Jeanine Áñez, una hiena que suelta mentiras por el hocico
Javier Claure C. Sociólogo / katari.org
Los fariseos eran un movimiento político religioso que existía en la época de Jesucristo. Se consideraban superiores a los demás, ajustaban la ley al pie de la letra y cuidaban mucho su estatus social. Creían en el infierno y en el paraíso después de la muerte, dependiendo del comportamiento terrenal de cada individuo. No obstante de ese exagerado esfuerzo, su conducta no encajaba con lo que pregonaban.
Eran personas de doble moral. Jesucristo les decía: ”Mira, ustedes, los fariseos limpian por fuera la copa y el plato, pero por dentro están llenos de codicia y maldad. Insensatos” (Lucas 11:39,40). Otra advertencia reza: ”Tengan cuidado con la levadura de los fariseos que es hipocresía” (Lucas 12:1).
Después del golpe de Estado en Bolivia, me he puesto a pensar cómo funcionan las neuronas de un cerebro ultra fascista, en el momento de explicar hechos objetivos. Este es el caso de Jeanine Áñez, y de todas las personas de su Gobierno.
La tecnología forma parte de nuestras vidas, y ha revolucionado muchas áreas del campo social: el periodismo, la economía, las relaciones entre individuos, el comercio, la literatura, la política, el amor, etc. Todo el mundo lleva un celular en el bolsillo, y se puede filmar lo que pasa alrededor de uno. Pero también es posible subir una filmación a YouTube. Por lo tanto, hoy día es muy difícil tratar de ocultar o mentir sobre hechos que han ocurrido y que, además, están expuestos en las pistas digitales. Asimismo, existen informativos y periódicos que difunden las noticias imparcialmente.
Para analizar los mensajes que la autoproclamada presidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, suele dar a su pueblo, voy a tomar como referencia la obra teatral, ”El pato salvaje”, del dramaturgo noruego Henrik Ibsen (1828-1906). La obra en sí, refleja una lucha entre la mentira y la verdad. Ibsen hablaba de las ”mentiras vitales”, refiriéndose a esas mentiras o fantasías que utilizan las familias para ocultar verdades que pueden dañar la convivencia familiar.
Dicho de otro modo, una ”mentira vital”, es una mentira que oculta la verdad. Y que al ser descubierta, es demasiado poderosa para encarar al mentiroso o a la mentirosa. Es entonces cuando se desencadenan dichos y situaciones falsas que, en ciertos casos, la tragedia es una resultante inevitable.
Los protagonistas de ”El pato salvaje” son Hjalmar Ekdal y Gregorio Werle. Hjalmar es un hombre que se encuentra, aparentemente, feliz con su familia; pero vive bajo un paraguas de mentiras y falsedades. Así justifica su existencia y su proyecto de vida. Mientras que Gregorio, amigo de infancia de Hjalmar, es la otra cara de la medalla. Es una persona amante de la rectitud y con un alto grado de moralidad.
En este sentido, Gregorio se empeña en que su amigo Hjalmar sepa la verdad de su familia porque, según su apreciación, así podrá alcanzar la felicidad y la paz espiritual. Pero dado el desenlace de esa maniobra, el efecto es todo lo contrario. Hjalmar cae en la desgracia al ser expuesto a la verdad.
Actualmente Jeanine Áñez juega el papel de Hjalmar, porque vive en un mundo de calumnias, de mentiras y de embustes. Así justifica su existencia en el Palacio Quemado. Y su engañoso proyecto político tiene la forma de una ametralladora desde donde lanza decretos, palabras necias y balas que matan.
Es por eso que su discurso a la nación, el día miércoles 22 de enero, en un 90 %, estuvo impregnado de mentiras vitales. De esas mentiras respaldadas por el Ejército, por la Policía y por Estados Unidos. Áñez no es una mujer inteligente. Ni mucho menos conocedora del funcionamiento de una sociedad libre y democrática. La ignorancia que le rodea, y su conducta al estilo Melgarejo, hacen de ella una mujer trasnochada, caradura y sin ética.
Su llegada al Palacio Quemado, como todos saben, no es por méritos, no es por votos, no es por carismática, no es porque tenga dotes de líder ni por capacidad intelectual. Obedece más bien a la resolución de una “juntucha” de malhechores de guantes blancos.
María Galindo, valiente ex columnista del periódico Página 7, en su programa “Barricada” entrevistó al ultraderechista Waldo Albarracín, rector de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA, La Paz) y miembro de la Coordinadora Nacional de Defensa de la Democracia (Conade).
