Estimada(o) hermana(o). Si este ejemplar llega a tus manos sin ser pirateado. Antes de leerlo, te pido meditar sobre este aforismo, pues, lo dedico con mucho cariño, a ti, a nuestra familia nativa y a nuestros ancestros.
EL CAMINO
Si buscas en la vida un camino.
Que sea la senda de tu destino
Para encontrarlo, sólo debes caminar.
Pues, alguien dijo: “se hace camino al andar”
Por tanto, empieza ahora mismo a transitar.
Construye tu camino dejando huellas
Para que otros caminen siguiendo ellas.
Construye una nueva ejemplar vía
Con nuevos horizontes cada día.
Deja rastros de experiencia en la lucha
Porque la injusticia del “sistema” es mucha.
Y frente a la inhumana “globalización”
Paradigma de la colectiva expoliación.
El pueblo necesita un camino indicador
Un ideal para salir del “sistema” opresor.
Tú puedes iniciar el camino de la batalla
Tú puedes hacer frente a la metralla.
Y a la falsa ideología de los intelectuales
Serviles testaferros de gobernantes circunstanciales.
Sí. Tú puedes ser el camino que otros seguirán
Y hasta la meta de la victoria final llegarán.
Oscar Pacheco Ríos
A MODO DE INTRODUCCIÓN PRIMERO LÉAME
El presente ensayo nace como consecuencia de nuestra
incursión en Etnogeometría y Etnomatemática, con la aclaración de
que no es la línea a la que estamos abocados a trabajar, pues lo que
hoy presentamos correspondería más a un lingüista, sociólogo,
político o a un etnólogo, pero, habiendo estado y aún estamos en
permanente contacto con las personas y situaciones que nos
proporcionaron y nos proporcionan tanta y tan riquísima
información no sólo sobre su Etnogeometría y Etnomatemática,
además, sobre su Etnolingüística, su Etnocultura, en suma su
Etnociencia y, de modo especial, añadido a ello lo que nos cupo
escribir, un otro ensayo que analiza la Semiología del Lenguaje y la
Etnomatemática, consideramos que de modo insoslayable llegó la
hora de rectificar un hecho histórico que nos mantiene aun en el
tiempo pretérito vilipendiados y estigmatizados.
Ante la realidad contextual y circunstancial que nos rodea a donde quiera que dirijamos nuestros pasos y habiendo realizado profundas consideraciones sobre la exclusión marginal en la que se nos coloca con el rótulo de “indio” como sinónimo de pertenecer a la peor ralea social o ser el eslabón más bajo en la escala social creada por los llamados hombres blancos, ya no nos quedó otra alternativa que, expeler ese grito callado, amargo y contenido que teníamos y lo tenemos prisionero dentro de lo más íntimo de nuestro sentimiento y todo nuestro ser.
Sí, ha llegado el tiempo de salir en defensa del verdadero gentilicio y/o significado que nos corresponde por el lugar de nuestro origen, atacar y acabar con el indebido uso peyorativo y degradante del apelativo “indio”. Nos apresuramos en aclarar dos situaciones:
Primera: toda vez que usemos esta palabra y muy a pesar nuestro, lo haremos por extrema necesidad y para ser comprendidos, porque así se ha educado nuestro lenguaje dentro de esa cultura segregante; porque así están en los documentos investigados y anexados y, por que no nos queda otra alternativa para encontrar su origen y depurar su mal uso y además ser comprendidos por quienes nos honren con su lectura.
Segunda: este ensayo no es ni de lejos un instrumento: a) racista, pues, pedir ser llamados debidamente no es racismo; b) alienante, no es alienación exigir que se utilice adecuadamente la gramática de la lengua impuesta y dominante; c) xenofóbico, no puede haber odio al extranjero en el pedido de la corrección de “un error histórico”; revanchista, jamás, pues con todo lo que argumentamos, no nos estamos vengando de nadie ni aplicando lo que la misma Biblia indica: “Ojo por ojo”, “diente por diente”, “el que a hierro mata a hierro debe morir”, etc... Esa Biblia que trajeron consigo los frailes coadyuvantes de la ocupación de las tierras y el avasallamiento de esta parte del continente y con la cual juzgaron al soberano Inca y a los monarcas nativos del resto del hoy llamado continente americano, o la Biblia que impusieron los anglosajones en el norte.
Nuestra propuesta desde un comienzo tiene un solo objetivo indeclinable, es el de extirpar el mal uso de la nominación "indio. Para ello recurrimos a nuestro sentido común antes que a una investigación científica, pues la cruda realidad en la que vivimos, antes que científica o epistemológica, es empírica y está a flor de piel, la sentimos en la casa, en las calles, en las fiestas, en las discusiones, en los discursos políticos, etc., etc. Iniciamos nuestro desandar con un recuento histórico y sin ser historiadores o lingüistas como lo indicamos al inicio, apenas con lo aprendido durante nuestro paso por la alienante escuela y de modo particular en las clases de Gramática Española. gramatical, pues, siguiendo las reglas de la Real Academia Española.
