Siria: el ocaso de la civilización occidentalMax Murillo Mendoza No les interesa en lo más mínimo los derechos humanos, o la vida de los habitantes de cualquier lugar del mundo. La mentalidad hipócrita y sanguinaria gringa es ante todo su autoproclamación y sentido estúpido de ser el centro, como enfermedad mental, del universo. Hace muchos años, las industrias de armas y de muerte gringas son las principales locomotoras de sus negocios globales. Es el negocio más rentable del mundo gringo. Y para eso deben inventar guerras por todo el planeta. Sus palabras diplomáticas hipócritas son parte del juego, del engaño y del negocio de armas. Su poder económico está desde hace mucho tiempo en el negocio de las armas. En las actuales crisis gringas, necesitan con urgencia inventar más guerras. Siria es el sitio perfecto. Las condiciones para esos negocios están dadas, las palabras harán el juego sucio de justificar la masacre de gente inocente. Es el sello de la mentalidad gringa: su naturaleza violenta, racista y sanguinaria. A esta apuesta sanguinaria le secundarán países satélites y lacayos como Francia y Turquía. Países desde hace mucho sin autoestima frente al poder de los EUA, sin nacionalismo y sin identidad. Hundidos en su crisis económica y moral, no tienen más remedio que seguir al patrón y mandamás gringo también por negocios, pues necesitan vender y fabricar armas para dar pega a sus habitantes. Nada les interesa de la realidad de los pueblos de Siria o Irak. Mientras están lejos de esos mundos, pues nada les interesa sino que sus propios negocios sean revitalizados. Europa empieza a ser el rincón del mundo más degenerado y sin futuro. Sus filósofos ya no son el telón de fondo cultural europeo, sino la prepotencia de sus pragmáticos y tontos políticos, que están llevando a ese continente a la degradación más inhumana y sin futuro posible. No tienen el más mínimo sentido común de entender lo que sucede en el mundo. Sus poblaciones domesticadas como están no reaccionan ante nada. Adormecidas y atontadas, no tienen capacidad de reacción frente a las estupideces de sus políticos, son ovejas y humanoides consumistas. Ya no esperan nada más que ser los sirvientes del sistema. En este principio de siglo, el rostro real y verdadero de occidente es el que siempre fue: guerrero, hipócrita y sanguinario. Es la continuidad del colonialismo, más destructivo, más tecnológico, más sofisticado; pero es el mismo. Aquel medieval, sangriento y colonial. Las nuevas tecnologías que prometían un nuevo ciclo más democrático, en lo laboral y comunicacional, están demostrando todo lo contrario porque son instrumentos de represión y vigilancia totalitaria de los amos del sistema. En esencia, mientras no cambie esa manera cavernaria y guerrerista de occidente, no cambiará el curso del mundo y su historia. Seguirá nomás la destrucción colectiva en nombre de su desarrollo: cambio climático, destrucción del hábitat humano y animal. Las guerras, como componente cruel del rostro desarrollista, se hacen normales, se hacen parte de la convivencia occidental, parte del ser humano. Ya sin sentido humano y sin sentimientos. Toda la frialdad en los cálculos de los negocios globales. Lo humano da lugar a lo humanoide y robótico occidental. Su arrogancia occidental pone en peligro la convivencia mundial, pone en peligro la vida misma del planeta. Nada han aprendido de su historia, ninguna lección han sacado de sus tristes guerras mundiales y de ocupación. Su ceguera es absoluta. Como siempre, a lo largo de la historia, la sensatez humana debe empezar a empujar el carro de la sobrevivencia. Ya que el carro de occidente nos lleva al despeñadero, nuestras culturas tienen y deben responder con fuerza, no con guerras, a las equivocadas y erráticas fórmulas y formas de conducir el mundo por parte de la civilización occidental. En el sur ya empezamos a demostrar que otro mundo es posible, a pesar del boicot gringoide y blancoide de los lacayos de occidente, a pesar del boicot de la mentalidad desarrollista y también guerrerista de los partidarios, imitadores y payasos, de occidente de estos lados del mundo. A pesar de ese poder monstruoso occidental, el mundo debe definitivamente reaccionar ante la prepotencia, opulencia y ceguera del pensamiento occidental, cada vez más enfermo y sin salida posible a pesar de su tecnología y ciencia occidental. |