Anselmo Esprella - cambio.bo El Gobierno de Alfredo Ovando Candia promulgó el Decreto 9357, que dispuso para los profesionales de la salud y funcionarios del sector trabajar desde las 08.00 hasta las 14.00. Desde entonces, la atención a los pacientes se limita a ese horario, por la tarde sólo es posible acceder a los servicios de emergencia. El 24 de enero de 2012, el actual gobierno promulgó el Decreto Supremo Nº 1126, que restituye 8 horas de trabajo para todos los profesionales del sector. Alfonso Barrios, presidente del Colegio Médico de Bolivia, advirtió que “la jornada de ocho horas; afectará a los pacientes”. Es decir, si los médicos continúan trabajando sólo seis horas por día, ¿esto beneficiará a los pacientes? Y que ¿ocho horas de trabajo afectaría a los pacientes? Desde 1970, los médicos bolivianos se han beneficiado con esta cómoda jornada laboral, aunque en Europa existe una tendencia de acortar aún más las jornadas trabajo. Ver marchar por las calles a los médicos bolivianos exigiendo seis horas de trabajo es, por decir lo menos, una marcha con derroche de frivolidad. Entre las consignas que vociferan los galenos hay una que dice: “Qué lindo, qué lindo que va a ser, el Evo a la escuela, que salga bachiller”. Esta consiga, llena de prejuicios, más que agraviar al Presidente en realidad es una afrenta al pueblo boliviano. De sobra saben los médicos que en nuestro país el acceso a la educación, ha sido y lamentablemente continuará siendo todavía por algunos años: un privilegio. Un sistema educativo injusto tolera que en el área rural un alto porcentaje de jóvenes indígenas y campesinos no concluyan sus estudios. Los galenos saben también que antes del Gobierno del presiden te Evo Morales las cifras de deserción en todos los niveles de la educación formal eran absolutamente dramáticas. Saben, por eso resulta inexplicable que gente que se precia de instruida recite consignas carentes de un mínimo gesto de creatividad. En Bolivia, el acceso a la más mínima educación siempre ha sido un privilegio de unos pocos, y para ilustrar aquello un par de datos: En 1826, la sociedad chuquisaqueña presiona al Mariscal Sucre para que expulse del país a Simón Rodríguez. Don Simón había cometido el delito de fundar una escuelita donde eran aceptados niños blancos, niños negros y niños indios, la escuelita aceptaba además a niñas. La alta sociedad cree que don Simón está loco, lo expulsa de Bolivia. En 1899, Santiago Poma, comunario de Achacachi, recibe 50 latigazos por enseñar letras a los niños de su comunidad. En la mayoría de las marchas del magisterio y en las marchas de los médicos suele aparecer flameando la imagen del Comandante Guevara, revolucionario que durante todo su vida, con asma y todo, “siempre ha sido el primero en llegar y el último en irse”. |