Exmiristas que ahora son candidatos están en guerra por el pasado

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Corría el año 1994, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) había logrado un acuerdo político con el Movimiento Bolivia Libre (MBL) que le permitía ser gobierno.

Exmiristas que ahora son candidatos están en guerra por el pasado

El articulador de ese acuerdo, Juan Del Granado, y los jefes de respaldo, Antonio Araníbar Quiroga y Miguel de Urioste, sellaban así uno de los momentos más curiosos en la historia política de Bolivia.

Ese “negocio” democrático puso en la picota al Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) de Jaime Paz, partido del cual había sido militante de la dirección nacional Juan Del Granado.

Recordemos… en 1982 se recupera la democracia y asume Hernán Siles Suazo, del Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI), como presidente, y Jaime Paz Zamora como Vicepresidente (MIR).
Es la época de una terrible hiperinflación producto del auge neoliberal y la baja de los precios en el estaño con un fuerte impacto sobre la economía nacional. Aparte de ello y dentro del mismo Gobierno se desarrollaba un complot político liderado por el MIR.

En 1985 se desarrollan fuertes movilizaciones mineras conocidas como las “jornadas de marzo”, donde la izquierda logra que el presidente Siles Zuazo recorte su mandato y convoque a elecciones para julio de ese mismo año.

Como resultado paradójico, la derecha, con Acción Democrática Nacionalista (ADN) y el MNR, gana las elecciones en Siglo XX y Huanuni, bastiones de la lucha obrera y vanguardia minera de la poderosa Central Obrera Boliviana (COB).

El Modelo Neoliberal
Se iniciaba el ingreso del modelo neoliberal; de hecho, el exdictador Hugo Banzer Suárez había contratado los servicios de Jeffrey Sachs, y este prominente miembro de los Chicago Boys acaba trabajando para Víctor Paz Estenssoro (ADN había ganado las elecciones, pero se hizo de la poltrona Víctor Paz, del MNR), era el tiempo donde se dio partida a la era de los pasanakus políticos, que duró hasta 2003.

En 1986, el Gobierno anunció la promulgación del Decreto Supremo 21060, que consistía en la reducción del déficit fiscal con el congelamiento de los salarios; incremento del precio de la gasolina y la reducción de los gastos del Estado; el cambio de moneda; la creación del bolsín en el Banco Central de Bolivia; la racionalización de la burocracia, que se practicó con la relocalización de los mineros; la libre contratación; la liberalización del mercado, la libre oferta y demanda, el arancel único de importaciones, el fomento a las exportaciones y la reforma tributaria.

El movimiento obrero se puso en apronte, lo que derivará en una huelga general indefinida de al menos dos meses en Oruro y los demás centros mineros, pues eran precisamente los mineros los más afectados por la eufemística “relocalización”.

Se organiza desde ese escenario la ‘Marcha por la Vida y la Dignidad de los Mineros’, que aún hoy arranca lágrimas a quienes recuerdan Kalamarka entre el 28 y 29 de agosto de 1986, el cerco militar y las dubitaciones (por no decir traiciones) de la dirigencia dieron lugar a la primera “derrota estratégica” del movimiento obrero, que ni siquiera las dictaduras la habían logrado.

1986 es la fecha de nacimiento de un sistema de partidos neoliberales, economías paralíticas, democraturas arrodilladas al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La salud y la educación sufrieron las primeras consecuencias.

El sistema universitario tuvo que “moldearse” y la dirigencia estudiantil —mayormente de izquierda— fue condenada a “administrar” la crisis presupuestaria del grupo 100 (sueldos y salarios). La generación del 70 que para el 90 tenía 20 años, fue condenada a soportar sobre sus espaldas la aplicación cruel del neoliberalismo.

“Clase política” y EEUU
En ese escenario, la autodenominada “clase política” (en burda referencia a las nuevas categorías emergentes en las ciencias sociales domesticadas por la globalización) circulaba entre bambalinas por los pasillos imperiales de la Embajada americana, extendiendo la mano y vergonzosamente arrodillada, ciega ante el país, sorda ante el clamor popular, y estúpida ante los desafíos de la realidad.

Eran los tiempos donde la planificación del desarrollo era en realidad la destrucción de todo modelo de desarrollo, la GTZ aquí tiene una enorme responsabilidad, pues sus recomendaciones técnicas eran —por lo general— planificadas para sustentar el desarrollo de la Unión Europea y no así la del propio país.

La Agencia de Cooperación Económica de Estados Unidos (Usaid) era entonces la maquinaria política de la Embajada americana, que tuvo en sus manos el control y la dominación de esa “clase política”, control y dominación que se traducía en la apertura de nuestros recursos naturales y estratégicos a la voracidad de las transnacionales y sus políticos lacayos, que a modo de comediantes a tiempo completo ofrecieron un triste espectáculo llamado “pactos de gobernabilidad”, donde el MNR, ADN y el MIR jugaron el papel más nefasto de la democracia boliviana.

En 1989 se da un forzado triple empate, por el cual el MIR cruzando los “ríos de sangre” suscribe un pacto político con su archienemigo ADN.

Doria Medina
Aquí aparece Samuel Doria Medina como ministro de Planeamiento, y en persona irá a negociar la privatización con el Club de París en el año 1991, ofertando incluso “privatizar” el Banco Central de Bolivia (BCB). Era realmente un acto de entreguismo nunca antes visto en la historia de Bolivia.

De hecho, Samuel Doria Medina dijo algo que pasó a los anales de los cómicos: “Yo privatizaré una empresa por semana”. Si no fuera por la tragedia que significó para el país, tal empeño, la frase no sería más un dislate de poca fortuna.

Samuel tiene su propia historia, pues de “cajero” de la campaña “mirista” de las elecciones de 1989 pasó a ministro de Planeamiento o “ministro de la Privatización”, tal como los dirigentes obreros lo designaban.

Del Granado
Pasado el gobierno del MIR se vino el del MNR en 1993. Para el año 1994, Juan Del Granado, principal aliado de Gonzalo Sánchez de Lozada, inició una feroz campaña contra Jaime Paz Zamora, Hugo Carvajal Donoso, Guillermo Capobianco y Óscar Eid.

Doria Medina (derecha) junto a Isaac ‘Oso’ Chavarría (centro)
Foto archivo: cambio.bo – Doria Medina (derecha) junto a Isaac ‘Oso’ Chavarría (centro)

El caso conocido como “narcovínculos” hizo estallar el escenario político, pues allí figuraban como principales informantes los narcotraficantes Isaac ‘Oso’ Chavarría y Carmelo ‘Meco’ Domínguez, quienes —según señalaban ellos mismos— habían soportado con jugosas sumas de dinero la campaña de 1989. De hecho, Isaac Chavarría se hizo célebre por esas denuncias.

El caso narcovínculos fue destapado por Juan Del Granado y en persona inició una campaña para llevar a los cuatro principales dirigentes del MIR a proceso penal desde el propio Congreso de la República. Samuel no estaba lejos de los planes de Juan, ya que él era el cajero de campaña “mirista”.

Samuel tiene hoy una oportunidad para cobrarse la revancha, y eso significa que Juan desaparezca del campo político o al menos reciba una lección traumática.

Estamos siendo testigos de una ch’ampa guerra en filas de los exdirigentes del MIR de Paz Zamora.

V o l v e r