El warmi indianismo como horizonte de libertad y poder
El indio sufre por ser oprimido. La india también sufre por ser oprimida; pero a ella, además, se la anula, consciente o inconscientemente
Estefany Murillo Pozo / warmi indianista quechua
¿Qué es el indianismo?
Si intentamos definir ideología nos encontramos con que es “un sistema de pensamiento” que se compone de un conjunto de ideas o principios sobre los que se fundamenta una manera particular de ver y abordar la realidad. De allí que tenga aplicación en los más diversos campos de la actividad humana (como la política, la economía, la espiritualidad o la cultura).
A su vez, un movimiento político es aquél movimiento social que opera en el área política, que, en contraste a un partido político, no se organiza —necesariamente— para ingresar a una institución política formalmente establecida.
Por otro lado, encontramos que nacionalismo es una ideología y movimiento sociopolítico, que surge con el concepto de nación y que pone a ésta como el único referente identitario dentro de una comunidad política.
El Manifiesto del Partido Indio de Bolivia (PIB) no tiene por qué sujetarse a un modelo, regla o lógica formal e intelectual de los partidos políticos del cholaje blanco-mestizo de Bolivia y de Indoamérica. No es un Manifiesto de una clase social. Es un Manifiesto de una raza, de un pueblo, de una nación; de una cultura oprimida y silenciada. No se puede establecer parangón ni con el Manifiesto Comunista de Marx. Porque el genial moro no se enfrentó al occidente. Enfrentó la clase proletaria con la clase burguesa y propuso, como solución de la lucha de clases, dentro de la civilización occidental intangida, la revolución comunista. En tanto que el Manifiesto del PIB, plantea la Revolución India contra la civilización occidental. (Reinaga, 1970, p. 341)
Este 2016 encontramos que las palabras de Reinaga siguen dolorosamente vigentes. La estructura del “Estado Plurinacional” es colonial (de Estado no tiene nada y de plurinacional se legitima únicamente lo pintoresco y folklórico).
El indianismo busca la liberación del indio
El indianismo devela los mecanismos de opresión a los que el indio está sujeto desde la colonia. Y estos mecanismos basados en la raza, en lo étnico (y no en lo económico desde los cuales las teorías de “clases sociales” juegan un rol bastante secundario al análisis de castas sociales) siguen hoy vigentes. Es evidente que desde los tiempos de Reinaga (en los años 1960) esta sociedad colonial ha mutado, pues está sujeta a los cambios de un mundo globalizado, pero estos supuestos “cambios” son meramente evoluciones en los mecanismos de dominación y opresión. Tanto “bolivianas” como mundiales. Son mecanismos de opresión visibles y no visibles que intentan y logran someter al indio en lo social, político, económico, intelectual, cultural y espiritual.
Es un sistema palpable, respirable y vivible. ¿A qué me refiero? Pues a que existen muchos intentos de enmascarar esta realidad. Sociales, psicológicos y teóricos. Sólo los que vivimos esta opresión somos capaces de sentirla, analizarla, expresarla y de ser posible combatirla. De la pobreza y de la discriminación no se aprende en libros. Tienes que haberlo vivido para saber de qué se trata.
Recae entonces sobre las nuevas generaciones de teóricos indianistas el enorme peso histórico de develar todos estos mecanismos “evolucionados” de dominación. Revelar nuevas categorías, ampliarlas, debatirlas y posicionarlas. Cuando un pueblo siente algo que no puede expresarlo es débil, dormido, dominable, manipulable e instrumentalizable, pero si se le ofrece a ese pueblo las categorías que describen y expresan su sentir y su vivir existen más posibilidades de concretar su liberación.
Es una labor complicada pues cada uno de estos subsistemas de dominación están mezclados y entrelazados. Así tenemos que dentro de lo económico y social juega también lo psicológico; un pequeño ejemplo es aquella denominación de “burgués aymara”. Si esta fuera una sociedad simplemente de “clases” el apelativo “aymara” estaría demás; pero como sociedad colonial necesitamos la imperante necesidad de calificarlo como un “indio con dinero”. Necesitamos darle una categoría nueva pues a pesar de que es “igual económicamente” al final no es “igual”.
