Presentación de las Obras Completas de Fausto Reinaga Daniel Sirpa Tambo / periodicopukara.com Después de varios años de espera el 8 de abril en un acto público en el auditorio del Banco Central de Bolivia se presentaron las obras completas de Fausto Reinaga, por iniciativa de varias entidades, entre las que la Vicepresidencia del Estado jugó un rol preponderante. Ese acto es muy significativo, pues implica poner a disposición del público varias obras que de otra manera hubiesen sido de acceso difícil y restringido. Fausto Reinaga es considerado el ideólogo del indianismo. Esta ideología política es poco conocida en Bolivia y en el mundo en su dimensión teórica, a pesar de haber influido en la constitución de los movimientos indios contemporáneos en Bolivia y en todo el continente americano y de estar al origen de una serie de acontecimientos políticos en Bolivia que, de alguna manera, concluyeron con el acceso de Evo Morales y del MAS al gobierno de este país. La razón de la importancia de esta ideología y, paradójicamente, de lo mal conocida que es, radica en el carácter radical de su formulación. Cuando nació el indianismo, en las décadas 60 y 70 del pasado siglo, las condiciones eran tales que hablar del indio, proponer organizaciones políticas indianistas y enarbolar símbolos como la wiphala, era algo escandaloso y provocador. El primer partido político, de poca duración, en enarbolar la ideología indianista fue el Partido Agrario Nacional, PAN, el año 1963. Posteriormente, en la década de los años 70 surgirá el Movimiento Indio Tupak Katari, MITKA. Estos partidos proclamaban algo que sonaba a herejía a los oídos de la clase política de ese entonces: el acceso del indio al poder político. Estas organizaciones, y otras menores que surgieron cuando el MITKA implosionó en la década de los 80, lograron elaborar una serie de planteamientos que fueron resistidos y combatidos por la integridad del sistema institucional político en Bolivia. Partidos políticos, organismos nacionales, iglesias y la “élite” intelectual arremetieron contra el indianismo. Esta arremetida se concretó con el vacío de comentario y análisis de esta ideología y de esos partidos. El sistema político de entonces, derecha e izquierda confundidos, hicieron un vacío al indianismo. Si alguien desea en la actualidad hacer un trabajo académico sobre Constantino Lima, Luciano Tapia, Samuel Coronel , el PAN, el MITKA y el indianismo, no encontrará registros documentales, a pesar de haber sido estas personas y estas organizaciones importantes en el devenir político de este país. En vez de las personas y organizaciones citadas, el investigador encontrará abundante bibliografía sobre el katarismo y sus dirigentes. Es que esa tendencia, surgida como respuesta al indianismo por obra de la clase política y de las instituciones de iglesia y de ONGs, fue utilizada para contraponer al indianismo. Por ello, lo curioso es que sobre el katarismo la bibliografía que existe es de escritores q’aras: Silvia Ribera Cusicanqui, Javier Albo, Javier Medina, Javier Hurtado, entre otros, quienes pudieron teorizar sobre los indios en el katarismo, ya que no les permitían los indianistas hacer lo mismo sobre sus ideas y organizaciones. Ello muestra la tremenda manipulación existente entonces, a tal grado que incluso terminaron en contradicción con esos personajes los kataristas, a través del Movimiento Revolucionario Tupaj Katari, MRTK y de la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, CSUTCB, que controlaban entonces. El pensamiento de las obras de Fausto Reinaga se emparenta más a la ideología indianista que a la katarista, aun cuando esta última también la reivindica como referencia. Sin embargo, lo particular es que la relación entre Fausto Reinaga y estas organizaciones indianistas fue esporádica, incompleta y conflictiva. El escritor indianista tenía una obsesión por ser considerado el “inka” de esas organizaciones, situación que los militantes indianistas no aceptaban. Esa ofuscación personalista, que cuando leemos las obras de Fausto Reinaga se presenta como un empalagoso egocentrismo, estorbó una