Toda la Abya Yala en lucha: del Saqueo colonial
Cecilia Zamudio
Los pueblos se levantan, contra el empobrecimiento, contra las «deudas» que pactan las burguesías y que pagarán los pueblos, contra la depredación multinacional. La burguesía reprime para perpetuar sus privilegios, para perpetuar la acumulación capitalista que perpetra en base a la explotación de las y los trabajadores y en base al saqueo del planeta. Ya son varios los manifestantes asesinados por las herramientas represivas del Estado.
El gobierno ecuatoriano ha decretado el Estado de Excepción. Pero ni el Toque de Queda impuesto, ni los tanques, impiden la movilización masiva de varias decenas de miles de personas. Desde la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) expresaron el jueves 10 de octubre que la movilización popular no parará «hasta que el FMI salga del país», enfatizan que esta lucha «no es por hoy, por el precio de la gasolina solamente, es para evitar que nos hipotequen el futuro y que paguemos con hambre y pobreza de dos y tres generaciones, lo que no frenamos a tiempo hoy».
La lucha de clases continúa hasta que la pujanza de los pueblos logre construir una sociedad sin clases, sin clase explotadora ni clase explotada, una sociedad sin capitalismo, para poder construir un mundo libre de toda explotación.
El 12 de octubre es una fecha que marca el inicio del saqueo en base al cual fue perpetrada la gigantesca acumulación capitalista originaria que impulsaría la Revolución Industrial y la supremacía europea a nivel mundial, y que arrojaría a los pueblos del Abya Yala a siglos de colonialismo y posteriormente a siglos de neocolonialismo. Hoy, a 527 años del inicio del saqueo, seguimos constatando el carácter netamente imperialista y depredador en las actuales relaciones geopolíticas.
La clase explotadora en América Latina es la descendiente directa de aquella barbarie colonizadora, y es totalmente cómplice del saqueo que perpetra el capitalismo transnacional contra los pueblos.
El genocidio y saqueo perpetrados durante la colonia le permitieron a la aristocracia y a las burguesías europeas la acumulación capitalista originaria que propulsaría a Europa como metrópoli capitalista (la colonia poblacional inglesa que hoy se conoce como Estados Unidos, también se propulsaría como metrópoli capitalista en base al esclavismo y a la política expansionista de su burguesía que asumiría la continuidad depredadora contra el resto del continente). Las mayores fortunas mundiales se forjaron en base a la depredación, la deportación, la esclavización y el saqueo. Las actuales relaciones de poder entre metrópolis capitalistas y periferias del capitalismo tienen un origen histórico marcado en sangre.
El colonialismo europeo perpetró el genocidio más brutal de la historia de la humanidad en el continente que hoy se conoce como “América”: exterminó al 90% de sus habitantes tan solo en el primer siglo y medio de invasión (90 millones de personas). La colonización europea blandió “la espada y la cruz”: desgarrando los cuerpos de los rebeldes con las espadas y la pólvora, amputando culturas y lacerando identidad con la imposición de la religión católica.
La religión católica fue impuesta a sangre y fuego, siendo un instrumento de dominación de largo alcance, que hasta hoy aliena y somete. Los europeos se adueñaron de las tierras y riquezas del Abya Yala (América), violaron y saquearon, con el pretexto de que «Dios» así lo dispuso; entraban a saquear con un documento llamado el «Requerimento», que imponían a golpe de terror. Los niños indígenas que sobrevivieron a las masacres fueron educados en la religión católica, siendo descuartizado todo el que la cuestionara.
El objetivo de la colonización fue el saqueo y la explotación. Consta en el Archivo de Indias, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a Sanlúcar de Barrameda en España, 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América. Cientos de culturas fueron arrasadas por los europeos, millones de obras de arte transformadas en lingotes, como pequeños ataúdes que todavía gritan de espanto y dolor. Los invasores establecieron un impuesto a ser pagado por los indígenas en kilos de oro y riquezas, por habitar el continente que siempre habían habitado.
Tan solo en el saqueo de Coricancha, o en el rescate al Inca Atahualpa pagado a los secuestradores europeos, se evidencian los niveles de rapiña de los conquistadores. Pero ni el pago por el rescate más caro que registra la historia humana, 41 toneladas de oro y 82 toneladas de plata, sirvió para evitar el asesinato de Atahualpa a manos de Pizarro. Masacres y felonía, codicia y tortura, es lo que celebran los que festejan el 12 de octubre.