Pero va también del otro lado, es decir que el indio desde siempre ha intentado encontrar maneras de “blanquearse”. Me parece un mecanismo psicológico lógico, ya que ¿a quién le gusta sentirse inferior y discriminado? Es así que el indio (y la india) encuentran maneras de blanquearse en esta sociedad de castas. Puede ser en lo económico (es falso que el “burgués aymara” se enriquece pensando en la liberación de nación, por tanto cuando migra a oriente decide ser un “camba-colla” y cuando migra a argentina o España intenta mimetizarse a través del lenguaje el típico indio que regresa al país hablando como “gaucho”, la vestimenta, la comida, etc.).
Puede ser en lo académico (nuestras universidades siempre han jugado un rol preponderante en mantener estas estructuras coloniales de dominación, es así que el “licenciado” es a pesar de todo, menos indio). Por supuesto puede ser también desde lo sexual (investigando encontré la sorpresa que es típico de indianistas casarse con “gringas” y “jailonas”, no tan típico de indios, sin embargo existe el mismo mecanismo psicológico de buscar alguien “más blanco” que uno).
Desde este punto de vista, me considero indianista “de la vieja escuela”, es decir que tanto “derechas” (con lo económico y liberal) como “izquierdas” (con su nueva fórmula exitosa de instrumentalizar indios para llegar al poder) se quedan cortos a la hora de analizar la compleja realidad india. Sólo el indianismo puede y debe hacerlo, porque de lo contrario seguirá siendo sujeto de explotación e instrumentalización de castas, ya sean de “derecha o izquierda”.
Menciono todo esto porque considero importante dejar claro que el indianismo debe seguir creciendo y actualizándose. Desde mi experiencia hay tantos tipos de indianismo como indianistas existen. Están los indianistas del área rural y los indianistas del área urbana, están las corrientes que intentan unificar lo indianista y katarista como prácticas políticas aymaras, que a pesar de las diferencias puedan tener coincidencias, he oído a algunos indianistas hablar de lo liberal como herramienta útil de liberación, también están aquellos que sí utilizan fre cuentemente en sus análisis el estudio de clases, hace poco escuché teorías sobre un neo-indianismo e incluso están presentes los indianismos con complejos de poder que no solamente creen que se impondrá una hegemonía aymara por encima de otras naciones (incluyendo la quechua y guaraní), sino que lo desean. Sea como fuere lo que nos unifica es nuestro deseo de liberación y de poder.
El examen de fuego para los indianistas contemporáneos es aprender de los errores del pasado, propios y ajenos. Propios; en aprender a entender la realidad del otro, la realidad que lo ha llevado a teorizar de una manera particular y específica desde su vivencia y cotidianidad. Unidad. El gran reto es la unidad en la diversidad. Y ajenos; en el sentido de que las sociedades latinoamericanas (es decir coloniales) son terriblemente caudillistas y no necesitamos dar más ejemplos que Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, etc. La tremenda debilidad de estos gobiernos de izquierda fue basar todo su proyecto político en una sola persona. Cae la persona, cae el proyecto. Debemos construir algo que no dependa de una persona sino de una estructura, empezando por el aporte de ideas y teorías.
La india y la indianista
La mujer india es una herida abierta que parte el alma. Haría sollozar a un dios impasible. Enternecería y haría llorar al mismo diablo… La mujer india desde que nace hasta que muere trabaja y sufre. Es la encarnación de la diosa del dolor. (Reinaga, 1970, p. 129).
En esta amalgama de indianismos se encumbra la concepción de warmi indianismo. Así como el indio sin indianismo es un sujeto perdido en el horizonte personal e histórico; la mujer que no es warmi indianista es aquella que no reivindica su condición en este caso de género como horizonte de búsqueda de libertad y poder.
La india es aquella mujer que sufre todos los tipos de opresión, pues carga sobre sus hombros la opresión colonial del racismo y sufre también la opresión de género. En muchos casos, claro está, tenemos el componente de la pobreza ligado a uno de los dos o a ambos. Recordemos que un factor de riesgo a la hora de medir la pobreza es haber nacido mujer.
