País reincidente
Camilo Katari / katari.org
Somos el hazmerreír del mundo, como escribió un colega. De país ejemplo en el continente hemos pasado a ser, nuevamente, un país que pide limosna para superar sus problemas.
Son más de dos mil millones de dólares que el gobierno ha recibido como ingreso para frenar el avance del Covid 19, pero no hemos visto ni un solo plan nacional, que devuelva la tranquilidad a un pueblo que está viviendo en un estado de inseguridad física y psicológica.
La fotografía del gobierno nos muestra un Ministro jugando con muñecos públicamente, una Canciller desautorizada por su Embajador, la misma Canciller que no se pronuncia cuando un Cónsul del Estado deposita la soberanía nacional a otro Estado, una presidenta que no cumple con la Constitución Política del Estado, otro Ministro con una personalidad paranoica que ve fantasmas, para justificar su delirio de grandeza.
Un Tribunal Constitucional mudo mientras no se respetan los derechos constitucionales; presos y presas, que no tienen derechos, Ministros cuya única gestión es realizar declaraciones en contra del gobierno anterior, unas FFAA que salen a combatir el COVID 19 con armas de fuego, un Ministro que amenaza con hacer desaparecer en 10 segundos a un ciudadano…en fin, y para terminar un par de periodistas convirtiendo en un “reality” la muerte de un ser humano.
Bolivia se encuentra en otro momento de crisis
El nuevo siglo comenzó con una ruptura del viejo sistema político, ese de la democracia “pactada” que fue un recambio de la misma elite neoliberal. Esta ruptura, es violenta se consolida en las calles de la ciudad de El Alto, donde el pueblo pone su cuota de sangre, como siempre, para reconquistar el derecho a la vida.
Esta crisis, ha demostrado la persistencia de un racismo violento, solamente comparable a los sucesos de 21 de julio de 1946, cuando se manipuló a la población para colgar a un presidente que se había declarado “más amigo de los pobres”, esa declaración le costó la vida.
En noviembre del 2019 el objetivo fue el mismo, no podemos olvidar como se quemaron viviendas de personas ligados al MAS. Hoy los promotores de esos hechos proclaman la vida, se declaran partidarios de defender la vida, ya no pueden hablar de la democracia, la palabra les quema el cerebro, ya no pueden hablar de paz pues son los violentos, ya no pueden hablar de Dios, pues han quebrado todos sus mandamientos.
La falta de ética y vergüenza humana, les permite cometer los latrocinios a la vista de todos, en pleno día, se regodean con el manejo arbitrario del poder, Sergio Almaraz hace el retrato exacto de estos personajes, que se repiten en nuestra historia, cuando señala: “Se sentían dueños del país pero al mismo tiempo lo despreciaban”.
¿Por qué tenemos una especie de eterno retorno de nuestra historia?
La respuesta, que sugerimos, es porque nunca hemos terminado de construir un Estado, no hemos logrado superar una estructura enclavada en 1532, no superada en 1826, en 1899, en 1952, ni en el periodo 2006 – 2019, la tarea, más allá del retorno a la democracia es consolidar el Estado Plurinacional, única posibilidad para superar, las pulsiones de las cleptocracias temporales.
Una evidencia de este retorno perverso de nuestra historia se encuentra en Sergio Almaraz: “La bandera de Noviembre fue esencialmente moralista: la ‘institución tutelar’ (ejército) se levantaba contra la violencia y la corrupción administrativa.
Una moral abstracta, cobertura de todos los movimientos contrarrevolucionarios, servía a los fines de movilizar el moralismo de las clases medias. Los gestos de austeridad flotan sobre el mar de negociados”. Noviembre de 1964 y noviembre del 2019; tragedia y comedia como señalo Carlos Marx.
Del “quédate en casa” a “sálvese quien pueda”
Camilo Katari
No puede ser que los bolivianos y bolivianas, que supuestamente no tenemos “alma de esclavos”, hayamos soportado por más de 70 días con bastante disciplina una cuarentena, mientras el gobierno continúa cometiendo los atropellos más perversos a los derechos humanos.
