Ricardo Jiménez A. Sociólogo chileno El 25 de enero, tres soldados bolivianos, jóvenes conscriptos del servicio militar obligatorio de apenas 18, 19 y 20 años de edad, cumplían tareas de control y combate al contrabando de vehículos desde Chile hacia Bolivia en la frontera entre ambos países cuando, al parecer, se vieron sin darse cuenta apenas un poco en territorio chileno, en una zona sin señalizaciones. La policía chilena los detuvo por estar en el territorio sin permiso y portando un fusil, parte de su indumentaria y equipos. A pesar de que las circunstancias del caso eran evidentes y no permitían dudas de qué se trataba, a pesar de que los propios contrabandistas corroboraron estos hechos a la policía chilena (fueron dejados en libertad y se les devolvió el vehículo), a pesar de que existen numerosos acuerdos y tratados internacionales que obligan al estado de Chile a cooperar bilateralmente en materias policiales y en todo caso resolver amistosamente los incidentes fronterizos, la policía chilena trasladó en helicóptero hasta Iquique a los soldados bolivianos y los entregó a tribunales judiciales que han negado su libertad y los mantienen encarcelados hasta nueva audiencia. En Bolivia, el Presidente Morales ha calificado el hecho como una “toma de rehenes” del gobierno chileno para chantajear a Bolivia a no presentar su demanda de solución marítima a Chile, que dejó al país sin acceso soberano al mar tras la guerra de 1889 a 1873 y sus tratados posteriores impuestos bajo la amenaza militar. Bolivia ha presentado una carta formal de denuncia de los hechos contra Chile en las Naciones Unidas. Seguramente acciones similares se harán en otros numerosos foros internacionales y regionales. Movilizaciones populares de protesta se han realizado frente al consulado de Chile en Bolivia. Y una delegación de congresistas bolivianos viaja prontamente a Chile a buscar la liberación de los soldados. El hecho se ve agravado por la postura pasiva y arrogante del gobierno chileno, que de este modo lo hace suyo y lo avala, cuando podía haberlo resuelto pronta y debidamente, mostrándolo como una imperfección de la cooperación fronteriza ocurrido en el momento y sin su consentimiento. Para colmo, la policía chilena ha hecho firmar a los soldados cartas de renuncia a la presencia de su cónsul en Chile cuando fueron detenidos, cuando se trata de un derecho irrenunciable, con lo cual se violan gravemente derechos y tratados internacionales. Lo absolutamente innecesario, lo extremadamente torpe y finalmente perjudicial del hecho para la propia posición y prestigio internacional de Chile muestra algo más que la incapacidad del actual equipo gobernante o una aventurera e irresponsable búsqueda de apoyo popular chauvinista frente al desgaste acelerado que lo llevó a una estrepitosa derrota en las últimas elecciones municipales; algo más que la completa falta de compromiso ideológico con la integración regional y ético con los valores de la paz y la fraternidad. Se trata de un signo, uno más de muchos, de la carencia de un concepto de política exterior adecuado, moderno, propositivo. El hecho revela la incapacidad de la actual élite dirigente para salir de la trampa que tiene al país aislado y al margen de los proyectos de desarrollo continentales. Anclados al siglo XIX, no sólo en materia de relaciones internacionales, simplemente no saben y no pueden construir política para el siglo XXI. Pero lo nuevo encuentra su cauce y lo viejo ha de dar paso o desaparecer por la fuerza de las circunstancias como los dinosaurios en su momento. En 2006, en la histórica primera visita del presidente boliviano Morales a Chile, más de 2.000 personas lo recibieron en un estadio de Santiago al grito de mar para Bolivia. Son crecientes las voces de destacados intelectuales y académicos, de fuerzas sociales y populares que se pronuncian y trabajan activamente para el logro de esta nueva política internacional. En las elecciones generales pasadas del año 2009 en Chile, un candidato joven, Marco Enríquez Ominami, que irrumpió contra esa élite desgastada, entre otras propuestas con una nueva política exterior que reinserte al país en la región, supere sus temas pendientes con los vecinos y solucione fraternalmente la mediterraneidad boliviana, obtuvo más del 20% de los votos. Es en el interés de la felicidad de los pueblos que todos debemos alimentar activamente este movimiento de renovación para la fraternidad, la integración regional y la felicidad de los pueblos. Los dinosaurios van a desaparecer. |