- Rey designado por Franco
Recibido de PCE
La cumbre iberoamericana de Santiago de Chile ha sido escenario de una nueva salida de tono de la diplomacia de la monarquía. Las denuncias del presidente venezolano Hugo Chávez contra Aznar al que calificó de fascista y acusó de haber apoyado junto con la patronal española, CEOE, el golpe de estado reaccionario que intentó derribar su Gobierno en 2.002 , llevaron a Zapatero a exigir respeto para el truhán de las Azores.
El Borbón, visiblemente alterado interrumpió después al presidente Chávez exigiéndole silencio, con un impertinente: “por qué no te callas” impropio en el representante de un Estado dirigiéndose al de otro. Conviene no olvidar que España ya no tiene colonias en América y sus representantes deben respetar a dirigentes de naciones soberanas elegidos libremente por sus ciudadanos.
Esta actitud altanera y prepotente, es más inaceptable aún en el representante supremo de un régimen que se amilana y acobarda cuando trata con los representantes de las potencias imperialistas. El real desliz ha comprometido también al Gobierno pues no en vano el artículo 64.2 de la vigente Constitución monárquica afirma: “De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden». Así, que con su inaceptable actitud, Juan Carlos demuestra ser, dos veces irresponsable.
El presidente venezolano Hugo Chávez dijo públicamente lo que piensan muchos, muchísimos españoles (y miles de ellos se lo hicieron saber en las numerosas manifestaciones contra la guerra en Irak): el de fascista es el calificativo que mejor define a quien implicó a su país en una guerra, contra la opinión de la inmensa mayoría de los ciudadanos, intentó engañar al pueblo con todo tipo de mentiras para ocultar su responsabilidad política en el clima que propició los atentados del 11M, quien dirigió y dirige en la sombra un partido político, el PP cuyo caldo de cultivo fue el franquismo, trufado de antiguos dirigentes del régimen del asesino Franco, como Manuel Fragua Iribarne, y que ha intentado e intenta impedir cualquier progreso social o político, aliándose para ello abiertamente con los sectores más reaccionarios de la ultraderecha.
Y lo mismo hizo en Venezuela, donde su Gobierno junto con el de los EE.UU. apoyó el golpe de Estado contra Chávez. Y eso es de fascistas, mal que le duela al Rey designado por Franco y el «talante »de Zapatero se sienta sacudido. Siempre repiten los «consensuadores» de la monarquía que el Rey está por encima de la lucha política, que nunca toma partido; se ensalza su función moderadora…
Sin embargo que alguien dijera en esa cumbre una evidencia tan meridiana como la esencia fascistoide del ex presidente Aznar, en un contexto además en el que se denunciaba la clara injerencia de semejante personaje en los asuntos internos de Venezuela, le ha alterado hasta el extremo de provocar un incidente diplomático que puede tener consecuencias negativas en las relaciones con las naciones latinoamericanas.
La cosa ha llegado a mayores cuando el Borbón abandonaba el plenario de la cumbre, visiblemente molesto por la denuncia del presidente nicaragüense, Daniel Ortega, contra el embajador de España, al que ha acusado de intervenir en las elecciones en aquel país para intentar impedir el triunfo sandinista.
Juan Carlos de Borbón pierde los nervios y la calma diplomática ante Chávez, representante (éste sí, elegido) de un estado soberano que no rinde pleitesía y denuncia con claridad las intromisiones y manejos de Aznar y de la CEOE (cuyo presidente es ese individuo que dijo al tomar posesión de su cargo: «la mejor empresa pública es la que no existe »).
¿Cómo explicar la naturaleza tan sensible del monarca impuesto? No demuestra esa sensibilidad cuando trata con otra gente: él que ha alternado familiarmente con el mayor tirano y asesino que han parido estas tierras, Franco; que ha tratado de hermano mayor al sátrapa Hassan II, asesino del pueblo saharaui y tirano inmisericorde de su propio pueblo marroquí; él que ha tendido la mano amistosa, a elementos que las tenían manchadas de sangre (o de mierda) hasta el codo, sin que ni un leve gesto ensombreciera su sonrisa, no ha podido soportar que llamaran fascista a José María Aznar.
Quizá se trate de un acceso de apoyo interesado, no vaya a ser que cualquiera le eche en cara su propio pasado y el origen de su trono. O de simple solidaridad de clase.
(Miguel Ángel Moratinos, ofrece datos exactos y de procedencia gubernamental sobre el papel del gobierno de Aznar en el golpe de estado de Venezuela)>>>>Lea el documento aqui< <<<
Una respuesta a “Chile: El borbón se altera”
español
América Latina no se calla
Lo ocurrido en la recién finalizada Cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile testimonia que los tiempos han cambiado en América Latina.
Después de siglos de crímenes y saqueo, imponiendo a sangre y fuego un orden favorable a intereses ajenos a la región, se pretendía, una vez más, argüir que la situación de pobreza, exclusión y marginalidad, en que se hallan sumidas las mayorías del continente no es responsabilidad de las antiguas metrópolis coloniales ni de la continuidad de esa dominación por las transnacionales europeas y norteamericanas.
La sublevación de verdades, desatada en las voces de líderes emergidos en procesos de refundación nacional, hizo perder el control a los representantes de una mentalidad colonial, más irritados por un discurso que reivindica la recuperación de los recursos naturales y los servicios básicos, que por las alusiones a un gobernante europeo de triste recuerdo.
No nos engañemos, son los intereses mezquinos de los banqueros y accionistas que representan y no el honor de los españoles, los que conducen al líder de un partido «socialista y obrero» y a un monarca no electo a compartir la defensa del criminal de guerra José María Aznar.
Las voces de los indios, de los oprimidos, de los olvidados, han entrado definitiva y crecientemente en el escenario político iberoamericano, y ni monarcas ni neoliberales disfrazados de izquierdistas las harán callar.
Es hora de que lo entiendan para siempre quienes pretenden frenar los cambios imprescindibles en América Latina, proclamamos nuestra solidaridad con quienes los impulsan y los defienden.