Breve historia de la prensa indígena en Bolivia
Felix Layme Pairumani / Periódico Pukara, febrero 2006
Tratar el tema de las publicaciones populares en Bolivia es tocar un tema amplio, aquí solamente haré una reseña histórica sobre las publicaciones dedicadas al mundo indígena.
Hacer publicaciones indígenas es responder a las inquietudes y opiniones que se originan en las comunidades, es reflejar sus aspiraciones. No hay esa aproximación en los periódicos tradicionales. Éstos tratan estos temas como exóticos, solo para atraer lectores. Por ello surgen periódicos indígenas como medios alternativos de comunicación. En ésta era de Revolución Informática existen varios de estos medios, escritos en lenguas indígenas y en castellano. Sin embargo, para comentar esta actividad se debe dar una mirada al pasado, a la experiencia andina en edición de publicaciones. Ello ayudará proyectar con seguridad esta empresa hacia el futuro.
Prensa indígena y obstáculos
Un obstáculo para la prensa indígena ha sido el analfabetismo y la falta de tradición de lectura. Se han creado medios de comunicación alternativos en lenguas nativas sin el colchón del conocimiento escrito de esas lenguas. Un ejemplo fue el boletín creado en 1982 por el ente estatal de alfabetización. Se ha establecido últimamente por ley la educación intercultural y bilingüe, pero no existe un plan de alfabetización en lenguas nativas.
Para algunos es absurdo cultivar las lenguas indígenas en pleno siglo XXI. Sin embargo vivimos tiempos en que la homogeneización castellana ha cedido ante los paradigmas de alteridad, diversidad, horizontalidad, equidad… Están resurgiendo los valores indígenas con más fuerza y tienen proximidad con esos nuevos valores. En esta nueva visión de convivencia se han ido creando las publicaciones indígenas alternativas.
La historia de las publicaciones indígenas se inicia a principios del siglo pasado.
Hemos recogido la mayoría de las publicaciones escritas en idiomas nativos y castellano en los últimos tiempos y encontrado pioneros de la comunicación social escrita en lenguas indígenas. Si se han hecho estas publicaciones es porque hubo convicción para hacerlas y lectores que creyeron en esas obras, sosteniendo su publicación, al menos por algún tiempo. Algunas recibieron apoyo financiero, pero esa ayuda no estuvo a la altura de los editores. Creyeron que los modelos de desarrollo deberían ser absolutamente los occidentales. En realidad es la cultura la que genera riqueza en cualquier pueblo, sólo a partir de ésta se es creativo y se genera riqueza con responsabilidad.
Debemos también ser autocríticos. Estas últimas décadas muchos iniciaron publicaciones y pocos las continuaron. Creyeron que sostener un periódico era fácil y les ha costado muy caro, pues no lograron concluir su ciclo. Son pocos los que siendo creados en el sigloXX, han alcanzado el sigloXXI. Los que lograron esta hazaña no recibieron aplausos; más bien un silencio similar al del opresor. Es que el fracaso de estas publicaciones obedece también a nuestra propia idiosincrasia; a la falta de tradición de lectura, sea en castellano o en aymara y quechua; el analfabetismo y la falta de incentivos.
No ahondaremos aquí las características de estas publicaciones. Sólo recordaremos las que han dejado huella en la memoria del pueblo, alcanzando cierta notoriedad y logrando alguna secuencia de edición a pesar de las dificultades económicas. Trataremos también sólo de las publicaciones nacidas de la imprenta; por ahora postergamos las ediciones en mimeógrafo o en fotocopia que espero poder tratarlas en otra circunstancia.
Precursores de la prensa indígena
Fue Felipe Pizarro quien inició el primer periódico en lengua qulla (aymara), El Andino, escrito mayormente en castellano, con algunos artículos en aymara. Este periódico de información y defensa de los indígenas fue elaborado por un mestizo, lo que le confiere un valor especial. El número que comentamos es el 2, de fecha miércoles 29 de junio de 1921. Es un documento único en la historia del periodismo indígena. Es posible que meses antes haya salido el primer número.
