Esteban Ticona Alejo / la-razon.com Sabemos que murió ahorcada no sin antes sufrir una horrenda tortura física y moral, flagelada, violada, azotada, arrastrada a puntapiés en un inmenso charco de sangre. Posteriormente fue paseada desnuda, montada en un burro, en la plaza colonial de La Paz, hoy plaza Murillo. Ya muerta, Bartolina Sisa, y no conforme con ello, sus verdugos descuartizaron su cuerpo y exhibieron su cabeza y sus extremidades en distintos lugares de los ayllus y caminos donde ella se rebeló contra el colonialismo español. Su cabeza fue clavada en la punta de una picota, “para escarmiento de los indios”, decían sus verdugos, y la situaron en Ayo Ayo (lugar de nacimiento de Julián Apaza), hoy provincia Aroma del departamento de La Paz. Sus extremidades fueron enviadas a Tinta Marka, una comunidad situada en la hermana República del Perú, donde también fueron exhibidas en sendas picotas. Toda esta celebración es parte de la reivindicación histórica contemporánea de los pueblos aymara y quechua. Sabemos que en tiempos del “proceso de cambio”, el Gobierno Autónomo Departamental de La Paz, en 2011, emitió una disposición declarando “Día de recordación de la heroína indígena”, y que se hará un monumento en su lugar de origen. Hace unos días, el Concejo Municipal de La Paz aprobó una ordenanza autorizando al Ejecutivo edil lanzar la convocatoria al concurso municipal “Construcción del Monumento Bartolina Sisa y Túpac Katari”, que estará situado en la plaza Garita de Lima. ¿Cuánto hemos avanzado en reconocer a esta valerosa mujer aymara? Poco y lentamente. Después de leer la convocatoria de la Alcaldía, me pregunté ¿qué perfil de rostro de Bartolina y Julián presentarán los artistas concursantes? Hay que recordar que no existe ningún resto histórico para tener alguna aproximación física de Bartolina y Julián. Es difícil pensar en realizar un rostro computarizado como se hizo con el de Simón Bolívar, tras un análisis de sus restos y que fue presentado hace poco en Venezuela. Los artistas que representaron a Bartolina y Julián siempre lo han hecho “al tanteo”, incluso las vestimentas que llevan son tan distantes de las que se usaban en la época colonial, basta fijarnos en esas pancartas de Bartolina y Julián que se exhiben cada 6 de agosto en el Palacio de Gobierno, y uno se pregunta ¿así eran sus rostros? Ojalá los concursantes busquen aproximaciones más reales. También es importante profundizar en la investigación histórica. Hasta ahora existen muy pocos trabajos dignos de mencionarse sobre la vida de Bartolina (y de Gregoria Apaza, hermana de Julián) y su participación en la rebelión de 1781. Los folletitos publicados, por ejemplo de Alipio Valencia, María Eugenia del Valle o las versiones noveladas que incluyen a Julián, como de Augusto Guzmán y de Porfirio Díaz Machicao, entre otros, no recogen los sucesos reales de 1781. Este tema debería ser de preocupación del Estado Plurinacional y de sus ministerios respectivos, como también de las universidades estatales, para brindarnos investigaciones profundas. La convocatoria de un concurso histórico podría ayudarnos a saber más sobre nuestra Bartolina rebelde. Ma qawqha sarnaqawinakaki yattanxa, kunxa sumaspasa wali yatxataña, kunjamapinitanasa mama wartulinana t’aqhisiwipaxa, sartasitapaxa jiwas layku. |