Felipe Supo C. - losandes.com.pe El conflicto social generado por nuestros paisanos aymaras del sur de nuestra región Puno tiene una explicación percibida desde motivaciones culturales, económicas, ecológicas y sociales hasta políticas; que por cierto, ha traído consecuencias en las mismas dimensiones. Los aymaras han mantenido una serie de instituciones comunitarias y ritos religiosos propios. Posiblemente son el pueblo andino que más haya mantenido los cultos cósmicos, como a los cerros (’apus’), al sol (’inti’) y la madre tierra (’pachamama’). Tienen su propio calendario y por ejemplo el 21 de junio del año 2004, celebraron el inicio de su año 5510. Los aymaras reivindican las insurgencias campesinas anti-blancos de Zárate Willca (1899) y de Túpak Katari (fines de 1700). Uno de los preceptos que inmola sobre todo a la intelectualidad Aymara (incluido el suscrito –siendo Quechua-) es el poema “Orgullo Aymara” de Dante Nava que dice:
“forjado sobre el yunque de la meseta andina… …”Las montañas membrudas educaron mis músculos, “me dio la tierra mía su roqueña cultura,… …”Cuando surja mi raza que es la raza más rara, “nacerá el superhombre de progenie más pura, para que sepa el mundo lo que vale el aimara.” Uno de los aspectos más importantes para la vida de los aymaras está en relación a su saber andino como conocimiento que está en relación a sus valores y creencias ancestrales: por cuanto, para ellos los cerros (Apus) se constituyen como los guardianes tutelares de custodia de su vida y su cosmovisión andina; es decir de su cultura. Además que consideran que la tierra y las especies de flora y fauna tienen vida propia, de ahí sus ritos del pago a la “Pachamama” que le da sus frutos no sólo para su subsistencia en relación a sus necesidades básicas de alimentación sino algo más místico y espiritual. Este movimiento social generado por los aymaras como conflicto tuvo todo un proceso, desde el agotamiento de todos los recursos administrativos como sendos memoriales, reclamos, proyectos de ley, perfiles de proyectos, etc. que han sido canalizados esterilmente a través del gobierno central y gobierno regional de Puno. Quienes iniciaron este movimiento social por cierto fueron los aymaras del distrito de Quelluyo que exigían el cierre de la mina “Santa Ana”, luego se propagó este movimiento social que duró 21 días a las provincias de Desaguadero, Juli y Yunguyo como reguero de pólvora, aún más frente a la negativa de la firma de la Ordenanza Regional de cese a las concesiones mineras por parte del presidente del Gobierno Regional de Puno, quién en su oferta electoral había prometido no a las exploraciones y concesiones mineras y a su vuelta de una reunión de minería a nivel mundial realizado en Toronto Canadá había cambiado radicalmente su discurso y oferta electoral que era contraria al Consejo Regional que ya había emitido una Ordenanza Regional que satisfacía inicialmente las exigencias y expectativas del pueblo aymara. Este movimiento social terminó en radicalizar sus medidas y estrategias de lucha al enterarse que su Dios tutelar; es decir, su Apu “Kaphia” estaba incluído dentro de los lotes de concesión para la exploración y explotación minera. Este cerro que se constituye “sagrado” dentro de su cultura no sólo resulta ser un Dios tutelar, sino les provee a varias comunidades campesinas y centros poblados de varios distritos de la región sur del líquido elemental agua tanto para su consumo como para sus actividades agropecuarias. Esencialmente ésta es la causa que dio origen al movimiento social de los aymaras que terminó con consecuencias negativas de dimensiones económicas, sociales y políticas que todos sabemos. |