Albarracín confesó que el diez de noviembre del año pasado, a las seis y media de la tarde, a espaldas de los bolivianos y de las bolivianas, le citaron a una reunión que se llevó a cabo en la Universidad Católica de La Paz. Desde ese lugar, anticonstitucional e irrespetuoso de las leyes democráticas, decidieron quién iba a ocupar la silla presidencial, después del golpe de Estado contra Evo Morales y su Gobierno.
Según Albarracín, Jeanine Áñez fue elegida por la Iglesia Católica, por Jerjes Justiniano representando a Luis Fernando Camacho y el Comité Cívico de Santa Cruz, por el embajador de Brasil en Bolivia; representando al fascismo de Bolsonaro, por Ricardo Paz en representación de Comunidad Ciudadana (Partido de Carlos Mesa) y el mismo Waldo Albarracín representando a Conade.
Aunque también, a estas alturas del partido, se sabe que han maniobrado otras personas como Jorge Quiroga, Carlos Mesa, el general William Kaliman Romero (ex comandante en jefe de las Fuerzas Armadas), Erick Foronda Prieto, el general de la Policía, Vladimir Yuri Calderón, el general Rómulo Delgado, etc. Todos ellos agentes de la CIA en Bolivia.
Pero, además, hay voces que dicen que Jeanine Áñez habría exigido, al menos, 200 mil dólares para asumir la presidencia. Es así que Áñez, sin haber jugado jamás un papel preponderante en la política boliviana, entra al Palacio Quemado, el 12 de noviembre, a media noche y con un puñado de personas a su alrededor.
A partir de ese momento empezó a gobernar Bolivia con métodos dictatoriales, con tintes de racismo, de represión, de sectarismo, de abuso de poder, de terrorismo etc. Es decir, el fascismo más brutal, nunca visto antes; ni siquiera en tiempos de dictaduras militares, se apoderó de Bolivia.
Voy a tomar algunos ejemplos. Veamos que dijo Áñez en su discurso a la nación:
Jeanine Áñez (JA): “Cuando recibí la presidencia en un momento convulsivo, me encomendé a Dios para que me diera fuerzas y me iluminará. Mi objetivo era lograr la paz. Oré mucho, muchas veces de rodillas tuve que tomar decisiones con firmeza ante la violencia. No había otro camino. Nuestro norte ha sido derrotar a la violencia sin usar violencia”.
Lo primero que se puede observar en este párrafo, es que Áñez, en un intento de querer congraciarse con el pueblo boliviano, después de que su Gobierno ha cometido crímenes de lesa humanidad, utiliza en pocas palabras el fascismo clerical.
Está acostumbrada a hablar de Dios, de la Biblia y llora en ciertas ocasiones. Pero esas lágrimas son la expresión de un subconsciente que apuñala su corazón. Por el momento está envalentonada. Se siente fuerte y protegida por el Ejército. Es déspota, soberbia e indolente.
Sin embargo, sabe muy bien que cuando se haga el ajuste de cuentas, no habrá perdón ni clemencia para ella. Campesinos, mineros, soldadores, pequeños comerciantes, albañiles, cargadores, habitantes de Sacaba y de Senkata en la ciudad de El Alto; serán los jueces en el momento justo y necesario.
Aparentemente cae de rodillas y ora con la boca chueca, porque todo lo que ha hecho hasta ahora es una verdadera blasfemia contra Jesucristo. Fíjense las tremendas mentiras que dice: “mi objetivo era lograr la paz”, “… derrotar a la violencia sin utilizar violencia”. Pero no se logra la paz, dictando un decreto (DS 4078) que dio inmunidad a los militares. Pues, en este orden se dieron las masacres en Sacaba y en Senkata.
En esos sectores murieron 36 personas por balas lanzadas desde tierra y de helicópteros por la Policía y soldados del Ejército boliviano. Decenas de personas fueron heridas de bala y se registraron cientos de detenidos ilegalmente como también desaparecidos. Las persecuciones, los amedrentamientos, los abusos sexuales contra las mujeres detenidas, las calumnias, la guerra psicológica contra militantes del MAS, las amenazas a periodistas y a defensores del pueblo, el acoso político, la no libertad de expresión, el abuso de poder, el uso injusto de las palabras terrorismo y sedición para juzgar a las personas que no tienen las mismas ideas fascistas que Áñez y Murillo.
¿Eso no se llama violencia?
JA:” Debemos unirnos, acabar con las divisiones para que todos podamos vivir con tranquilidad. Desde que llegamos al gobierno, tomamos acción para retornar a la tranquilidad del país, usando la fuerza de la ley y el diálogo. Manejar los recursos públicos con transparencia y rebatir la corrupción en su origen. Cuando se asume la función pública es para proteger al pueblo, no para robarle, quitarle el pan de la boca, ni mucho menos agredirle”.
