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La palabra ch’allar significa en aymara “rociar”. Es la acción humana de echar o regar, sobre la tierra o bienes materiales, elementos simbólicos como un gesto de retribución y gratitud hacia la madre Tierra (Pachamama). Este ritual andino de origen rural tiene orígenes prehispánicos. Es una forma de relacionamiento social entre el Jache —la persona— y la Pacha, la madre Tierra. Ella es parte fundamental de las creencias del mundo andino, donde todas las cosas tienen vida y por lo tanto el ser humano debe mantener un fuerte contacto con ella. El instituto Nacional de Etnografía y Folklore refiere que esta costumbre, que está enraizada en el pueblo, tiene diferentes ritos y costumbres con variados matices a la hora de agradecer a la Pachamama. Todos le ofrecen a la Madre Tierra en su agradecimiento y para pedirle nuevos favores rocían el suelo con alcohol, coca, el copal o el incienso, la c’oa, los confites, la serpentina, los cohetillos, la mixtura, las flores, y diferentes adornos. Esta costumbre, que nació en los Andes, desciende por el Sur hasta Argentina, por el Norte llega a Colombia, y por el Oeste al Perú y Chile, donde se práctica mucho. Este ritual andino reúne a las familias para agradecer a la Madre Tierra con el fin de pedirle bendiciones materiales y espirituales. Pese a los cambios y las nuevas creencias, la tradición se mantiene incólume y en los últimos tiempos se enraizó más aún.
El martes por la mañana, abuelos, hijos, hermanos, esposos, cuñados y toda la familia se reúne en una casa para decorarla con globos, serpentina, flores y fruta. En las ciudades y pueblos de los valles, las fachadas y el interior de las viviendas también lucen un arco iris de colores, con flores que representan la alegría de la fiesta de Carnaval. Doña María Gonzales, que ya está prepara el martes de Ch’alla: “Hay que darle todo lo que le gusta a la Pachamama, nuestra Madre Tierra, a ella le gusta la alegría, los colores y sobre todo que todos vivan en armonía”. En algunos lugares, la ch’alla se la celebra muy temprano, primero en el hogar de cada uno, para ir luego a cumplir el rito en otras casas de familiares o amigos, y hasta de las fuentes de trabajo. Naturalmente que se elige un domicilio para cumplir la ch’alla en grande, allí se hace la decoración, para esperar el mediodía. En la mayor parte de los casos, las mujeres se dedican a preparar la comida con un menú muy variado de acuerdo a la región.
Después llega el brindis, la mojada con agua, se sirve la comida, luego está la bailada hasta el cansancio, todo, con el mayor entusiasmo, alegría y armonía como le gusta a la Pachamama, como dicen los que lo estudiaron el significado y el valor del Martes de Ch’alla. La ch’alla del Martes, el cierre tradicional del Carnaval boliviano, responde a un ritual propio del mundo andino y cuyo fin principal radica en pedirle a la Pachamama o Madre Tierra, la concesión de bienes materiales y espirituale.s |