José Luis Ayala: losandes.com.pe Decir además que si los aymaras no quieren minería ni petróleo que se queden pobres, es aseverar que estas actividades han traídos prosperidad y desarrollo para el altiplano del Kollao y eso no es verdad. Aunque hasta ahora no hay estadísticas ni estudios a cerca de cuántas toneladas de minerales han salido de Puno durante la época de la Colonia y la República; sin embargo, se puede aseverar, la minería solo ha traído hasta ahora, enfermedades, desgracias, violencia, pobreza y muerte. El poder mediático ejercido por algunos medios de comunicación masiva a cargo de conocidos monopolios, se sintió ofendido y sorprendido que el inefable Beto Ortiz, no solo entrevistara a Walter Aduviri Calisaya, sino que el líder aymara se negara a ser humillado y ser conducido como un vulgar delincuente por las calles de Lima. Aduviri decidió quedarse en el recinto de la televisión, pero si no tenía el apoyo de los aymaras que estaban afuera, lo hubieran golpeado y arrastrado tal como lo hace el sistema represivo, cuando se trata personas pobres y más si son quechuas, aymaras o proceden de los pueblos amazónicos. Es necesario anotar que este hecho singular ha quebrado el lenguaje desde los propios medios y ahora, ya no se usa más ni se usarán los agresivos y discriminantes términos: indios, indígenas, serranos, cholos, nativos, salvajes, oriundos. Los periodistas que informaban decían: “Walter Aduviri, líder de la Nación Aymara”. ¿Qué ha sucedido? Estamos frente a un hecho sin precedentes, el lenguaje de la cultura dominante ha cambiado. Pero sobre todo, ha quedado demostrado que los Derechos Humanos, también pueden alcanzar a pueblos y naciones sojuzgadas durante siglos. Es verdad, la Nación Aymara ha conseguido que Walter Aduviri Calisaya no duerma en un hediondo calabazo de Lima. Tampoco sea esposado y llevado del cuello para que sirva de escarmiento. Menos que se presente a declarar y quede detenido. Aunque tampoco se justifica que haya habido en Puno, actos de vandalismo, ataques, saqueo e incendio de oficinas públicas. Son hechos que deberán ser investigados y sancionados quienes desde las sombras surgieron especialmente para quemar documentos referidos al contrabando, lavado de activos y evasión de impuestos. Esas son acciones graves y debe haber sanción para los culpables. Aunque la realidad de la Nación Aymara es ahora distinta, dialécticamente hablando sigue siendo la misma porque todo ha cambiado y porque tampoco nada ha cambiado. La Nación Aymara afronta hoy problemas sociales irresueltos del pasado y se enfrenta valientemente al Estado por los que ahora agobia a sus habitantes. Pero esta movilización no se parece a las anteriores porque como bien dice Anduviri, la Nación Aymara no ha sido consultada para el establecimiento de nuevas minas en la región. Ese hecho grave atenta contra los derechos humanos de los aymaras y no se resolverá como antes, encarcelando, matando a sus dirigentes. ¿Qué ideología mueve a los aymaras? El respeto a la cosmovisión andina que es una distinta visión del mundo, tiene que ver con la dialéctica, la política, la moral y la ética andina. El reconocimiento a la Nación Aymara como parte sustantiva del Estado-nación y exigencia de millones de personas a un trato humano y diferente accionar político, porque han sido desterrados e invisibilizados por todos los gobiernos durante la República criolla. En una entrevista televisiva que se le hizo al ex canciller fujimorista Francisco Tudela, dijo que los aymaras del Perú podrían tener cierta influencia del movimiento tupajcatarista de Bolivia. Nada más falso y equivocado porque incluso la prédica del mallku Felipe Quispe no ha calado y ni siquiera se le toma en cuenta. Lo que no se dice debido a un absoluto desconocimiento a la realidad, es que la Nación Aymara, a través de sus más esclarecidos ideólogos y líderes, han emitido tres manifiestos políticos. La lectura de esos documentos podrían servir para hacer un análisis mucho correcto acerca de lo que sucede ahora. Desconcertados la mayoría, no todos, de los analistas criollos, afirman equivocadamente