El Gobierno de Áñez ha creado un ambiente divisionista. Para empezar; Áñez dio su discurso a la nación vestida de verde y blanco, los colores de la bandera de algunos departamentos del Oriente boliviano. Así dio un claro mensaje separatista, dividiendo a Bolivia entre Oriente y Occidente. Desde que Áñez asaltó el poder, nunca existió un diálogo con los militantes del MAS. No existe la tranquilidad. La gente tiene miedo de opinar en contra del Gobierno de facto.
No hay seguridad en Bolivia. En el pasado los comunistas eran los enemigos de las dictaduras militares. Hoy en día, han salido a la luz miles de fascistas. Un vecino puede ser un enemigo potencial. Además, existen, en ciertas ciudades, los comités cívicos, los motoqueros y grupos paramilitares. Delincuentes que han sido pagados para incendiar viviendas, recintos electorales, transgredir el orden social y patear a mujeres de pollera.
Esto demuestra el caos existente en Bolivia. No hay transparencia en los manejos públicos. Existe un nepotismo elevado a la enésima potencia en la dictadura de Jeanine Áñez. Carolina Ribera Áñez (la hija mayor de de J. Áñez) es representante de la Unidad de Apoyo de Gestión Social de la Presidencia. Andrea Áñez (prima de J. Áñez) directora de Vivienda Social, fue destituida. Pablo Alejando Áñez (gastrónomo, sobrino de J. Áñez) es gerente de Ende-Bolivia, Servicios y Construcciones. Luis Alberto Áñez (primo de J. Áñez) es el viceministro de Desarrollo Rural. Brishellen Áñez (sobrina de J. Áñez) es directora de protocolo, Casa del Pueblo. Rodrigo Áñez (sobrino de J. Áñez) es Director Nacional del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas. Rodolfo Áñez (sobrino de J. Áñez) es Gerente de Zona Franca Cobija. Gustavo Serrano (yerno de J. Áñez) es el Viceministro de Autonomías.
Desde el golpe de Estado hasta la fecha
Es decir, en cinco meses; la corrupción ha crecido exponencialmente. Solo por citar un puñado de casos: La aerolínea estatal Boliviana de Aviación (BoA), según la diputada de Unidad Demócrata, Claudia Mallón, perdió más de 79 millones de Bs. (11.449.275,36 USD) debido a la reducción de itinerarios durante el Gobierno de facto. Muchas rutas fueron trasladadas a la línea aérea privada Amazonas. Está claro que a la señora Áñez, no le interesa el progreso de Bolivia ni de su pueblo. Lo que busca es privatizar las empresas del Estado.
Elio Montes, ex gerente de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel), cuyo sueldo era de 30000 Bs. (4.347,83 USD), de acuerdo al periódico Página 7, en menos de 30 días de trabajo; desfalcó 86 899842 (12.594.180,00 USD). El monto se repartieron entre él, y 13 compinches alegando que se trataba de “finiquitos”.
Henry M, ex director general de Estrategias del Viceministerio y Eugenio H. jefe de la Unidad de Difusión, fueron detenidos por cobrar dinero a cambio de contratos de publicidad gubernamental. Asimismo, el exjefe de la Unidad Financiara, Jorge M. pidió el 10% para desembolsar 152.000 Bs.(22.028,99 USD) a una tercera persona por concepto de servicios.
El caso más grave, sin duda alguna, es un avión con matrícula norteamericana que salió de Bolivia con 1000 kg de cocaína. La droga fue cargada en Guayaramerín, a 447 km de donde nació Jeanine Áñez, y debía llegar a EEUU. Se especula que el dinero de la cocaína era para financiar los gastos de campaña de Jeanine Áñez.
Como podrán observar Áñez usurpó el poder con dobles intenciones. Los Áñez son oriundos de San Joaquín, un pueblo del Beni en el Oriente boliviano, y provienen de una familia de clase media pobretona. Según Wikipedia, San Joaquín fue fundado el 21 de agosto de 1709 por padres Jesuitas. Las actividades laborales son la agricultura, la pesca, el comercio y la ganadería.
El agua en San Joaquín no es potable. Un 80 % de las viviendas tienen acceso a agua mediante cañerías y grifos. Y el 20% de las viviendas restantes tienen un pozo familiar. La electricidad se produce a base de diésel y hay apagones de luz. Queman la basura. Hay tres tipos de vivienda. Viviendas cómodas de lujo, donde viven ganaderos y comerciantes.
La clase media vive en casas cómodas de material tradicional. Y los pobres viven en casas hechas por ellos mismos, con paredes de barro o tabiques de madera, y con el techo cubierto con palmeras de motacú. San Joaquín cuenta con siete unidades educativas.
