LA «AUTODESTITUCION» DE SANCHEZ BERSAIN
Su salida del ministerio de la Presidencia se puede entender como una autodestitución. El último gabinete lo organizó él, pero aún así hay más de una razón para pensar que no tiene todo el poder que se supone, de otro modo no habría terminado siendo el chivo expiatorio de la crisis de febrero.
por: José Sánches
Hasta el último minuto del miércoles 19, Carlos Sánchez Berzaín estuvo despachando desde su oficina de Palacio Quemado. Negoció y selló los acuerdos del último Gabinete varias de las invitaciones a los posteriores ministros las hizo él y no Gonzalo Sánchez de Lozada, redactó el mensaje que debía leer y cerró la página. Minutos después se ofreció a sus opositores, «como un gesto de desprendimiento», dijo, al momento en que anunciaba su retiro formal del gobiemo.
¿Es normal que el supuesto hombre más poderoso de Bolivia se ofrezca como chivo expiatorio? Es normal si entendemos desde el principio que esa salida obedece a un afán autoinmolatorio, una especie de autocastigo por un fracaso evidente en el manejo de la crisis política que estuvo a punto de derrumbar al gobierno.
Esta momentánea caída de Carlos Sánchez Berzaín empieza el momento en que el presidente convocó a un Gabinete ampliado para tratar el presupuesto. El equipo económico presentó la propuesta y él fue el primero y el único que se opuso.
Sin pedir la palabra argumento que el «impuestazo» era una medida antipopular y lanzó a todos una pregunta «¿y qué van a decir los cosacos?». Pero el ministro de Hacienda, Javier Comboni, empezó a sustentar su presupuesto y finalmente Gonzalo Sánchez de Lozada optó por la racionalidad económica, dejando de lado al ministro político.
Ahora, Carlos Sánchez se oponia al «impuestazo», no por razones altruistas, sino porque al final y al cabo él iba a ser quien debía dar la lucha política con la oposición y los sectores sociales para defenderlo. Por otra parte, el ministro era consciente de que el bloqueo instrumentado por el MAS y los movimientos sociales en enero había echado por los suelos ese natural impulso que el gobierno tenía por la aplicación de la fuerza. Otro conflicto podía ser fatal. Y lo fue.
De todas maneras, fiel a su estilo, cuando se amotinó el GES y cuando los muchachos del colegio Ayacucho preanunciaron la asonada, Carlos Sánchez no pudo tomar las decisiones políticas precisas y enfrentó las protestas.
El resultado: Goni huyendo de Palacio, los ministros histéricos deambulando por el Palacio delante de los periodistas, el ministro de Defensa Fredy Teodovic pedía a gritos que los militares se replieguen a Palacio y éstos no le escuchaban y, en suma, los enfrentamientos que dejaron mas de 30 muertos y 200 heridos de bala. «Su error fué no calibrar el momento y no saber negociar con la Policía. Él lo sabe, por eso se fue», dice una persona de su entorno.
Carlos Sánchez es un hombre sin entorno. A su alrededor apenas cuenta con Manuel Suárez y un par de amigos médicos que no participan en política. De todas maneras, el martes 18, al mediodía, cuando se había declarado la crisis de Gabinete, almorzó con quienes lo habían acompañado en su gestión y les dijo que iba a renunciar.
A las 4 de la tarde de ese día, le dijo a Goni «me voy, un ministro no puede desgastar a su presidente. Más bien debe sacrificarse por él». Pero eso era sólo un dicho, horas más tarde ya rebuscaba argumentos para seguir en el Gabinete. Intento que quedó trunco cuando los diputados del MAS y la NFR y otros sectores amenazaron con ir a la huelga de hambre para sacarlo de Palacio.
Fue entonces cuando decidió una justificación a su retiro político, para trocar la derrota en victoria: «voy a perder poder, pero ganaré influencia». Y empezo a coordinar el nombramiento del Gabinete.
