César Lévano. diariolaprimeraperu.com No fue un golpe sólo contra la institucionalidad democrática. Ese fue mi personal criterio desde el momento mismo del atropello. Recuerdo que esa noche, fatigado, me acababa de acostar, cuando me avisaron que la señora Cecilia Lacca, directora de Antena Uno Radio, la emisora en que yo trabajaba desde su fundación, quería hablar conmigo de modo urgente. -Don César, me dijo, Fujimori acaba de dar un golpe. Ha disuelto el Congreso y va a reorganizar el Poder Judicial. Quisiera que haga usted enseguida un comentario. Salí al aire, y dije (consta en grabación): -Este es un golpe militar que lleva como mascarón de proa a Fujimori. Es el golpe de los militares violadores de derechos humanos y vinculados al narcotráfico. Creo que acerté, porque apunté a los resortes de fondo, no a los meramente legales. A las pocas horas del golpe, se vio en la televisión cómo la fuerza pública arrojaba desde un balcón del Palacio de Justicia expedientes vinculados a narcotraficantes. Ahora se conoce que Fujimori, Vladimiro Montesinos y el general Nicolás Hermoza Ríos, comandante general del Ejército, formaban una banda delictiva y asesina, y que, después de juicios impecables, pagan con prisión sus crímenes de corrupción y contra los derechos humanos. El golpe fue aprobado, según encuesta de Apoyo, por un 80 por ciento de la población. Ello se debió a que los golpistas habían llevado a cabo, previamente, una campaña contra el Congreso. Se acusaba a éste de no actuar con firmeza contra el terrorismo, de corrupción y de estar formado por comechados que ganaban demasiado. Recuerdo que el 6 de abril, a bordo de un colectivo automovilístico, pasajeros hombres y mujeres se expresaban a favor de los golpistas, porque “ahora, con lo que se ahorre en sueldos de congresistas, los alimentos van a ser más baratos y van a subir los sueldos a los maestros”. La dictadura impuesta hace 20 años no sólo robó fondos del Estado, no sólo traficó con las compras de armas, no sólo se enriqueció con el narcotráfico, no sólo ordenó torturas y masacres. Corrompió la moral pública. Uno de sus delitos consistió en convertir a casi todos los medios de comunicación en focos de adulación, mentiras y calumnias. (En la prensa y la televisión de hoy operan y ejercen poder algunos de los actores de esa época de oprobio. Por supuesto que el Presidente Ollanta Humala sabe quiénes son, y los tiene cerca.) La dictadura eliminó derechos sociales, aceleró la quiebra de los partidos políticos y manchó el honor de militares y Policías. |