Max Murillo Mendoza Frente al avance de las religiosidades propias e indígenas, estos grupos de poder se atrincheran, junto a sus curas y obispos bendecidos por el cardenal (campesino) desclasado, en “su religión” cristiana para atacar y condenar a los grupos indígenas de este proceso; aunque en sus mentiras utilicen a su antojo a los indígenas del Tipnis. Las mentalidades conservadoras cuando sienten que sus intereses son molestados, utilizan al “cristianismo” para referirse a todo lo demás como infiel, antipatria, anticatólico y antidios cristiano. Hace algunos años utilizaban la bandera boliviana como instrumento de presión, frente al comunismo, etc. Estos grupos de poder, sin nación ni patria ni identidad étnica y Estado, creen que el tiempo no ha pasado y que sus privilegios siguen siendo los mismos desde las épocas coloniales y republicanas. Sus estrechas e ignorantes mentes consideran todavía a Bolivia como su hacienda, su negocio privado y su renta. La Iglesia y sus grupos de poder extranjeros, también estancados en el tiempo de gloria colonial, siguen mirando a Bolivia como su feudo de indios y mineros que deben servirles pleitesía y rezos, porque hay que agradecerles a los curas por sus servicios de “civilizar y cristianizar”, es decir “salvarles” sus almas a los infieles e incivilizados. Costumbres social darwinistas que no han cambiado con el paso del tiempo y se han fortalecido, lamentablemente, en la “democracia” pactada donde estos grupos se repartieron el poder como si se tratara de su hacienda. En Bolivia la coincidencia no es coincidencia Y la Iglesia Católica nada hace por separar esos discursos antibolivianos, es decir antiindígenas, sino los bendice todos los domingos. En Bolivia las coincidencias no son coincidencias: responden a un orden establecido, estructural, clasista y colonial, es decir católico. Durante las dictaduras tuvieron ciertas luces, algunos muertos y torturados también, de solidaridad y entrega cristiana; pero hoy son parte integral de las mentalidades coloniales y se ponen a disposición de las más recalcitrantes ultraderechas y oposiciones políticas. Esta equivocación les llevará al descalabro total, a la aceleración de su desprestigio como religión y escape espiritual. El desprestigio de la Iglesia Católica ahora es total. Lo único que le queda es el poder económico. Lo demás: moral, ética y ejemplo de sociedad son simples discursos de domingo para encubrir ideológicamente su desprestigio. Nada de esto se investiga, porque los profesionales en general, normalmente egresados de colegios católicos de “prestigio”, están domesticados y adormecidos, pues no se atacaran a sí mismos denunciando el totalitarismo católico, a sus corrupciones morales (abusos de niños y jóvenes) en sus instituciones educativas y de supuesta protección de éstos, a sus corrupciones económicas. Creo que ha llegado la hora de tocar estas puertas herméticamente cerradas, que hasta hoy no permiten que se investiguen sus actos y hechos. Es hora de buscar a tantos seres afectados por estos hechos de impunidad total, y darles la palabra para empezar a identificar a quienes siguen valiéndose del poder y la gloria colonial. Bolivia es el único país de la región donde no se investiga a la Iglesia Católica. En los demás países se han iniciado procesos legales contra infinidad de abusos de esta institución. El Estado boliviano tiene que empezar a desempolvar y revisar el papel, en su totalidad, real de esta institución en Bolivia, y su sentido existencial en un lugar donde tenemos religiones más antiguas, más humanas y existenciales, que otra vez empiezan a renacer, que el cristianismo católico. |