Eduardo Galeano escribe, en “Las Venas Abiertas de América Latina”, que tan solo el saqueo de la mina de Potosí le reportó a Europa unas ganancias descomunales, cuyo volumen en plata hubiera alcanzado para construir un puente de plata entre América y Europa (el volumen de plata saqueada que dio origen a esta metáfora de Galeano consta en registros).
Otro puente se podría haber construido con los cadáveres de los indígenas esclavizados en la mina: 8 millones de indígenas fueron reventados de explotación por los españoles, en la primera etapa de saqueo de Potosí. Un indígena esclavizado en Potosí tenía una esperanza de vida de dos meses en promedio (luego de ese lapso esclavizado, fallecía, y los invasores lo reemplazaban por otro indígena esclavizado). Asimismo, la mina de Ouro Preto en Brasil, se tragó la vida de millones de africanos y les reportó a los invasores capitales que serían decisivos para el capitalismo europeo. Al estar la Península Ibérica endeudada por causa de sus «guerras santas», los banqueros europeos cosechaban toda esa riqueza empapada en sangre humana y dolor.
La barbarie del colonialismo significa igualmente la deportación masiva de seres humanos perpetrada por los europeos desde África hacia América: al menos 33 millones de africanos fueron deportados, murieron dos tercios de ellos en los abominables trayectos, y el tercio sobreviviente fue esclavizado en el continente americano, así como sus descendientes durante siglos. La aristocracia y burguesía europea lograron la mayor acumulación de riquezas jamás vista, en base al saqueo del continente americano, en base a la deportación y esclavización de millones de seres humanos, en base al genocidio y la tortura.
Esa acumulación de riquezas sin precedente, fue la que le permitió al imperialismo europeo cimentar su supremacía a nivel planetario, impulsar la revolución industrial, y erigirse hasta hoy como metrópoli del capitalismo. Los Estados Unidos, antigua colonia poblacional inglesa, se erigieron igualmente como potencia capitalista en base al trabajo esclavo. Entre las mayores fortunas de Europa y de Estados Unidos, siguen actualmente figurando los descendientes de esclavistas y banqueros que amasaron riquezas en base al genocidio y la esclavitud.
La acumulación capitalista originaria se fraguó del saqueo y el genocidio, como lo señala Marx: “El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, el exterminio, la esclavización y el sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: tales son los hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos representan factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria”.
El 12 de octubre marca el inicio del saqueo que hasta hoy sigue empobreciendo a los pueblos de América para llenar las arcas de los saqueadores. Hasta hoy las multinacionales siguen explotando montañas y envenenando ríos, hasta hoy siguen talando bosques y fomentando mercenarios paramilitares para perpetrar masacres contra el pequeño campesinado, con la finalidad de desplazarlo forzadamente de las tierras codiciadas.
Hasta hoy sigue el imperialismo europeo y estadounidense urdiendo golpes de Estado (golpe en Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Guatemala, Honduras, desestabilización contra el Estado venezolano, y un largo etc.); hasta hoy sigue el imperialismo urdiendo planes de exterminio contra las y los revolucionarios (Plan Lasso, Plan Cóndor, Plan Baile Rojo, Plan Colombia, Plan Patriota, Plan México, etc.); hasta hoy sigue la injerencia imperialista apuntalando regímenes genocidas como el colombiano, por citar un ejemplo paradigmático de régimen del Terror funcional al saqueo capitalista, mantenido a punta de masacres y exterminio contra la reivindicación social y política de la clase explotada.
«El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza”, escribía Marx. El actual saqueo capitalista es la continuidad de una Historia de sangría. Pero la lucha sigue, y los pueblos del Abya Yala lograremos nuestra verdadera y definitiva independencia cuando nos liberemos del capitalismo y su barbarie, del saqueo neocolonial que impera, de la clase explotadora local y transnacional.
A nivel mundial, la clase explotadora incrementa cada día su guerra de explotación y saqueo: aumenta la tasa de explotación contra las y los trabajadores, y aumenta el saqueo de la naturaleza. La lucha de la clase explotada mundial contra la clase explotadora y por un mundo libre de toda explotación, es la única salida a esta barbarie, porque está más que claro que la clase explotadora no depondrá sus abyectos privilegios por sí sola.