cambio.bo La Constitución vigente no sólo cuenta con la legitimidad del voto del pueblo, sino que es resultado de un proceso político fundacional que tuvo su expresión máxima en la Asamblea Constituyente instalada en Sucre en agosto de 2006. Es bueno recordar que aquel proceso político fue resultado de la ardua como sostenida lucha del pueblo movilizado en las calles, en las comunidades, en los caminos. Ya en 1990 los pueblos indígenas de tierras bajas marcaron la línea que debía seguir la patria que los excluyó desde siempre. Más allá de los medios de comunicación, el pueblo se abrió a pulso para derrotar al viejo proyecto oligárquico que se impuso en Bolivia desde su fundación y que tuvo en el neoliberalismo su expresión terminal. Un representante de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP) cometió un verdadero exceso (es decir, mintió descaradamente) ante una comisión de la Organización de Estados Americanos (OEA). Afirmó, palabras menos palabras más, que el actual presidente de Bolivia, Evo Morales, llegó a ese sitial poco menos que por el favor y gracias a los medios de comunicación. Nada más falso. Si por los medios de comunicación hubiese sido, los gobernantes de Bolivia serían quienes se enriquecieron desde y fuera del Estado por décadas. En algo no se equivocó el enviado de esa asociación, es que muchos medios catapultaron y catapultan hoy a los políticos confundiendo de lleno su labor de servicio a la comunidad, de servicio a la verdad con ética, con responsabilidad. Hoy, es cierto, los medios catapultan a las expresiones más retrógradas de la derecha. Ellos amplificaron las posturas no sólo racistas, sino separatistas en Bolivia. De eso hay muchos estudios y pruebas que han hecho precisamente que algunos medios privados, cuyos propietarios tienen intereses económicos poderosos, se conviertan en los más virulentos enemigos no sólo de Evo Morales, sino del proceso político que conquistó el pueblo con su lucha, con su sangre. ¿Qué hicieron y qué dijeron pues los medios que hoy dicen defender la libertad de expresión cuando en octubre de 2003 el pueblo estaba en las calles y expulsó al gonismo? ¿Qué hicieron y qué dijeron esos mismos medios en mayo de 2008 cuando en la plaza de Sucre se humillaba y ofendía a indígenas y campesinos de Chuquisaca? Es necesario revisar las páginas de la historia de la prensa, por ejemplo, durante la dictadura. Que hubo periodistas que se enfrentaron al banzerismo, los hubo, pero en su generalidad se pusieron al servicio del dictador y reprodujeron cuanta mentira e infamia propalaba aquel gobierno del crimen respecto de los bolivianos de izquierda, de los obreros y campesinos que sí dieron sus vidas por la democracia. Revisemos, pues, la prensa. Caben algunas interrogantes al respecto: ¿Cómo se erigieron muchas empresas de prensa, radio y televisión en dictadura como en democracia? ¿Qué favores recibieron de los gobiernos neoliberales y de los grupos empresariales? Paralelamente y a raíz de las afirmaciones de la APLP en la OEA, resulta pertinente revisar cuál ha sido la trayectoria de Evo Morales, cómo nace su liderazgo y se convierte en un referente político para los pueblos indígena originarios y el campo popular. Nadie, que tenga honestidad intelectual, puede poner en duda que Evo se hizo en múltiples batallas, en marchas y bloqueos de caminos contra el intervencionismo norteamericano en el Chapare y contra las expresiones de la derecha conservadora. Lo hizo en el marco de la consecuencia y la ética que hoy por hoy lo convierte en el presidente más honesto que haya tenido Bolivia en su historia reciente. Y ésta no es una afirmación gratuita ni una adulonería, es cuestión también de revisar los nombres y apellidos de quienes pasaron por el Palacio de Gobierno. En ese contexto, y desde la perspectiva trazada por el proceso de transformaciones, la Constitución Política del Estado se erige en el hecho político de mayor trascendencia. Es, en resumidas cuentas, el cimiento clave para la construcción del nuevo Estado Plurinacional al cual, en el fondo, se oponen las expresiones de derecha. Sin gravitación en el escenario democrático formal —es decir en la Asamblea Legislativa Plurinacional— y sin convocatoria en las calles, la oposición desquiciada ha hecho de los medios privados de comunicación a su servicio su principal campo de acción para sabotear, desgastar, desprestigiar y finalmente conspirar contra el gobierno del presidente Morales para precisamente ‘catapultarse’ como alternativa al proyecto de las mayorías. Como resultado de su derrota en las urnas, la derecha dejó de ser ‘la mayoría’ construida con base en sus facciones minoritarias, elitistas y excluyentes, y hoy es lo que es en Bolivia, la minoría derrotada. Su casi muerte política hace que sus representantes en la Asamblea pasen inadvertidos y guarden sus voces para reproducirlas a través de muchos medios privados que, en el fondo, no hacen más que amplificar imposturas y mentir, perdiendo cada vez más el más preciado bien de los periodistas, la credibilidad. Por suerte, la voz rebelde del pueblo se escuchó siempre en las calles. |