Sutichaña, la importancia del nombreFernando Huanacuni Mamani / Comunidad Sariri El apellido es algo relativamente nuevo y en algunas culturas no existía hasta hace poco tiempo, pero el nombre existe desde el inicio de los tiempos y las culturas ancestrales lo escogían cuidadosamente, porque sabían que con él podía ayudarse a las personas a fortalecer sus capacidades naturales y a orientar su camino. Darle un nombre a un ser, incluso antes de su nacimiento, es uno de los primeros regalos que le hacemos y es la primera palabra que ellos entienden y con la que se identifican. Para cualquier persona no hay sonido más lindo que su nombre, porque éste hace vibrar el corazón, por lo que debemos escoger bien los nombres que daremos a nuestros hijos. En aymara ‘suti’ no sólo se traduce como nombre, es también la descripción de los roles de las personas, de su energía y de su procedencia. Nuestros nombres están ligados a lugares, a seres especiales y a roles, y Sutichaña es una ceremonia a través de la cual se conecta a la persona con esas energías. Durante la Colonia, así como no se nos permitía utilizar nuestra lengua madre, tampoco se nos permitía utilizar nuestros nombres ni nuestros apellidos. Muchos hermanos y hermanas durante la Colonia e incluso durante la República fueron obligados a cambiarse nombres y apellidos, y al momento de obtener un documento de identidad, muchas veces era el notario el que escogía el nombre, pues se negaba a inscribir al niño o niña con el nombre ancestral escogido por los padres. Obviamente nuestros nombres eran cambiados por nombres en español. Pero además de la imposición de otro idioma, también se nos impuso usos y costumbres de una religión que no era la nuestra. Una de esas costumbres era la de utilizar nombres de santos de la iglesia según el día de nacimiento o del día del bautizo, entre esos nombres había muchos como Dolores o Soledad, que no solamente no aportaban a darle fuerza a la persona, sino que le restaban su fuerza. Recordemos que la palabra tiene poder, y escuchar permanentemente la palabra “soledad”, diseñaba su camino, lo propio con la palabra “dolores”. Dentro de este proceso de cambio, del cual somos parte, es importante reconstituir nuestros nombres ancestrales; quienes ya tienen nombres occidentales pueden hacer como nuestro irpiri Julián Apaza, que mediante la ceremonia del sutichaña recibió un nombre de origen ancestral acorde con su misión y rol en la vida. El nombre de Tupac Katari determinó lo que haría en adelante. Nuestra generación es responsable de volver a conectar a las generaciones que vienen con fuerzas ancestrales, y además de que nuestros hijos tengan otra visión de la vida y por lo tanto construyan un mundo diferente. Por lo tanto, hay que escoger bien los nombres de los que vienen, porque con ello ayudaremos a determinar en gran parte el cómo van a caminar y hacia dónde van a caminar. Algunos nombres aymaras de mujeres son: Maya, que significa “sólo como tú o única”; Wayra, que significa “viento” o “la que fluye”; Wara “estrella” o “la hija de las estrellas”; Sumaya, que significa “el ser íntegro”; Nayra, “la que une pasado y futuro”; y Kori Nayra, “la que refleja la sabiduría de los tiempos”. Y nombres de varones: Huáscar, “el que une”; Tunupa, “el que tiene la fortaleza”; y Tocapu, “el que tiene el código y lenguaje ancestral”. En la ceremonia del Sutichaña se designan personas encargadas (que hoy en día se conocen como padrinos), que, junto al yatiri, van a recoger aguas de distintas fuentes; de cascadas, de ríos, de pozos, o de lagunas. El día de la ceremonia, las personas encargadas deberán vestir al niño o niña con ropa nueva, luego de bañarle en un agua especialmente preparada para esta ocasión por el yatiri. Para la realización de esta ceremonia se acude a algún lugar sagrado; puede ser una montaña, un lago o laguna que tenga la fuerza que se requiere según el nombre que se haya escogido. El nombre escogido se consulta previamente a la Inalmama (Madre Coca) para saber si está bien y si va de acuerdo con el camino de la persona. Esta ceremonia es acompañada por los padres, las personas designadas para tutelar de aquí en adelante (padrinos) por el yatiri y por toda la comunidad. Entonces, en este proceso de cambio y de reconstitución de nuestra identidad podemos reorientar nuestro camino a través de la ceremonia del Sutichaña, podemos munirnos de fuerzas y darle un nuevo sentido a nuestras vidas. Recordemos que identidad es dignidad y necesitamos devolvernos la dignidad para vivir bien. |