Max Murillo Mendoza. opinion.bo No tenemos empresa privada, sino un remedo de iniciativa privada a costa del Estado. Toda la llamada empresa privada nació a costillas del Estado. Es el dinero de Bolivia, robado, asaltado y repartido por las castas coloniales gobernantes a sus compadres, familiares y compinches de farra para “crear empresas privadas”. De esto hay suficiente documentación. Por eso mataron a Marcelo Quiroga Santa Cruz, porque él se animó a denunciar todo el asalto de Banzer, en los años de su gobierno, a las arcas del Estado y la repartija de miles de millones de dólares de Comibol a sus compadres de Santa Cruz para la agroindustria cruceña. La famosa familia Gasser (de la colonia alemana) hasta hoy debe al Estado 400 millones de dólares de esos préstamos, y hace muchos años que se declaró en quiebra para no pagar ese dinero. Historia muy conocida y libreto repetido a lo largo de nuestra historia republicana. Que haya empresarios honestos, pues felizmente los hay. Tan pocos que no hacen la diferencia en un país como Bolivia. Que la iniciativa privada es importante, pues sí. En muchas realidades del mundo es el motor de la economía, de la ciencia, del conocimiento y las oportunidades democráticas que ofrecen a sus poblaciones. En Bolivia no es así. Las castas coloniales, extranjeras por cierto, no han sido capaces de construir clases altas industriales que faciliten oportunidades a sus poblaciones. Castas coloniales provincianas e ignorantes, frívolas que muestran sus coches de último modelo en las plazas de sus ciudades y asisten a universidades extranjeras simplemente para gastar, malgastar sus fortunas mal habidas en Bolivia. Pero sin capacidad histórica y proyecto de clase que articulen proyectos industriales, científicos y culturales. Su falta de identidad con Bolivia, su falta de consistencia política y sus ausencias de liderazgo territorial y estatal son absolutamente notorias a la hora de evaluar sus resultados. No generan trabajo, no generan desarrollo (desarrollismo y copias burdas sí), no generan riqueza y prosperidad. Para estas castas racistas, mejor mantener a sus poblaciones en la ignorancia. En su mentalidad antimoderna y antiliberal, mejor no tener competencia. Ésa es su esencia provinciana y racista. Y con ese poder han mantenido desde siempre al país en la mendicidad, en la pobreza y la ignorancia. Hoy existen ciudades, como Santa Cruz de la Sierra, que intentan articular desde el comercio y los servicios terciarios una circulación de capital y oportunidades económicas, pero sin sustento y sin claridad de proyectos. Muchos de los negocios son ilícitos que provienen del narcotráfico o el contrabando. Y sin un grado de sostenibilidad mínimamente industrial, y sin un proyecto nacional estatal, es decir de visión conjunta de desarrollo global, que nuestros sistemas educativos, por ejemplo, estén estrechamente ligados a los sistemas productivos, pues seguiremos como seguimos. El Estado por su lado, y la llamada “empresa privada” por su lado, cada uno haciendo experimentos suyos sin considerar planes de desarrollo nacionales. Sin dar oportunidades a sus poblaciones, sino siendo espacios para sus compinches políticos o de castas señoriales, en el otro caso. Pero inservibles como proyectos. |