De indio permitido a indio intolerado…
¿Cuánto tiempo puede tolerar una sociedad racista y colonial a un indio como presidente?
Esteban Ticona Alejo
El título del presente artículo no es casual y se podría aplicar a varios pasajes de nuestra historia en los que uno de los actores es el indio.
Recuerdo la frase de Manuel Chachawayna, el primer aymara candidato a diputado en 1927, que en su programa político decía “No solo podemos ser electores, sino elegidos. Bien por nosotros, empecemos por la diputación para después llegar a la presidencia de la República, puesto que somos mayoría”.
El 22 de enero de 2006 Evo Morales Ayma juró como presidente, y me vino a la mente esa frase de Chachawayna. Pensé entonces que don Manuel estaría muy feliz por la asunción de Morales. Además, me pregunté ¿cuánto tiempo será permitido Evo como presidente?
En una sociedad todavía colonial y racializada como la nuestra, aparecen algunos atisbos de “reconocimiento” al indio por parte de las élites dominantes, pero tan pronto se convierten en peligrosos o sus actuaciones hacen peligrar políticamente a los colonizadores, ya no son tolerados.
El ejercicio político como derecho de los indios o de los pueblos ancestrales, que significa la actuación en el poder y en la política, es el espacio más intolerado por los q’aras, mistis y también por los indios traidores y colonialistas en la vida política del país.
Algunos ejemplos
A fines del siglo XIX José Manuel Pando usó a su mujer, Carmen Guarachi, de ascendencia aymara para relacionarse y tejer una alianza con el movimiento indígena de los Apoderados generales, liderado por Pablo Zárate Willka.
Pero cuando los indios estaban movilizados, armados y conscientes políticamente, dejó de tolerarlos, tildándolos de racistas hasta lograr eliminar a Zárate en circunstancias poco esclarecidas hasta ahora.
Otro caso: en la década de 1930, el educador y político Eduardo Nina Quispe fue encarcelado por la logia militar Legión Cívica por plantear la renovación o refundación de Bolivia. Para ello se inventó que Nina Quispe era comunista e instigador de indios.
Jenaro Flores Santos, fundador de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y del movimiento katarista-indianista de la década de los 70-80, encabezó la resistencia política de la Central Obrera Boliviana (COB) durante los 80, en ausencia de Juan Lechín, quien había sido apresado.
Por este hecho fue perseguido y baleado, por lo que quedó postrado en una silla de ruedas. Los abogados que enjuiciaron a Luis García Meza y a Luis Arce Gómez por el golpe de Estado de 1980 no convocaron a Flores como testigo, porque se trataba de un indio que había actuado en la esfera política nacional.
Hoy Evo Morales, después de casi 12 años de ejercicio político, comienza a ser acusado de intentar eternizarse en el poder, de ser dictador, de no dar cabida a la alternancia política de la derecha neoliberal, etc., a pesar de que accedió —y quiere acceder— a la presidencia con las armas de la democracia liberal y capitalista.
¿Cuánto tiempo puede tolerar una sociedad racista y colonial a un indio como presidente?
¿También son peligrosas las organizaciones sociales empoderadas políticamente?
Claro que sí, desde hace un tiempo que las organizaciones indígenas campesinas del país son tildadas de corruptos, por el caso del Fondioc, donde los implicados son unos cuantos.
Un ejemplo de ello es la reciente declaración de Luis Larrea, dirigente de los médicos de La Paz, en la que afirma que los médicos “saben leer y pensar” a diferencia de los movimientos sociales.
A pesar de que tenemos una ley antirracista y la lucha frontal contra formas de discriminación, falta mucho por extirpar el estereotipo del indio indeseado por su color de piel, por su olor, por su vestimenta, etc.
¡Estas prácticas son sencillamente formas de racismo! Q’aranakaxa wali thuthupxi, wali uñkatapxistu, uñasipxistuwa, ukhamarakiwa ch’uxña jaqinakaxa. Janiwa apnaqayasiñ munapkiti.