La indianista reivindica su lucha por la liberación de su nación a la vez que reivindica su lucha como mujer dentro de la misma. La indianista es aquella india politizada. La india politizada es capaz de analizar su condición de oprimida no sólo como india, sino paralelamente como mujer.
Me interesa definir a la india después de haber definido el indianismo debido a que considero que el indianismo no ha sido exitoso por ausencia de ésta.
Muchos hermanos indianistas no quieren reconocer esa doble e incluso triple opresión de la mujer india. Quizás porque cuestionar nuestros privilegios, aunque sean mínimos es siempre complicado. Hay algunos que dicen que el machismo es un invento occidental, y asumen al feminismo como su hermana gemela más moderna. Hay otros que reivindican ese machismo indio como “algo natural y cultural”.
Déjenme decirles que otra de las grandes debilidades el indianismo es no haber trabajado esta opresión. El indianismo reivindica a un pueblo, a una nación y esa nación está conformada por indios e indias, así que un indianista que no reivindica a la india en el fondo no es indianista.
He escuchado decir a muchos hermanos que las mujeres “deben politizarse”, indicando la ausencia en las filas de las hermanas, pero he comprobado que dicha frase está cargada de cinismo e hipocresía. Yo siempre he comulgado con la idea de que los derechos no se regalan y hay que conquistarlos, pero he constatado lo complicado que es ser una india politizada. Cuando la sociedad es colonial, la política es colonial y cuando la sociedad es machista, la política es machista (y lo comprobamos a diario en las noticias actuales del país ¿verdad?). Es así que cuando eres pobre, mujer e india las cosas en la política se vuelven doblemente complicadas.
Claro está el machismo es una constante de todas las tendencias políticas y en todas las castas del país. Generalmente las mujeres en la política juegan un rol secundario, ellas entran a las organizaciones a repetir todo lo que dicen los machos, en muchos casos entran como las “novias” o “amantes” del militante. Aspiran a ser las novias del jefe, o del líder, no las jefas o lideresas. Y muchas veces son invitadas meramente como instrumentos de desahogo sexual (la cantidad de violaciones en agrupaciones políticas universitarias es alarmantemente elevado). Lo terrible es que cuando una mujer no está dispuesta a ser una repetidora, ni a intercambiar sexo a cambio de permanencia o cargos políticos, los hombres no solamente no la “ayudan” como ayudarían a cualquier otro “militante”, si no que la anulan.
¿Acaso el indianismo quiere repetir estas prácticas políticas coloniales y machistas? Nuevamente volvemos a la pregunta de la relación entre el discurso y la práctica cotidiana. ¿Es creíble políticamente alguien que tiene un discurso, pero una práctica que no está ligada a ese discurso? ¿Es creíble un discurso de liberación y poder de la nación india si en lo cotidiano reproducimos prácticas coloniales y opresivas contra la hermana, la madre y la novia india?
El tema de politización encuentra asidero en la crudeza de la realidad. El indio sufre por ser oprimido. La india también sufre por ser oprimida, pero a ella se la anula, consciente o inconscientemente. Evidentemente si la india se hace consiente de ser oprimida por ser india, también se dará cuenta de que es oprimida por ser mujer, ya que cuando aprendes a identificar un tipo de opresión aprendes a identificar los demás tipos. ¿Será que a los hermanos les da miedo eso? Es muy fácil exigir la “politización de las mujeres”, cuando son ellas las que se quedan en casa cocinando, pariendo y cuidando a los hijos. Si hay ausencia de mujeres indianistas es porque el padre le habló al hijo sobre los problemas de opresión, pero no a la hija. La ausencia de hermanas politizadas en la política es responsabilidad tanto de los indios como de las indias.
La teoría de la mujer india es compleja, pero necesaria, desde el preguntarnos ¿quién es la india? hasta los mecanismos de dominación que pesan sobre ella, pues los mecanismos psicológicos y sexuales tienen un componente potente a la hora de la dominación. Y necesitamos a una india libre tanto como necesitamos a un indio libre. Sólo juntos podemos liberar naciones, de lo contrario es tiempo perdido y letra muerta.