que los aymaras se movilizan porque no quieren aceptar el progreso ni el desarrollo. Esas palabras hoy no tienen sentido en el mundo globalizado. En el siglo pasado, ningún país del mundo logró un desarrollo social y económico, esos modernos y culturosos conceptos han fracasado, descansan en paz. Lo que sucede es que los aymaras hemos entrado a un nuevo tiempo histórico. La Nación Aymara ha empezado un lento proceso histórico de descolonización del poder, hoy reclama sus derechos y sobre todo que sus habitantes deban ser tomados en cuenta para cualquier toma de decisión política. Todo indica que hemos llegado a un punto de quiebre, de aquí en adelante, los gobernantes nos darán con seguridad, un trato distinto a un conglomerado humano con una distinta cultura y visión de la historia. Un hecho que es absolutamente seguro es que muchos de los improvisados políticos, analistas criollos y “periodistas” ocasionales, desconocen lo que se ha venido a llamar el imaginario social aymara. Por supuesto, al presidente Alan García, a sus ministros y dueños de las mineras transnacionales no les interesa el tema, pero deberían tenerlo en cuenta. Si ahora tratan de forzar más, lo único que encontrarán será una respuesta mucho más grave. Nadie quiere que haya muertos, pero después de una batalla legal ganada por la Nación Aymara, tampoco sus líderes retrocederán para finalmente permitir que se siga contaminando el río Ramis y sobre todo el lago Titicaca. Pocas personas han leído un libro fundamental denominado: Lago Titicaca, gran maravilla del mundo de Andrés Choquehuanca Huanca. Ese texto señala como es que el río Ramis prácticamente ha sido maltratado durante muchos años debido a las inadecuadas construcciones “como defensa”, en las sucesivas inundaciones. Demuestra que la minería artesanal y la gran minería, han terminado por matar todo vestigio de vida acuática. Lo más alarmante de este trabajo es la advertencia que si se sigue arrojando deshechos de minerales, el lago Titicaca debido además a la falta de deshielos y lluvia, en cien años de convertirá en un gigantesco pantano. Nadie ha dicho nada después de la seria advertencia de Choquehuanca. Entonces, cuando la Nación aymara y Aduviri señalan que defenderán la vida del Titicaca, tienen razón porque si desaparece el Titicaca, donde están nuestras pakarinas, todo moriría, siendo una de las principales causas los relaves de la minería especialmente informal. La lucha de la Nación Aymara como se puede ver, no es de ahora ni tiene solamente motivos racionales para oponerse a la depredación de su territorio y después ser condenados a una miseria terrible y por siglos. Entonces, es necesario entender el imaginario aymara. Según el Diccionario de la Lengua Española, se llama así a un adjetivo que denota algo que solo tiene existencia en la imaginación personal y colectiva. Fue el filósofo Cornelius Castoriadis, quien usó por primera vez este concepto y normalmente es usado en el ámbito de las ciencias sociales para designar representaciones sociales que se producen en el tiempo. Esta acepción también se usa normalmente como sinónimo de mentalidad, cosmovisión, conciencia colectiva o ideología. Es verdad que cuando Castoriadis usa esta palabra tiene una referencia exacta, toda vez que resulta una categoría conceptual desde el materialismo para explicar la presencia y valor que tiene lo material sobre la vida social. Para Castoriadis, la creación de una colectividad social no es posible explicarla entendiendo que todo se crea y nace solamente por una necesidad material. En fin, este es un tema que recién empieza a discutirse y que sin duda servirá para aprender más y mejor la nueva realidad de la Nación Aymara. No se trata de un aspecto territorial ni de escisión de pueblos para formar otra República, es un sentimiento étnico enraizado en la memoria histórica y en el imaginario social indestructible. La Nación Aymara tiene razón y sus luchas siempre han sido justas. Todo indica entonces que es verdad la aseveración con la que empieza el manifiesto del Tiawanako: “Un pueblo que sojuzga a otro, no puede ser libre”. |