Ese es el pueblo que vio nacer a Jeanine Áñez. María Galindo en su artículo titulado Jeanine: ¿usurpadora, sustituta, subalterna? escribió: “La imagino de niña, correteando pata pila o con chinelas heredadas, como la niña morena de entre cientos de niñas morenas que aprenden, antes que a leer, a odiar el color de su piel y sus cabellos, porque a ese remoto lugar donde no llegó el Estado, llegó Barbie y Coca Cola, anunciando felicidad”.
Haciendo una deducción lógica, los Áñez jamás pertenecieron a la “burguesía” de San Joaquín. Probablemente eran desempleados. Y quizá nunca se levantaron a las 7 de la mañana para ganarse, honestamente, el pan de cada día. Y claro, ahora que la tía está de “presidenta autoproclamada” vienen, como moscas a la miel, sin escrúpulos ni moral. Su único objetivo es arrebatar trabajos que no les pertenece, y que, además, no están capacitados para ejercer el cargo que tienen.
En resumidas cuentas: los Áñez se están embolsillando el dinero del Estado boliviano en cantidades industriales. ¡Cómo nunca tuvieron nada en su pueblo, pues ahora a robar! De la noche a la mañana, se han convertido en sicarios de su matriarca que les abre el camino por encima de las leyes. Jeanine Áñez y su Gobierno no están protegiendo al pueblo, sino más bien sus propios intereses, los intereses de Estados Unidos y de unas cuantas familias del fascismo boliviano.
”Bolivia es un país que se respeta y que nadie debe subestimarlo”
Es cierto, después de la independencia de Bolivia, en 1825, el único presidente que hizo respetar a Bolivia, además de lograr conquistas sociales, es Evo Morales Ayma. Gracias a Morales, Bolivia ocupa un lugar especial en el mapa mundial.
JA: “Tenemos un país verdaderamente soberano. Bolivia está en manos de los bolivianos”.
Falso, existe injerencia autoritaria de Israel y Estados Unidos, dos Estados criminales que han matado mucha gente durante la historia de la humanidad. Washington ha enviado millones de dólares a Bolivia para orquestar los disturbios contra Morales. Su objetivo es apoderarse del litio y de las riquezas naturales. Por eso Donald Trump apoya la dictadura de Áñez. Y, por lo tanto, el títere de Áñez y su Gobierno obedecen, al pie de la letra, las instrucciones de Trump. Desgraciadamente Bolivia ha vuelto a esos años en donde la Embajada de Estados Unidos, en La Paz, dictaba lo que tenían que hacer los “pseudo presidentes”.
JA: “El año pasado fuimos capaces de derrotar un fraude electoral. Fuimos capaces de recuperar la libertad y la democracia”.
Falso, Áñez tiene amnesia y en sus momentos lucidos, el despotismo se revela por los poros de su cara. El informe de la OEA sobre las elecciones de Bolivia habla de irregularidades. En ningún momento se menciona la palabra “fraude”. Es más, la OEA, con el canalla de Luis Almagro a la cabeza, es cómplice del golpe de Estado. Varios informes indican que ni la OEA, ni nadie pudo demostrar que hubieron “irregularidades sistemáticas” en las elecciones de octubre del año pasado.
El Centro de Investigaciones Económicas y Políticas, con sede en Washington, realizó un estudio donde señala que Evo Morales fue el ganador de las elecciones. Asimismo, los investigadores, del Laboratorio de Ciencias y Datos Electorales del Instituto Tecnológico de Massachusetts, advierten: “Evo Morales ganó con alta probabilidad sin cometer fraude en los comicios presidenciales de octubre pasado, tras los cuales fue obligado a abandonar el poder por los militares”.
Otro estudio elaborado por Walter Mebane, investigador en ciencias políticas de la Universidad de Michigan, confirma que no hubo fraude en las elecciones pasadas en Bolivia, y critica el juicio emitido por la OEA. Jeanine Áñez repite mucho las palabras paz, democracia y libertad, pero en la realidad no entiende el significado de esos términos.
Para terminar, Áñez no tiene legitimidad representativa y actúa con brutalidad. Lleva un odio roedor, en su médula espinal, contra los pueblos originarios, contra Evo Morales, contra los militantes del MAS (Movimiento al Socialismo) y contra todas las conquistas sociales que logró el Gobierno de Morales. Por eso mismo, se empeña en desacreditar al anterior Gobierno.
Jeanine Áñez se caracteriza por su doble moral y su hipocresía ante el pueblo boliviano. La Biblia que lleva en sus manos está teñida de sangre por los muertos y los heridos de Senkata y de Sacaba. Su levadura política está empapada de odio, de ambición personal y de maldad. Áñez es una farisea de doble filo, y sus mentiras vitales pronto serán puestas en tela de juicio. Y en efecto, al igual que el dictador Luis García Meza, su destino será la cárcel de Chonchocoro.