Edwin Conde Villarreal: cambio.bo El hombre de los Andes, desde la época prehispánica, tuvo la capacidad de identificar los periodos del tiempo, basado en los solsticios y los equinoccios; dividió el calendario agrícola e identificó los movimientos estelares que le permitieron reconocer temporadas de sequía y de lluvia. Al finalizar el período de julio-agosto, denominado Anta Situwa o Jupha Pawaw Phajjsi, en el que se cumple una serie de rituales dedicados a la Pachamama o Madre Tierra, ella ‘despierta’ de su descanso y está lista para ser nuevamente sembrada. Se prepara la tierra, inicialmente en lugares altos, para dar comienzo a las primeras siembras de papa, oca, quinua y cebada, que dependen de la lluvia, la que llegará en diciembre. Los investigadores dicen que la cosmovisión andina divide el calendario en dos períodos: el Awtipacha, o tiempo seco, que se identifica con lo masculino, y el Jallupacha, tiempo de lluvias, que se identifica con lo femenino. “Los calendarios ancestrales nos marcan el inicio de un nuevo ciclo para los pueblos del hemisferio sur, a partir de cada 21 de junio con el solsticio de invierno, cuando el sol inicia un nuevo recorrido”, explicó en una entrevista anterior el director de Protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional y filósofo andino, Fernando Huanacuni. Con el equinoccio de primavera, llamado el Sataw Lapaka, el 21 de septiembre, se cumplen también ofrendas y rituales para el festejo de la Koya Raimi, fiesta de la reina, que coincide con algunas celebraciones de vírgenes en la región altiplánica. Septiembre, principalmente, es el mes por excelencia de la siembra y de la esquila de los animales. Huanacuni considera que el equinoccio de primavera marca una transición importante y que no solamente incumbe a la agricultura o al campo. “Nosotros somos los más grandes agricultores de nuestras vidas”, dice el investigador. “La parcialidad mujer, o Warmi Pacha, se inicia con el Sata Qallta, el 21 de septiembre, señala el tiempo de la mujer, de lo femenino, de la Pachamama, de la fertilidad, tiempo de lluvia, tiempo de siembra y de cosecha, tiempo de acción”, explica Huanacuni, que proviene de la comunidad Sariri. El Director de Protocolo considera que esta circunstancia se manifiesta plenamente con los primeros rayos de sol del día 21 de septiembre, que marca la primera siembra sobre terreno ya preparado, y por lo tanto fértil, la que posibilitará que se exprese nuestra naturaleza de ser productivo. “Lo que implica tener claridad de lo que se va a decir, hacer, generar y por dónde se va a caminar, ya que esta siembra en nuestra cotidianidad es el pensar, sentir, e incluso nuestro ‘no hacer’ es una siembra que también tendrá una cosecha que dependerá según lo sembrado”, reflexiona Huanacuni en un mensaje al pueblo. Rituales y ofrendas “Es el periodo de la Warmi Pacha” El 21 de marzo, fecha que marca la transición a Chacha Pacha, la época del varón, de lo masculino, tiempo en que se deja descansar la tierra, es tiempo de mirar las estrellas, tiempo de reflexión, de introspección, para otra vez preparar la nueva tierra y volver a sembrar completando así el ciclo agrícola. En esta temporada también se cumplirá el Wiñay Pacha, dice Huanacuani, cuando cada familia prepare un lugar para recibir a sus seres queridos que ya han partido hacia el Wiñay Marka o ciudad eterna. La celebración es conocida en las ciudades como Todos Santos. |