Max Murillo Mendoza Entonces se puso de moda la Ecología, las visiones holísticas de las cosas, la recuperación de otras lógicas sociales y culturales. Se descubrió el interculturalismo. La historia oral, por ejemplo, como invento inglés y belga, se paseó por todo el mundo para la recuperación de las historias de aquellos pueblos sin escritura. Las ciencias gringas reconocieron en sus fracasos del desarrollo que sus visiones eran sólo una parte de las complejidades de otras visiones en el mundo. Las dictaduras militares impidieron durante casi 20 años (60-70) la libre circulación de ideas e investigaciones. Pero más que esos atrasos en las ideas, por debilidades estructurales, pues no tenemos clases altas y medias cultas, sino oligárquicas y provincianas, supersticiosas respecto de las ideas, son los problemas de mentalidad las que hasta hoy se manifiestan. Las costumbres de las clases a medias bolivianas rayan entre lo provinciano y pésima copia de lo occidental. Sus costumbres son de pantomima hacia lo gringo, de imitación burda y grotesca. En su mentalidad occidental no atinan nada propio, porque no se consideran de estas tierras, es decir no son de estas culturas, pero tampoco son gringos. Son estas costumbres y mentalidades que no tienen identidad con lo nuestro, las que vociferaron ante unas declaraciones sobre la coca del magistrado Cusi. Ignorantes de cuello blanco, analfabetos funcionales respecto de nuestras costumbres y tradiciones. Ignorantes culturalmente y por supuesto que se encontraban a gusto con los tinterillos alto peruanos, abogansters, que utilizaron desde siempre la justicia y el derecho para delinquir, para robar, para asaltar a los ciudadanos de este país y corromper las instituciones hasta prostituirlos al máximo, donde los pícaros son los reyes y los alabados en estas sociedades, precisamente en contra de las mentalidades del ahorro, de lo democrático, del amor al trabajo. Estas mentalidades oligárquicas y latifundistas utilizaron la justicia para destruir este país. |