Fernando Huanacuni Mamani Ciertamente antes del imperio incaico existía una cultura vasta y grande que abarcaba gran parte del sur de Abya Yala, lugar que eligieron los amawt’as o sabios para establecerse orientándose hacia la constelación de la Cruz del Sur. La influencia que tuvo Tiwanaku, hoy puede observarse en la arquitectura precolonial, cuya matriz predominante de construcción es el símbolo escalonado presente a lo largo de todo el continente incluso en el centro de Abya Yala (Centroamérica). Con el hallazgo arqueológico de cerámica en la isla de Parití en el lago Titikaka, en la que se observan rostros de la amazonia, se corrobora que fue un lugar donde convergían muchas naciones amazónicas y de otras regiones. Conforme van avanzando las investigaciones va emergiendo con mayor esplendor una gran cultura que tuvo un planeamiento territorial establecido. Para ordenar las construcciones de los diferentes templos y la orientación de las ciudades, el referente fue la cruz cuadrada. Tiwanaku es el centro de esta cruz y como lo demuestran las investigaciones hasta hoy realizadas, su expansión fue geométrica y de forma proporcional, evidenciándose que las principales construcciones antiguas (preincaicas) están en una línea recta. Además todas ellas van trazando caminos milenarios que nuestros ancestros construyeron. Las tradiciones orales nos dicen que Tiwanaku fue un lugar sagrado de peregrinación de muchas naciones de lejanas regiones; quienes peregrinaban para llegar hasta estos templos orientados con gran precisión astronómica. Visitantes que llegaban trayendo ofrendas y buscando aunque fuese desde la lejanía, tener el privilegio de observar la grandeza y majestuosidad de esta ciudad templo. Los descubrimientos arqueológicos encontrados en Egipto, Persia y Fenicia de gran similitud a los descubrimientos de Tiwanaku confirman la teoría de A. Posnansky plasmada en su libro Tiwanaku cuna del hombre americano, que plantea que “el hombre no vino a América, sino que éste salió de América”. Fue una cultura de paz, un ‘estado comunitario’ que unió las cuatro regiones del sur de Abya Yala (este, oeste, norte y sur), cuya expansión e influencia más allá de Los Andes se dio por su sabiduría. La arquitectura, ingeniería y manejo geodésico tan desarrollados prueban no solamente que sí hubo ciencia, sino que intervinieron en ella seres humanos altamente calificados y que lograron espectaculares avances en todos los campos de la cultura. Existe infraestructura agrícola preincaica con similares características tanto en el altiplano, en la zona circunlacustre del Titikaka, salares y lago Poopó, como en la amazonia; en la región de Moxos y alrededores. En toda esa región se evidencia un buen manejo de aguas, sistemas de riego y canales. En la región tropical amazónica de Moxos por ejemplo, en un área de alrededor de 200,000 km2, existen camellones o campos elevados de cultivos, terraplenes, islas, lagos y lagunas artificiales. Otras pruebas arqueológicas de la expansión de Tiwanaku revelan que fósiles de wanaku fueron descubiertos el año 1993 en Boa Vista, al norte de Salvador Bahía. Según el profesor de geociencias Castor Cartelle, de la Universidad de Minas Gerais, el wanaku del altiplano vivió en el noreste del Brasil hace cerca de diez mil años. Tiwanaku es el puente que nos une con nuestros ancestros, es el centro ceremonial más importante en el proceso de la historia de los pueblos indígena-originarios. No sólo es el centro arqueológico, es el epicentro generador de la cultura en el continente. Sin embargo, lo descubierto hasta el momento no supera el 5% de todo lo que realmente hubo en Tiwanaku. Por lo tanto queda mucho por dilucidar y ésta es una de las razones que exige reescribir nuestra historia para proyectar nuevamente nuestro presente y futuro en base a la sabiduría de nuestros ancestros. |