Esteban Ticona Alejo El gobierno de Sebastián Piñera pretende aplicar nuevamente la ley antiterrorista, heredada de la dictadura de Pinochet, que ve todas las reivindicaciones indígenas como atentatorias al orden del derecho colonial o de los invasores. Hace algunos años tuve la oportunidad de estar en el corazón del gran territorio mapuche, Temuco. Allí pude visitar la comuna de Pitrufquén de donde es originaria Rosa Isolde Reuque, la líder y activista indígena contra la dictadura de Pinochet de los años 70. Además, tuvimos la oportunidad de recorrer algunos lugares históricos de ese pueblo. En Petrufquén fuimos recibidos bajo el protocolo mapuche, primero saludando a su árbol sagrado, donde cantamos junto con las mujeres mapuches. Luego compartimos un almuerzo colectivo y compartimos nuestras experiencias. Recuerdo que, mientras degustábamos sopaipillas, una volqueta de alto tonelaje pasó cerca de nosotros, cargando piedra caliza, y —según los comunarios— lo hacían de manera inconsulta y arbitraria. Luego, un colega tuvo la gentileza de enseñarme algunos territorios históricos y maravillosos mapuches, hoy convertidos en tierras de otros. En ese recorrido me contó algunos hechos que quiero compartir con los lectores interesados en estos temas. A fines del siglo XIX, pasada la guerra del Pacífico de 1879, donde Bolivia perdió su acceso al mar, el Gobierno chileno guerrerista y triunfalista también se empeñó en “pacificar” o tiranizar a los mapuches, que hasta ese entonces habían mantenido su libertad y autonomía frente al Estado chileno. Los excombatientes chilenos de la guerra del Pacífico fueron los “pacificadores” o los esclavizadores efectivos de los indios. El Estado chileno premió estos actos no sólo regalándoles vastos territorios de los mapuches, sino también reconociendo sus nombres, pues muchos puertos en la Araucania llevan desde entonces los apellidos de estos militares “pacificadores”, o mejor dicho sojuzgadores. Sabemos que hoy buena parte de los mapuches vive en las ciudades; y los que aún habitan las comunidades han quedado reducidos en su accionar, no sólo en el plano político, sino territorial. Los derechos de los pueblos indígenas, reconocidos por el Gobierno chileno, no se aplican y quizás nunca se lo haga. Nuestro gobierno del Estado Plurinacional no se ha pronunciado sobre la situación de los mapuches, y menos los movimientos sociales. ¿Será que se olvidaron de practicar la diplomacia de los pueblos? Mapuche jilatanaka kullakanakaxa ma kutimpiwa jan walt’aninakan jiqxtasipxi. Q’ara jaqinakaxa uraqinakapxajay aparapxchixa, lunthatxapxchixa. |