Max Murillo Mendoza Les interesa realmente la educación del área rural? Ni un carajo. Nunca les interesó lo educativo y nunca les interesará mientras sigan estas estructuras anti diluvianas de las “normales rurales”, donde la deformación es total, y la mediocridad es el acento cotidiano de los 3 o 4 años que permanecen los estudiantes en esos centros anti pedagógicos. La correa de transmisión de la mentalidad colonial, es decir anti indígena y anti campesina, es el sistema educativo boliviano. Eso sí funciona muy bien: el aprender a odiar a este país, el aprender a que todo lo extranjero es lo mejor, y lo nuestro es lo atrasado, lo incivilizado y lo mediocre. Esa manera negativa de ver a nuestro país se lo aprende y se lo fortalece en la escuela, sobre todo en el básico y la secundaria. Esa mentalidad derrotista y de mendigo se transmite en las normales rurales de Bolivia, también en las normales de las ciudades, quizás de manera más disimulada y sutil. Pero, además, se transmite lo mediocre: el profesor es de los profesionales que no tuvo más posibilidades que sólo ser profesor. Fue lo último que le quedó, después de todos sus fracasos. Y esa manera de ser se transmite en la escuela: el menor esfuerzo, el que se aprovecha de todo con las menores calificaciones, el más pendejo. No se requiere ser inteligente ni capacitado para salir adelante, sino el más aprovechado. No sólo son asuntos estructurales, como creen mágicamente los supuestos marxistas o marxsólogos, del magisterio. Sus creencias mágicas llegan sólo a la esquina. En realidad, más allá de eso, el problema de fondo es la mentalidad y las obsoletas metodologías de enseñanza de dichos centros educativos. La mayoría en manos de sindicateros y capos de la política, no de especialistas y gente crítica. Lamentablemente el actual gobierno también ha caído en la trampa de esa lógica poderosa de lo político. Prefiere negociar con esos políticos, que negociar con gente crítica, científica y trabajadora. Y la lógica política, o solamente política, está destruyendo lo poco que queda de lo educativo. Cuando creíamos y pensábamos que este gobierno rescataría las experiencias novedosas, que se han realizado en educación a lo largo del país, de muchas instituciones privadas en el área rural y citadina, pues prefirieron optar por lo conservador y tradicional, por lo normal, por lo establecido desde la revolución del 52 del anterior siglo. Al final, los gobernantes actuales son nomás hijos de la escuela boliviana, es decir de lo más tradicional y conservador del pensamiento boliviano. La ideología y la política sólo barniza superficialmente esa profunda mentalidad del atraso y la mediocridad de nuestros gobernantes. Siempre lo digo: da lo mismo izquierda y derecha, son caras de la misma moneda. Y Bolivia tuvo y tiene experiencias novedosas en educación, que han sido incluso ejemplos mundiales; pero toda esa riqueza, como muchas otras y en otros campos, queda desapercibida para el poderoso “estado”, que en definitiva no quiere cambiar, porque no conviene el cambio. Los gobernantes nos acostumbran a los bellos discursos; pero sabemos ya que la dura realidad seguirá siendo lo normal. Entonces las interesantes experiencias quedan para los estudios, y los libros de sistematización; y el “estado”, o sus “funcionarios de turno” no están interesados en recuperarlas y hacerlas parte de las políticas de estado. Eso no interesa, al final también se irán y mejor aprovechar al máximo, en lo económico y los contactos, que ser parte de procesos de políticas de estado a largo plazo. Con el último paro indefinido y “revolucionario” de los poderosos sindicatos revolucionarios del magisterio, otra vez, son los más pobres de este país los más perjudicados y discriminados. Eso no cambia a pesar de todos los discursos de todas las gamas. Son los más despreciados, y eso no ha cambiado desde el nacimiento de la república. Los marginados siguen siendo los mismos. Los postergados siguen recibiendo educación de tercera o cuarta categoría, con profesores que no tienen absoluta idea de lo que es estrategia de estado (que tendría que ser lo educativo), que no tienen idea de lo que es el arte de enseñar, y de hacer educación al menos porque ya estamos en el siglo XXI. El país se ha contentado con nuevas aulas, colegios enormes y lindos, con equipamientos que dan envidia; pero la calidad educativa sigue siendo la misma: un desastre nacional y anti nacional. |