Hacemos un análisis de lo que es un gentilicio y el uso que correcto del mismo, desde esa base, intentamos hallarle un asidero pareciera no tener cabida su propia regla gramatical (que por añadidura se autoaplaza o reprueba. Nos referimos en una pequeñísima alusión al Papa Juan Pablo II sobre su pedido de perdón por los errores cometidos. Producto de nuestro razonamiento analítico y crítico, describimos las secuelas más notorias que se dieron, se dan y se seguirán dando mientras se siga usando inapropiadamente el vocablo “indio” y sus derivados por no decir “producto agregado”.
Ese razonamiento y conclusión, que no tiene nada de extraordinario, lo sustentamos con documentos referidos a Las Indias Occidentales y las leyes de Indias, la Incomprensión y Confrontación Cultural, la Creación de Derecho Indiano, el Indigenismo, el Criollismo y el mestizaje inclusive de un poema nuestro alusivo al “indio”.
Aunque, el contenido de nuestra propuesta es corto, hemos querido darle una base sustancial coherente con los respectivos anexos, considerando que nuestros lectores, posiblemente no todos, conocen citados hechos históricos, los protagonistas de los mismos o las razones y/o circunstancias de esos acontecimientos de un modo más amplio y/o detallado, sin perder el hilo de nuestro planteamiento o crear una imagen difusa del mismo.
En lo que podríamos llamar una segunda parte, presentamos la documentación consultada, bajo el título de ANEXOS, con las memorias tomadas de las fuentes bibliográficas. No podemos dejar de expresar nuestras limitaciones en el intento de coordinar la exégesis, si vale el término, para establecer lo más fielmente posible las referencias de nuestro ensayo, por lo que pedimos disculpas anteladas.
Otra razón fundamental en mantener los documentos
consultados como anexos, cuya literatura coadyuva a nuestro
planteamiento, y la misma en cierto modo, mantenga su valor
independiente para ser utilizada por quienes la precisen, para otras
referencias análogas o de otro carácter, sea éste histórico,
sociológico, filosófico, político, literario, etc. Razón ésta que nos
indujo a presentar los títulos de sus contenidos a manera de uníndice, tal como siguen, para facilitar su búsqueda.
Hubiéramos querido colocar todos los anexos en el orden en que se van presentando las necesidades aclaratorias de los respectivos contextos, pero, nos damos cuenta que, lo desconocido para unos, quizá no lo sea para otros. De ahí es que en las notas de pie de página algunos anexos no guardan el lugar correlativo numeral. Si bien todos los anexos son importantes por su contenido, entre los que consideramos merecerían ser desarrollados de modo particular por ser muy ricos informativamente, están el Anexo 13 sintético-descriptivo, sobre “Los antiguos pobladores” del continente americano y el Anexo15 referido a la prolífica "Literatura indigenista" a lo largo de esta nuestra Tierra morena y Raza de Bronce como la llamó el escritor boliviano Alcídes Arguedas.
Finalmente, queremos indicar que parecerá impropio que
utilicemos constantemente el término avasallador en lugar de
colonialista u otro término que sea menos marcante, pero, creemos
que nadie hasta ahora ha dicho nada por lo inapropiado de “indio”
y si bien nuestro trabajo se ha concentrado gran parte en lo que al
Tawantinsuyu se refiere, eso no implica que no hemos visto a todas
las naciones o nacionalidades nativas de todo nuestro continente en “A modo de Conclusión”, pues no nos avasallaron sólo los ibéricos,
mas también otros europeos y anglosajones.
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¡BASTA! ¡NO SOY INDIO
Es muy posible que desde el punto de vista semiológico, es decir desde la decodificación del mensaje que guardan los signos lingüísticos que estamos utilizando y como lo hacemos notar al inicio, para algunos este ensayo será de carácter lingüístico, para otros sociológico o político y hasta etnológico. Sin embargo, para los que creen como nosotros en que realmente hay justicia y ésta debe imponerse en cualquier corriente ideología y/o circunstancia, junto a nosotros concordarán que sobre todo lo que se piense o se diga, ésta es una propuesta para rectificar un error y dar al "Cesar lo que es del Cesar". Por tanto ha llegado el tiempo de iniciar esa contra marcha por la reivindicación de un nombre real explicando por qué NO SOY INDIO ni quiero ser, así el nombre estuviera en letras de oro y platino...
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