Los hijos de las estrellas jamás seremos perros Hagamos un veloz repaso periodístico: Francia, Italia, Portugal y España cerraron su espacio aéreo de manera intempestiva al avión del Estado Plurinacional de Bolivia en el que regresaba el Presidente Evo Morales Ayma de la Federación Rusa luego de firmar acuerdos energéticos. El motivo: decían que tenían información precisa de que en él viajaba el ex agente de la CIA, Edward Snowden, que hace semanas desenmascaró el monumental sistema de vigilancia ilegal que los Estados Unidos ejercía a millones de ciudadanos y gobiernos en todo el mundo, incluido sus aliados. Lo patético de la situación llegó a ta punto que el ministro de Exteriores de España, José Manuel García-Margallo, afirmó que la actuación de los países europeos se debió a que recibieron información de que Snowden estaba en el avión, cuando una periodista le consultó si ese dato que recibieron provenía de Washington, éste respondió lacónicamente: “Secreto de sumario”. Austria -país que no forma parte de la OTAN- permitió el aterrizaje, en la propia Viena, el embajador español en ese país se presentó ante Morales para que lo invite “un cafecito en el avión”. El colmo de la sumisión a las órdenes de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos llegó a ese punto. El presidente les contestó que no iban a revisar ningún avión, que no es ningún delincuente, ningún ladrón. Les recordó que los principios morales del mundo indígena estaban plasmados en la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, el ama sua (no serás ladrón), ama kella (no serás mentiroso) y el ama llulla (no serás vago). Quiero abrir un paréntesis y preguntarme ¿Qué hubiese pasado si Snowden estaba en el avión? ¿Acaso lo hubiesen derribado? ¿A tal nivel llegó el ataque imperial contra América Latina? Seré claro, Estados Unidos y sus lacayos atentaron contra la vida de Evo Morales. No es una exageración: cuatro países, intempestivamente y de manera simultánea le negaron surcar su espacio aéreo por órdenes de la CIA. Lección de vida. Lección de historia Mientras que Europa -mejor dicho la “Vieja Europa”- que si otorgó, sin un murmullo, cielos libres a EE.UU. para que sus aviones detuvieran ilegalmente a ciudadanos en ese continente y los llevaran a Guantánamo. Una Europa sumida en una callejón sin salida, que impone ajustes salvajes, con desempleo récord, con gobernantes sin moral, demostró ser vasalla a las órdenes imperiales. Ya sabemos quién los gobierna. De quién reciben órdenes. A quién le mueven la cola Ya no. El pueblo boliviano se levantó, salió a las calles a defender a su líder. También en Nuestra América. “Si así tratan a nuestro Presidente, que les espera a nuestros hermanos que trabajan en las huertas, que son lava-copas, que son albañiles, que están en el rubro textil, que son inmigrantes ilegales”. Reflexionaban las voces de la calle. El hombre de a pié alzó su bronca “Indignación porque un pueblo tiene soberanía, porque un pueblo tiene dignidad, y no es justo que unos cuantos mequetrefes, como es el gobierno de Norteamérica y los países colonialistas europeos vengan a imponer sus condiciones y a atropellar la dignidad boliviana”. “Bolivia no es más la que se ultraja, la que se pisotea, nunca se vio en la historia una afrenta tan grande”. Tal la magnitud de los nuevos tiempos. En estaciones neoliberales la humillación era el pan de cada día. Felices políticos en trajes de cowboys, a los codazos para conseguir su “American Visa”. Mientras los políticos neoliberales fosilizados hacen silencio stampa, el pueblo boliviano y latinoamericano se cohesiona en torno a Morales. El intelectual argentino Arturo Jauretche llamaba a quienes combatían a sus propios compatriotas como “cipayos”. Y estos neoliberales, que se quedaron atragantados, sin poder comer hamburguesas de Mc Donalds en el bunker de la avenida Arce, hoy hacen silencio ante la afrenta contra este pueblo digno. Cipayos. Pitiyankis, como les dicen los venezolanos. Nostálgicos de Miami, del gran valle de los caídos, como los vapuleaba Omar Torrijos. Orgullo originario. Raza brava Recordemos la expulsión en 2008 del embajador Philip Goldberg o este último 1º de mayo de la agencia USAID. Por eso, en estos días convulsionados, esas certeras que están en el ADN de Evo, se amalgamaron aún más: “No me temblaría la mano en cerrar la Embajada de los Estados Unidos, tenemos dignidad, tenemos soberanía, sin Estados Unidos estamos mejor políticamente, democráticamente”, afirmó. El mensaje de Morales luego de 34 horas de la afrenta europea, apenas llegado al aeropuerto internacional de la mítica ciudad de El Alto, fue contundente: “Es una abierta provocación al continente, no sólo a América Latina, el imperialismo norteamericano usa a sus agentes para amedrentarnos e intimidarnos. Solo quiero decir: nunca nos van intimidar, nunca nos van a asustar, somos un pueblo que tenemos dignidad y soberanía . Algunos países de Europa tienen que liberarse del imperio norteamericano. No puedo entender que algunos países sean fieles sirvientes del imperialismo norteamericano”. Colonizar, robar, matar, esclavizar. Los principios europeos de la conquista. Unos 70 millones de habitantes había en América a la llegada de Colón. Cifra similar en Europa. En los siguientes 300 años la población del viejo continente creció hasta un 500 por ciento, la originaria de estas tierras decreció hasta en un 95 por ciento. Europa escribe su historia como la tierra iluminada, pero las sombras pueblan su historia. Escribió en 1998 Cunninghame Graham, escoces de ideas socialistas: “Independientemente de cómo actuemos parecería que tan solo con nuestra presencia nos tornamos en una maldición para todos los pueblos que han conservado su humanidad original”. Dijo Hannah Arendt, en su libro Los orígenes del totalitarismo (1951): “El imperialismo necesita del racismo como la única excusa posible de sus actos. Terrible masacres y salvajes asesinatos en la instauración triunfal del tales métodos como políticas exteriores comunes y respetadas”. Y un poco más de cien años atrás Herbert Spencer, en Parásitos Sociales (1850): “Las fuerzas que trabajan por el resultado feliz del gran proyecto no tienen ninguna consideración con los sufrimientos de menor importancia, sino que exterminan a esos sectores de la humanidad que estorban en su camino”. Para los europeos colonizadores de África los negros eran perros. Perros flacos de costillas ondulantes. Perros que ni bazofia merecían comer. Matar a un perro no era delito, no tenía condena. Era normal y necesario. Perros, oscuros. Oscuros, perros |