relación adecuada. La reivindicación que el mismo Reinaga hace de haber sido el ideólogo del indianismo no permite al lector percatarse que la organización política indianista (en la que Reinaga no militaba) fue la que influyó en el pensamiento del escritor y no siempre al revés. Entender esta relación es posible ahora a través de la lectura de las obras completas de Fausto Reinaga. A este pensador se lo conocía hasta hace poco fundamentalmente por su obra emblemática, La Revolución India, y por sus últimos escritos pachamamistas, que algunos erróneamente creen que es continuidad y superación del indianismo. En cada uno de estos períodos, Reinaga fue intransigente y dogmático, cambiando después en lo que abjuraba con la misma dureza y dogmatismo con que defendía su anterior posición. En su autobiografía, Mi Vida, Reinaga justifica esos cambios como un arduo trabajo de liberación individual de un Occidente que se había empeñado en lavar su cerebro. Es turbador cuando se refiere al período en el que su ideal de belleza femenina era “la mujer rubia, de ojos azules, de nariz griega y cabellos de sol”, período en el que para él “la mujer de mi raza, la negra, la mongol eran mujeres feas”. Sin embargo, que se sepa, nunca Reinaga consumó un amor según sus ideales raciales. ¿Lo que refiere él sobre su vida íntima, es una metáfora de lo que le pasó en el conjunto de sus vivencias y de sus pensamientos? Si aceptamos entonces que el indianismo no puede reducirse a Fausto Reinaga, ¿cuál es la vinculación del escritor con la causa política? En una época en la que la dificultad de acceso del indio a los centros de saber y de formación era mucho más intensa que en la actualidad (se podría decir incluso, sin ningún parangón) y si tomamos en cuenta el papel que la situación colonial daba a cualquier tinterillo, como mediador entre la población analfabeta y las instituciones de poder, comprenderemos lo importante que para los indios militantes era contar con alguien como Fausto Reinaga quien, más que tinterillo, era abogado que había sido antes diputado por el MNR. Esa relación entre Reinaga y el movimiento político indianista naciente es lo que vale la pena conocer a través de sus diferentes obras, pues Fausto retrató y reflejó el período más glorioso del indianismo, al mismo tiempo que vilipendiaba a sus mismos actores políticos. No es exagerado considerar a la Revolución India como el libro sumun de este escritor. Es también el libro por el que es conocido en el exterior. En el acto de presentación, cuando tomó la palabra Elizabeth Orihuela de la Fundación Amaútica Fausto Reinaga, comentó que en una ocasión en que viajaba con todas las obras de este escritor, en el Perú, alojada en un convento de dominicos, entregó esa obra a un sacerdote de esa orden, quien después le comentó que jamás había leído una obra con tal mensaje y un mensaje con tal fuerza; es seguro que ese sacerdote no hubiera pensado lo mismo leyendo cualquier otro libro de Fausto Reinaga. Y es cierto: En la producción de Fausto hay un antes y un después de La Revolución India. La Revolución India refleja el momento histórico del indianismo en Bolivia, de la misma manera que sus otras obrasreflejan otros momentos históricos. La producción de Reinaga no es, en consecuencia, homogenea. La dispar producción de ese escritor puede confundir a un lector no prevenido, pues en cada uno de sus períodos —como decimos más arriba— Fausto Reinaga es tajante y perentorio, para luego desdecirse y buscar nuevas ideas a la cual prestar la radicalidad de su pluma. Es lo que sucede cuando escribe en 1949, por ejemplo, que Víctor Paz es un traidor (Obras completas, tomo I, volumen II, 2014), para luego desmentirse y humillarse escribiendo su retractación (artículo “Me he equivocado” publicado en El Diario el 6 de mayo de 1952). Pero no se trata de una anomalía excepcional como suele sucederle a cualquier escritor y hombre político: en Reinaga no es la excepción, es la norma. Esta situación, de escribir algo y en otro libro todo lo contrario, tiene sin embargo cierto hilo conductor: el tema de lo indio. El indio un sujeto que