El nacimiento de este periódico es admirable para su época. Su creación coincide con la sublevación y masacre de indígenas en Jesús de Machaca, en marzo de 1921. Se sabe que el autor y director del periódico, Felipe Pizarro, fue profesor urbano de larga trayectoria en el estudio y promoción de la lengua aymara. El citado profesor fue muy celebrado por instituciones culturales de la época.
Por otro lado, se sabe que Radio San Gabriel en 1955, cuando era campesina, estaba ubicada en Peñas y realmente cumplía el bien social sin dividir a los aymaras, publicó un periódico campesino en castellano con el título de El Campo. No hay mayores datos sobre su magnitud y alcance.
De los años 70 poseemos el segundo número de Voz Campesina, periódico en castellano, (2 de octubre de 1970). Tiene inclinación campesinista. En su portada se puede leer: «Órgano Oficial de la Federación de Trabajadores Campesinos de La Paz». Este periódico fue cofundado por Dr. ChacónRíos y Dionisio Osco, ambos de la provincia Ingavi, el primero de Jesús de Machaca y el segundo de Guaqui. Osco fue entonces Ejecutivo de la Federación Campesina de La Paz.
En el Norte de Potosí, en los años 1980, Acción Cultural Loyola editó un periódico en castellano dirigido al área rural. Su contenido era de vulgarización agrícola. Circuló desde hace varios años antes.
Las anteriores publicaciones son parte de una primera etapa en el periodismo indígena. Su historia aporta enseñanzas útiles para la edición de nuevas publicaciones.
Una nueva visión en la prensa alternativa
Una segunda etapa corresponde a los periódicos de la década de los años ochenta. Estos han sido escritos en lenguas indígenas aymara y quechua. Entre ellos descuella Jayma, fundado en 1982 en una comunidad de Jesús de Machaca. En sus inicios circuló en el campo y luego en la ciudad de La Paz. En esa época circuló también Yatiñasawa auspiciado por ILCA. Otro que se puede mencionar, en lengua quechua es Cono Sur, fundado en 1986 en Cochabamba, sin duda con una rica experiencia en su historia.
En lengua castellana, aunque de vez en cuando se publicaron notas en aymara, apareció, en octubre de 1983 el Boletín Chitakolla. Sin duda fue un buen medio de comunicación alternativo de la época. Como todos los periódicos indígenas, cumplió su ciclo o sucumbió ante el peso de su costo y falta de apoyo financiero. El último número, el 47, salió en mayo de 1995.
En esta época aparecieron otros medios escritos. Uno fue el periódico Yatiña, de la Asociación de Radialistas Nativos. Como muchos inició impreso en mimeógrafo, luego en imprenta, en tamaño tabloide. Sin embargo no pasó de tres números.
Los políticos indígenas no se quedaron atrás, los del MRTK-L crearon su periódico, llamado El Katarismo. Los del grupo FULKA tuvieron a Wiphala Katarista. En esta carrera de creación de periódicos los sindicalistas no se quedaron en sus sueños: Los de la CSUTCB fundaron El Pututu y los de la Federación de Campesinos Tupak Katari de La Paz, Machaq Aru. Con excepción deKatarismo, que alcanzó la decena de números, el resto desaparecieron como barridos por el viento.
Algunos de estos medios se mantuvieron, caso Jayma y Cono Sur, pese a todo. Jayma de hecho fue vocero de las primeras experiencias de educación bilingüe en los años noventa, mediante el convenio MEC-UNICEF. Poco después el EI Bedita el periódico educativo Wiñay que antes de los cinco números cayó abatido por su falta de visión.
En esa época nació en Jesús de Machaca otro periódico en aymara, el Sartasipxañäni. También cayó abatido por la incomprensión y falta de seguimiento. Su importancia y mérito fue haber nacido en el área rural y alcanzado una decena de números en su haber. De igual manera nacióAkhamaw, periódico en lengua aymara del Departamento de Lingüística y Lenguas Nativas de la UMSA. Fue un destello lejano sin el trueno que suscita el cambio y murió en su primer número.
Llegamos a la prensa indígena de la era del 2000. La acción de Jayma fue el labrar lento de la gota de agua que con el tiempo terminó horadándo la piedra. Jayma se constituyó en una paradoja. En su tiempo nadie creía que el aymara podría ser usado como instrumento de comunicación. Sin embargo prestigiosos periódicos nacionales albergaron la expresión en estas lenguas a través de Jayma y Kimsa Pacha – Ara Mboapi.
