Félix Layme Pairumani: la-razon.com En la sistematización de Dominique Temple, las diferencias entre ambas economías (la reciprocidad andina y el intercambio acumulativo capitalista) son evidentes. En la reciprocidad andina, aquel que recibe algo lo devolverá cuando el otro lo necesite. Es decir, que en el hecho de dar lo que importa es el prójimo, no el afán de lucro. En este intercambio, el más humilde equilibra sus fuerzas y se produce la igualdad. En cambio, en el intercambio capitalista, se aprovecha la necesidad del otro, y si se logra que el cliente se vuelva dependiente tanto mejor; eso es el capitalismo. El que tiene más, impone los precios, y a raíz de la competencia se genera la desigualdad económica. En el desarrollo comunitario, el que da considera la necesidad del otro; si es posible la de todos los miembros de la comunidad, y mejor si también da a los de fuera. Así, todos son tributarios de todos, y se produce el desarrollo comunitario. En el desarrollo privado, las prestaciones son motivadas por el interés de cada uno. Se hace negocios con el otro de acuerdo con los propios intereses, así nace el desarrollo individual y privado. Hablamos de acumulación, de plusvalía, de la privatización de los medios de producción, de competencia, de la explotación, en fin, de desigualdad. En el mundo andino, el poder de prestigio se entiende de manera diferente. Cuanto más participa uno en la reciprocidad por sus dones, más participa también del ser común, lo que se traduce por su autoridad moral, su reputación. Cuanto más da la pareja, más homenaje y respeto recibe de parte de sus aliados y de la comunidad. En el poder de acumulación capitalista, cuanta más riqueza se acumula para sí mismo, más crece el poder. El más rico no es el que más da, sino el que entrega menos y el que más acumula. Para el andino, la tierra es como la madre, no se vende, ni se quita a la gente que la trabaja, bajo ningún motivo. La comunidad es la dueña de la tierra y sólo ella puede regular su uso y hacer que la cuiden. Mientras que en la sociedad criolla, es posible vender o quitar la tierra a quien sea y con cualquier pretexto. Además, existe un claro afán por depredar la naturaleza. Invierten dinero comprando tierras y luego la explotan hasta agotarla, después se compra otra para hacer lo mismo. El trabajo, en la comunidad, puede ser individual o colectivo, y está bajo la dirección de un jefe comunal. Durante la labor, cada uno compite con los demás por el renombre. De esa forma, el prestigio resulta el motor de un mayor compromiso personal. En el sistema capitalista, la individualización y la colectivización son un factor de subdesarrollo. El trabajo es en esencia individual y sus intereses deberán ser protegidos de manera individual. Cada uno lucha por acumular lo que más puede. “Tanto tienes, tanto vales”, ése es el motor del desarrollo de intercambio acopiador. Las equivalencias de reciprocidad. La racionalidad económica en una comunidad andina es producir lo que necesitará consumir la familia, y un excedente para poder hacer el trueque con otros. En un sistema de intercambio capitalista, cada uno puede modificar el precio de su producto según sus posibilidades, sin ningún respeto a alguna referencia. El precio depende de las circunstancias. La oferta y la demanda son las que definen reglas. El trabajo individual más la faena comunitaria son uno, el compromiso en la sayaña y la labor en la aynuqa son uno; en otras palabras, esto sería la propiedad privada más lo comunitario. Eso es una unidad en el mundo andino. |