Partido Socialista Obrero Español (PSOE): 43,64%
Partido Popular (PP): 40,11%
RESULTADOS POR DEPARTAMENTOS (9) (Bolivia)
COMUNIDADES Y CIUDADES AUTÓNOMAS (19) (España)
Nº de departamentos donde ganó el MAS: 5 (55%)
Nº de Comunidades Autónomas donde ganó el PSOE: 8 (42%)
Nº de departamentos donde perdió el MAS: 4 (45%)
Nº de Comunidades Autónomas donde perdió el PSOE: 11 (58%)
Nº de departamentos donde el MAS obtuvo mayoría absoluta: 5 (55%)
Nº Comunidades/ciudades autónomas donde PSOE obtuvo mayoría absoluta: 2 (10,5%)
Nº de departamentos donde PODEMOS obtuvo mayoría absoluta: 0 (0%)
Nº Comunidades/ciudades autónomas donde PP obtuvo mayoría absoluta: 5 (26,31%)
Estos datos, obtenidos rápidamente navegando por Internet, nos muestran que si la línea argumental que están aplicando en Bolivia fuese aplicada para el caso español, y viceversa, podríamos obtener titulares de este tipo:
“Zapatero pierde en casi el 60% del territorio estatal”/ “Morales triunfa en el 55% del país”
“Apenas un 3% del electorado da una victoria ajustada al PSOE” / “Victoria abrumadora del MAS por una diferencia de 25 puntos”
“El PP duplica las comunidades del PSOE donde obtiene mayoría absoluta” / “La oposición no logra mayoría absoluta en ningún departamento, el MAS arrolla en 5 departamentos”
“La legitimidad del gobierno es puesta en duda en 11 comunidades autónomas” / “Ningún departamento pone en duda la legitimidad del gobierno”
“En Madrid y Valencia rechazan el actual gobierno por más de 10 puntos” / “En La Paz y Cochabamba el MAS aventaja a PODEMOS en más de 40 puntos”
Todo depende desde donde se mire… ¿verdad?