Las señales que hemos recibido del gobierno de facto, las fue acatando el pueblo como si fueran animalitos sumisos que los llevan de un lado a otro, en muchos casos sin saber cuál sería el destino final. Dicen respetar la constitución, pero la violan las 24 horas del día; nos dicen que protegen nuestra seguridad y nos inician una guerra psicológica, sacando a soldados, fuertemente armados a las calles.
Las consecuencias del desastre en enfrentar la crisis de salud pública, se evidenciarán con mayor fuerza en lo que va estos próximos meses, porque con medidas improvisadas ni un plan serio y planificado, no ha sido posible responder a las demandas de la salud, que hoy padecen miles de miles abandonados a su suerte como lo que ocurre en Beni y Santa Cruz.
¿Cómo es posible que no se utilice un hospital, tal vez el más grande del sur del país, de la ciudad de Potosí? Y porque tenía los colores del MAS no se utilizó otro hospital de tercer nivel como es el de Montero, que tras el aumento de la pandemia, recién se dan cuenta que era necesario contar con un nosocomio que reúne todos los requerimientos para esta emergencia.
Su estrechez del significado de la política como el depositario del bien común, le ha llevado a negar la existencia de hospitales y centros de salud existentes, para que funcionen como centros de atención exclusiva a los sospechosos y a los portadores del virus. No puede aceptar que sí hubo inversión en hospitales, sostener una mentira a costa de la vida de seres humanos nos demuestra la talla de los gobernantes.
Ahora que tienen al enfermo en peor estado (por los datos de infectados y muertos que suben cada día) el gobierno se desentiende y echa a rodar medidas para el “sálvese quien pueda”, como anunciando que se vendrá una hecatombe sin proporciones y que no está en posibilidades de contenerlo.
Para colmo de males se hicieron la burla en nuestras narices cuando vimos como un ministro autorizaba el traslado de la hija de Añez a celebrar un cumpleaños y otra ex miss se da el lujo de pasear el país con el mismo fin, mientras una gran parte de los bolivianos seguía el libreto gubernamental del “quedarse en casa” y no salir a protestar.
Pero hay más de las incoherencias cuando otra vez lanza medidas que, desde cualquier lente critico no se acomodan a la coyuntura real de nuestro país que vivirá su “flexibilización”, como señal de respiro para acomodarse a un nuevo tiempo, que podía haberlo vivido hace más de 30 días.
El gobierno se lanzó hace un par de semanas duramente contra las protestas de los vecinos de Kara Kara, de barrios de Trinidad, de Santa Cruz o de El Alto por la famosa flexibilización, estigmatizando su accionar y reproduciendo conductas raciales desde discursos de las autoridades que criminalizaron a los movilizados en tiempo de cuarentena.
De esta manera, el gobierno de Áñez, buscaba un chivo expiatorio para arremeter con una estrategia discursiva para inflar un ambiente de tensión, y así tener una cortina de humo que distraiga a la opinión pública de los casos de corrupción que enlodan más a la actual gestión gubernamental.
Las protestas calificadas de ‘políticas’, anunciaron una demanda que este gobierno no supo responder, ya que los bonos entregados solo fueron un gesto de alivio, no una respuesta a su demanda cotidiana de pan. La lucha por el pan es pues política, por lo tanto como derecho está garantizado en la CPE, específicamente en el artículo 26, y en sus aspectos generales en los artículos 14, 21 y 22; quién altere estos derechos se encuentra actuando al margen de la CPE.
El pueblo obediente de la ley ha soportado el encierro, las privaciones, mientras cada vez que el pueblo se levantaba para protestar había cortinas de humo para desviar la atención, pero ya está llegando a los límites de la tolerancia y no será la pandemia que logre frenar la protesta y la rebelión popular.