permanentemente le preocupa, aunque en cada período suyo tenga un enfoque diferente. Así, en el mismo libro en el que califica de traidor a Víctor Paz Estensoro, Reinaga escribe: “La realidad inocultable, materializada: [Bolivia] es un país de minas y de indios. Todo lo humano es indio en Bolivia. Indios broncíneos, indios blancos e indios rubios. Indios de poncho y ojota e indios de cuello y corbata. En Bolivia, todo es indio por fuera y por dentro; más por dentro que por fuera. Lo absoluto: que Bolivia es una patria india” (p. 99). En sus primeros escritos el indio, en Bolivia, para Reinaga, son todos y cualquiera, apreciación que con ciertos matices retomará en su último período, el pachamamista, y que contrasta con su posición indianista, cuando el indio es un sujeto histórico de emancipación política, lo que conlleva que no todos en Bolivia pueden ser indios. Es seguramente esta variedad, a momentos incongruente, de los conceptos reinaguistas lo que confunde a muchos y que seguramente explica la mediocre presentación que de estas obras hicieron algunos de los comentadores el día de su presentación pública, en particular los directivos del Convenio Andrés Bello y de la Carrera de Filosofía de la UMSA. Era como si no estuviesen seguros del valor de las obras que sus instituciones patrocinaban. En medio de esas exposiciones, en general deprimentes, sobresalió la presentación del Vicepresidente Álvaro García Linera, quien en contraste con los demás expositores sí hizo un análisis conceptual y político de esas obras. Si bien la exposición de esta autoridad estuvo matizada con gentilezas a ratos exageradas a la persona del desaparecido escritor, acertó al indicar que el aporte más grande de Fausto Reinaga en el pensamiento político boliviano es haber definido al indio como “sujeto político de emancipación”. Y esa es una definición característica de su período indianista, de la Revolución India, no de antes ni de después. ¿Cuál la pertinencia de editar ahora estas obras? No creemos que sea un reconocimiento puramente simbólico cuyo alcance se agote con satisfacer las expectativas de halago moral de quienes se sienten poseedores de los “derechos reservados” de Fausto Reinaga, sino que tiene una proyección política futura. Los miembros de la Fundación Amaútica Fausto Reinaga que participaron en ese evento, institución que coadyuvó a esa publicación sin comprometerse en la financiación de la misma (otra institución que participó en los mismos términos fue la organización indígena MINKA, pero cuyos representantes no fueron invitados a la testera), en la toma de palabra que hizo su delegada Elizabeth Orihuela, parecían interpretar ese acto como un hecho que rompería el cerco del silencio con el que se enclaustró a ese escritor y que a partir de ahí se debería intensificar el estudio de sus obras, como si se tratase de un resarcimiento hacia los desplantes que sufrió en vida ese teórico. Parece una visión inscrita en la asimilación de Reinaga sobre todo a sus últimas obras pachamamistas, y en una proyección de acriollado culto a la personalidad. Sin necesariamente denigrar esas expectativas, creemos que el verdadero valor de Fausto Reinaga es el político. El período que vivimos en gran manera se basa en las preocupaciones que motivaron los escritos de Reinaga y deberían haber sido su culminación. Dado que la descolonización es todavía tarea inconclusa, el conocimiento completo de Fausto Reinaga, permite ubicar esa producción en sus términos más cabales y realistas, para ver de qué manera es un aporte para las tareas futuras. La publicación de las obras de Reinaga hará surgir también, de seguro, trabajos de investigaciones centrados en los aportes teóricos e ideológicos que existieron también a partir de los años 60 en Bolivia por parte de las organizaciones políticas indianistas y kataristas, aparte de los trabajos de Reinaga. Es el conjunto de ese conocimiento el que puede motivar la creación de una interpretación contemporánea de la histórica lucha del indio por su liberación: He ahí, para nosotros, el valor de la publicación de las obras completas de Fausto Reinaga. |