¿A qué se refería cuando hablaba de influencia?. Ni más ni menos que a seguir un camino parecido al de Oscar Eid, un hombre sin ningún poder directo, pero que desde las sombras mueve todos los hilos dentro del MIR y toma decisiones muy importantes sobre el gobiemo.
La idea de seguir el ejemplo de Eid, ya habia rondado anteriormente por la cabeza de Sánchez Berzaín cuando diariamente se reunian en su oficina de Palacio a ordenar las tramas conspirativas del gobierno. De alguna manera, llegó a admirarlo. Sobre todo valoró su «estómago político».
En 1994, cuando era ministro del Interior, Carlos Sánchez Berzaín había sido el puntal de una descomunal conspiración los narcovinculos para acabar con el MIR; Eid terminó en la carcel; pero mediante un buen ejercicio de amnesia, el mirista hacía como que eso no había ocurrido jamas y los ultimos tiempos hasta se trataban como amigos en sus reuniones palaciegas.
Por otra parte, é1 sabía que aún saliendo de Palacio, de todas maneras seguiría mandando en el gobierno. «formalmente se ha retirado a la Casa Rosada, pero desde ahí sigue dominando el poder. Y de aquí a unos días todos los ministros van a hacer fila para entrar a su oficina», dice un movimientista.
¿ES O NO ES PODEROSO?
La destitución o autodestitución de Carlos Sánchez Berzaín de todos modos saca a la luz un asunto central: el poder que se le atribuye es principalmente imaginario. Es cierto, le encantan las apuestas arriesgadas y tener control de todo, pero en la práctica no lo logra y en la mayoría de casos se le atribuye mas virtudes de las que tiene: no es el más poderoso, sino el más habil y astuto.
La hipótesis de un Carlos Sánchez ultrapoderoso implica un entorno de personajes que sirva a ese proyecto, cosa que no existe ni de lejos. Todo poder implica una maquinaria y un entramado que lo haga posible, cosa que Carlos Sánchez nunca pudo construir, ni siquiera dentro de su propio partido.
¿Y por qué se le teme? En realidad, la idea de un personaje siniestro que gobierna bajo presiones y amenazas es consustancial al folklorismo de la política latinoamericana. Este mito tiende a esconder una realidad mas atroz: ese personaje siniestro, ese chivo expiatorio, suele terminar ocultando conductas colectivas reprochables.
Veamos solo un ejemplo: es sencillo y conveniente aceptar que Carlos Sánchez Berzaín dominaba desde Unicom todo lo que decian los periódicos y la televisión. Eso libra de responsabilidad real a los otros actores: los dueños de los medios y los directores que rindieron o negociaron su linea informativa.
Y no desde hoy, eso viene de muchos años atras. Por ello, el viceministro Manuel Suárez tuvo razón cuando dijo: «Carlos Sánchez no tiene ningún interés en influir en medios que se han alineado con el modelo por su propio gusto o porque tienen intereses». Y como apunte final hay que señalar que, por el contrario, el ex ministro de la Presidencia nunca pudo controlar Unicom, Ahí siempre mandó Mauricio Balcázar, el yerno del Presidente y adversario de Carlos Sanchez Berzaín
EL FUTURO
El 20 de febrero, Goni anunció que Carlos Sánchez Berzaín se refugiaba en las estructuras de su partido, para revitalizarlo. La idea es convertir al alicaido movimientismo en una opción que participe activamente en la vida publica. «La idea es imitar un poco de lo que hacen los partidos europeos que no solo son máquinas electorales, sino que organizan actividades sociales, coloquios, editan libros», dice Manuel Suárez.
En realidad ése es el sueño que quizás Carlos Sánchez no podrá cumplir: el es un operador, no un organizador, Por lo demás, dada su historia personal, es imposible que renuncie a seguir organizando las políticas del gobierno, total ¿quién más va a hacerlo?.