Quizás por estas razones los sonidos de los pututus, de cacerolazos siguen haciendo eco por dondequiera. Y si en este tiempo de flexibilización volverán las protestas, no solo será por el hambre, será también por democracia que el pueblo demanda que se llame muy pronto a elecciones!
El retrato de un gobierno dictatorial
Camilo Katari
En 1974, luego de la llamada “Masacre del Valle”, el dictador Hugo Banzer Suárez autorizo “matar a comunistas”.
En 1980, el Ministro del Interior de la dictadura, Luis Arce Gómez, amenazó al pueblo con caminar “con el testamento bajo el brazo”, hoy en pleno siglo XXI, este 2020, el Ministro de Defensa amenazó a un ciudadano con hacerlo “desaparecer en 10 segundos”.
En los años 60 durante el gobierno de René Barrientos, Domitila Barrios, perdió a su hijo en la cárcel; en 2020, Patricia Hermosa, ex jefa de gabinete de Evo Morales, es víctima de la represión y también pierde su hijo en la cárcel. Este es el retrato de una sociedad que siempre ha vivido con una espada de Damocles, que en América Latina se llama dictadura.
Se ha escrito bastante acerca de la psicología de los militares y policías, de los complejos que acumulan en su proceso de condicionamiento, “el soldado no piensa, obedece”, es la máxima central del funcionamiento de la lógica militar, por eso le molesta (como cuerpo colectivo) la acción civil que no obedece órdenes.
La dictadura tiene ese mismo concepto de la población y el ejercicio del poder tiene que ser evidente, por eso la persecución, detenciones arbitrarias, torturas y finalmente las masacres. Estamos en un evidente proceso dictatorial, comprobable a cada momento, cada día y a toda hora, el pretexto para estas acciones es, paradójicamente, “el cuidado de la salud”.
Como toda actitud dictatorial no se cuidan las formas se obra según las órdenes recibidas, así se designan cónsules, se nombran directores a personas que minutos antes se encontraban encarcelados por delitos contra el Estado, se utilizan los bienes públicos en traslados privados y particulares, se regalan los dineros públicos a “fraternidades” carnavaleras, se desfalcan las arcas estatales, todo esto para demostrar quién tiene el poder y quién manda en el país.
El retorno a la normalidad democrática, se alarga cada vez con las justificaciones basadas, otra vez, en preservar la salud, se olvidan estos voceros del prorroguismo que la salud mental es una variable que condiciona la salud del cuerpo humano y social.
Por eso la urgencia de volver a la normalidad democrática como forma de vida que fue interrumpida por un engaño masivo a un sector de la población sobre la base de dos discursos, el primero, un discurso racista que no soportaba el protagonismo de los pueblos originarios, y el segundo, el discurso de “fraude electoral” cuyo exponente máximo es Carlos Mesa apoyado luego por la OEA, que debe rendir cuentas a los estudios actuales que han demostrado las debilidades del informe de “irregularidades” en el proceso electoral de octubre del pasado año.
Bolivia precisa terminar lo más pronto posible con el régimen dictatorial, porque está destruyendo un futuro de seguridad económica social y política de nuestro país. Sabemos por nuestra experiencia, que los asaltantes del poder disfrutan de los dineros mal habidos, y luego de fugar del país retornan con la protección jurídica-política que han comprado.
La resistencia activa emprendida por maestros, federaciones, juntas vecinales, Alcaldes y Concejales, autoconvocados, grupos de jóvenes, artistas, etc., no tiene una dirección política que logre unificar estos esfuerzos para que se vuelva real la afirmación que “un puño es más fuerte que cinco dedos”.
El débil compromiso electoral tiene activistas dirigidos desde el gobierno para impedir las elecciones, un Ministro ha hecho evidente esta intensión, señalando en resumen, que los médicos deberían definir si existe o no elecciones, todo un pensamiento ideológico encaminado al prorrogismo.
¡Sólo el pueblo salva al pueblo!