Félix Layme Pairumani Aunque este tipo de interrogantes se han respondido en anteriores oportunidades, hay otras preguntas colaterales, como: ¿Van a traducir al aymara a Kant, Hegel, Sartre y otros? Algunos responden esta interrogante con otra pregunta-respuesta: ¿Para qué, si vamos a ser bilingües? En un medio neocolonial y en la era de cambios paradigmáticos acontecen hechos fuera de lo común. Después de reflexionar, unos entienden; otros consultan, y algunos combaten y lanzan ideas absurdas para desmoralizar y frenar los cambios. En realidad, nadie quiere cambiar. Aunque uno viva en un medio de choque de prototipos, siempre se aferra a lo conocido. En materia de lenguas y culturas, hoy no se está satisfecho, porque la fama de unas eclipsa a las otras. En sociedades monolingües no son bienvenidos los vientos del bilingüismo, en especial cuando se trata de una lengua discriminada; sin embargo, en los nuevos tiempos existen mayores opciones laborales y culturales para aquellas personas que son bilingües o trilingües. Aún existen algunos que no quieren comprender lo que quiere decir la educación intercultural y bilingüe. Sencillamente se quedan sin razonar; y lo que es peor, la combaten y quedan en ridículo cuando los otros ya han comprendido el problema. Muchos están anclados en el monoculturalismo y monolingüismo de la anterior era, y les cuesta comprender o no quieren salir de su mundo a uno más diverso y plural, el de la nueva era. A unos el temor de perder el status superior de que gozaron en el pasado no les permite entender los nuevos conceptos de bilingüismo e interculturalidad, así como a los otros la terrible supremacía de la cultura occidental les produce el desprecio colonial a sus culturas e idiomas. Cuando se habla de la educación intercultural y bilingüe se cree aplicable sólo en las lenguas indígenas; y cuando se habla de intercultural, creen que está centrada en una sola cultura indígena y les aterra si va a ser en aymara o quechua. Con ese criterio pueril se han anquilosado, y se les ofuscan los ojos para ver con claridad e incluso pensar lúcidamente sobre la realidad. Reiterando, esto no solamente les pasa a los citadinos, sino también a los campesinos. En una reunión escolar en el área rural, mientras discutían los dirigentes campesinos y los profesores sobre la adopción de la modalidad de educación intercultural y bilingüe, Emilio Mamani de Sivicani dijo, tratando de satirizar y oponerse: ¿Cómo se van a referir al átomo, neutrón, etc. en las lenguas indígenas? Otro respondió: ¿Cómo se les llama en otros idiomas como el inglés, portugués, francés, italiano, alemán, ruso, etc.? Un tercero, muy avezado, complementó: “Casi lo mismo, dicen: atom, átomo, atome, atomo, atom, atom respectivamente”. Lo que causó hilaridad y risa entre los presentes. Exigir una palabra distinta para el átomo en las lenguas indígenas, olvidando que en los idiomas occidentales existe una sola raíz para ese término técnico, suena como un pálido eco de insinuación de discriminación de lenguas. Por tanto, aquello de traducir a Kant y otros, así como la manera de referirse a ciertos términos, no es argumento para evitar el desarrollo de las lenguas indígenas, ni estudiar la supercultura ajena sin dejarse arrastrar. Se requiere una verdadera campaña para entender la Ley Avelino Siñani, sin ese requisito, todo será un canto de sirenas al cambio… |