El legado de Jayma
La labor de estos órganos de prensa obraron sobre quienes negaban el valor de la lengua y cultura aymaras por la subestimación de los pueblos originarios, en virtud de la mentalidad neocolonialista. Después de los años 2000 periódicos de circulación nacional aceptaron publicar Jayma. Desde julio del 2000 a junio del 2001 salió como suplemento en el matutino PRESENCIA. Se publicó en forma diaria en dos planas, una para el quechua y otra para el aymara. Fue una experiencia extraordinaria y quizá pasará mucho tiempo antes de ser superada. Trabajar cotidianamente fue aleccionador para quienes se ocupaban de la redacción Fue también importante para el público aymara y quechua, que veía publicada en forma diaria información en su lengua materna.
Esta experiencia no estuvo exenta de ataques. Algunos envidiosos o enemigos «rezaban» para que fracasara esa iniciativa, o estallaban abiertamente en contra del uso de las lenguas aymara y quechua, lanzando críticas infundadas hacia esta iniciativa, con opiniones muy propias del siglo pasado. Para su suerte el matutino PRESENCIA murió, y con él Jayma. Pero de aquello nació un nuevo periódico llamado “Kimsa Pacha/ Ara Mboapi, esta vez junto al periódico LA PRENSA.
Kimsa Pacha/Ara Mboapi nació en febrero del año 2002. Igual que Jayma fue fundado y dirigido por el suscrito, Félix Layme Pairumani, y con un personal selecto para llevar adelante estos proyectos. Lo realizado con estos periódicos fue extraordinario en una época en que llevar adelante esta clase de obras era titánico. Jayma desde su creación, 1982, hasta el año 2000 en que dejó de existir, alcanzó a editar trescientos ochenta números. Este record espera ser alcanzado y sobrepasado por algún periódico indígena que se posesione bien en el futuro. A los dos años de gestión dejé la dirección de Kimsa Pacha/Ara Mboapi en manos de dos admirables damas indígenas: Aurora Quinteros Claros, quechua y Eva Apaza Mamani, aymara, después de haberlas instruido durante dos años en la redacción y diagramación de un periódico indígena.
Kimsa Pacha/Ara Mboapi marcha hoy cobijado por el Consejo Educativo Aymara(CEA) y escribe su historia con su propia mano. Si bien el pueblo aprecia este medio de comunicación social, hay quienes, pese a los nuevos tiempos, arrojan piedras en su contra y en su camino. Sin embargo, este medio de comunicación en lenguas indígenas ya llegó a doscientos números, cosa insólita en un medio en que las publicaciones no pasan de tres o máximo de una decena de números.
Conclusión
Una cosa está clara, que Pizarro no será superado como precursor y primer impresor de un medio de comunicación social escrito en lengua castellana en pro del pueblo aymara.
Hemos desarrollado aquí los inicios de la prensa indígena en lo que se refiere a periódicos, boletines y revistas. No hemos tomado en cuenta a folletos, panfletos y menos libros. Hemos entendido también como periódico indígenas a las publicaciones hechas por mestizos en pro de los indígenas y del campesino, escritos en lenguas aymara, quechua y/o castellano, así como también a las publicaciones dirigidas por los propios indígenas.
Dado que a veces existe “fiebre de publicaciones indígenas”, por seriedad toda obra editorial no debe ser fruto de la euforia momentánea o de un falso sentido competitivo. Debe, por lo menos alcanzar una docena de números para justificar su creación. Sólo las iniciativas con una política clara y un plan bien definido alcanzan sus metas y sobrepasan a más de cien números. No puede haber iniciativas por solo la figuración, crear por crear publicaciones, sin medir la trascendencia ni las consecuencias posteriores.
Si un pueblo no valora las iniciativas de sus hijos, se extravía el norte claro de su futuro desarrollo. El silencio de sus intelectuales mostrará que son enanos para valorar y juzgar la dimensión de aquellas iniciativas titánicas, pues la edición de cualquier publicación escrita es la más costosa de todos los medios de comunicación social. Lo escrito no se lo lleva el viento, sino que se queda para siempre.