Fernando Huanacuni Mamani / Comunidad Sariri Desde 1781, el levantamiento encabezado por Julián Apaza (Túpac Katari), Bartolina Sisa y Gregoria Apaza, junto a todos los Katari y Amaru que también fueron convocados, sembró la semilla para comprometernos a no descansar hasta recuperar nuestra dignidad, nuestra fuerza, nuestro camino y nuestro horizonte. En 1899, las victorias de Pablo Zárate Willka, apoyado por miles de hermanos aymaras, son la prueba de que la lucha continuó con firmeza. De 1931 a 1940, nuestro abuelo Avelino Siñani, junto a Elizardo Pérez y muchos otros titanes de nuestra historia, iniciaron ese movimiento silencioso que hasta el día de hoy nos sigue inspirando a reconstituirnos. En esta lucha incansable no podemos dejar de honrar a otro de nuestros irpiris (guías): Lawreano Machaqa y el papel que cumplió después de 1952. Digno representante de la nación aymara, Lawreano Machaqa Quta nació en 1928, en el ayllu K’upi de la comunidad Majalaya, provincia Camacho, departamento de La Paz. Aprendió a leer y escribir en una escuela rural y trabajó junto al oficial encargado del puesto militar aduanero de Waychu, hoy Puerto Acosta. Luego se enroló en el Colegio Militar del Ejército, impulsado y protegido por su patrón, no sin antes cambiar su nombre y apellidos de origen indígena para ser aceptado. Así se convirtió en Aureliano Machicado Laguna, e inició su carrera militar. En 1952, luego de graduarse como subteniente, volvió a Waychu a despedirse de su familia para irse al oriente, adonde había sido destinado. Pero esa visita cambió sus planes, pues fue convocado por el Consejo de Amawt’as para servir a su pueblo; para ello recuperó su nombre original, su ajayu, con lo que también restableció su fuerza ancestral. Tras la Revolución del 52, el gobierno del MNR formó sindicatos y comandos zonales. El Comando de Puerto Acosta, dirigido por Machaqa, secretario ejecutivo de la Federación de Campesinos de la Provincia Camacho, fue uno de los mejor organizados. Eso le permitió agrupar a miles de hermanos de toda la región. Para 1956, ya había organizado a los ayllus a manera de compañías y un ejército de casi 4.000 hombres, que se habían armado y convencido acerca del derecho de los pueblos de gobernarse según sus costumbres. Muchos hermanos comprendían ya que eso era importante para recuperar nuestra identidad y por tanto nuestra dignidad. El 15 de julio de ese año tomaron las reparticiones oficiales de Puerto Acosta, destituyeron a los representantes del Gobierno y posesionaron en su lugar a autoridades originarias. Nadie entraba o salía de Waychu sin autorización, lo que tenía molestos a curas, mestizos, hacendados y contrabandistas. La esposa de Machaqa, Dominga Pajarito, con quien tuvo tres hijos, administraba la recaudación de impuestos y el acopio de alimentos para la población, controlando sus precios y cuidando de que a nadie le faltase nada. En agosto de 1956, en una masiva concentración, Lawreano Machaqa fue proclamado presidente de la República Aymara del Tawantinsuyu, lo que motivó la preocupación del Gobierno central, que envió a Juan Lechín Oquendo para conversar con Machaqa y convencerlo de que desista de sus intenciones. Pero Machaqa marchaba firme hacia ese horizonte trazado por nuestros abuelos y abuelas. Mientras el Gobierno central agonizaba con la crisis económica, la nueva república de Machaca se iba consolidando y expandiendo a medida que más y más hermanos se sumaban a ella. Seguro de poder seguir expandiéndose, reunió alrededor de cien mil aymaras de Pucarani, Viacha, Tambillo y Tiwanaku, con quienes tomaría la base aérea y el aeropuerto de La Paz, para después cercar la ciudad. Pero el primer objetivo era la población de Escoma y allí fue traicionado. La población de Escoma, en su mayoría comerciantes y mestizos, se oponía a Machaqa e hicieron correr la voz de que venía a expropiarlo todo. A Machaqa le aseguraron que los habitantes de Escoma le darían la bienvenida y lo proclamarían presidente. Eliseo Acho y los hermanos Surco, protagonistas del engaño, lograron además que Machaqa bebiera alcohol durante la noche en Puerto Acosta y lo convencieron para partir de madrugada hacia Escoma con muy pocos hombres, rumbo a la emboscada. Una vez más la traición de hermanos sin conciencia y de espíritu individualista retrasó ese amanecer tan esperado por nuestros ancestros y por quienes seguimos de cerca nuestra historia. Pero al seguir de tan cerca nuestra historia, tenemos la convicción de que fue tan sólo eso; una demora, pues con cada paso caminamos firmes hacia la reconstitución de nuestra identidad y por lo tanto de nuestra dignidad. |