Alfonso Gumucio D. - bolpress.com Los desmemoriados seguidores de Evo quizás ya olvidaron que una de sus primeras declaraciones como presidente, fue que no tenía intenciones de ocupar la Casa Presidencial en el barrio de San Jorge, porque es un símbolo de las dictaduras (fue construida por Bánzer) y de los gobiernos neoliberales. Morales dijo que iba a seguir viviendo en su casa (creo que en Miraflores), y con él su más estrecho colaborador, Santos Ramírez. Bueno, ya sabemos que Santos Ramírez tiene ahora su cama en una cárcel, y que Evo Morales cambió de idea al poco tiempo y se fue a vivir a “la pecera” de cemento en San Jorge. En días pasados ha aparecido una noticia interesante que ratifica el estilo presidencial de Evo Morales. Se dice que “por razones de seguridad” se piensa trasladar a la zona sur de la ciudad de La Paz la residencia presidencial. Vamos, ¿no es suficientemente seguro el “bunker” donde se encuentra ahora? ¿A quién le teme Morales, a su propia guardia presidencial? ¿O será para desanimar a los movimientos sociales que tendrían que hacer sus marchas de protesta varios kilómetros más abajo? Como estamos en la época de grandes amores con los militares (antes “golpistas” y “masacradores”) la nueva residencia sería construida en los predios del Colegio Militar en la zona de Irpavi, donde se han fraguado no pocos golpes militares. ¿Para qué necesita una nueva residencia Evo Morales, si nunca está en La Paz? El presidente pasa más tiempo fuera de Bolivia que en Palacio Presidencial, donde al parecer se aburre mortalmente porque no tiene nada que hacer. Lo curioso es que cuando decide viajar al exterior, lo hace sin preguntar a nadie. Hasta donde yo recuerdo, los presidentes tenían que pedir permiso al Congreso para viajar al exterior, pero este presidente anuncia sus viajes y viaja sin consultar con nadie. No dudo que es el presidente que más viajes internacionales ha hecho en toda la historia de Bolivia. En eso, nadie lo iguala. Seguramente ya le hicieron a medida una “ley corta” para que él mismo firme sus permisos de viaje al exterior. La mayor parte de esos viajes no tiene ninguna justificación, ni contribuye en nada al bienestar de los bolivianos. Se trata de viajes de campaña política, un modus operandi que ya es parte del proceder cotidiano del presidente sindicalista. Evo Morales hace muchas cosas con las que luego Evo Morales está en desacuerdo. ¿Doble personalidad? No, su problema es por una parte la lengua larga, que no resiste el paso del tiempo (dispara hilos de palabras sin pensar que él mismo, más adelante, puede contradecirse y cambiar de opinión) y por otra parte su falta de consistencia ideológica y ética. ¿Qué hubiera pasado, cuando Evo estaba atrincherado en la más cruenta oposición a cualquiera que estuviera en el Palacio Quemado, si alguno de los presidentes que lo precedieron hubiera evocado siquiera la posibilidad de comprar un nuevo avión presidencial? Probablemente Evo sindicalista y Evo parlamentario, hubiera salido al frente para decir que no se deben gastar los dineros del pueblo en esos lujos neoliberales, hubiera organizado bloqueos y censuras parlamentarias, con ese doble juego de cintura que le permitía actuar a la vez como diputado y como dirigente cocalero. El avión presidencial que estuvo en funciones hasta ahora, es un pequeño Sabreliner comprado en 1975, sin baño, en el que Carlos D. Mesa tenía que entrar doblado en cuatro para no darse de cabezazos con el techo. Se trata sin duda de un avión precario, indigno para un presidente. Se necesita algo mejor, con baño por lo menos, pero lo que sorprende es que ahora a Evo le parezca natural que así sea, y antes no. Curiosa personalidad, con tantos dobleces. Hasta ahora Evo Morales no ha tenido problemas para viajar, porque cuenta con aviones, helicópteros y pilotos venezolanos que están a su servicio. ¿Qué hubiera pasado si los presidentes anteriores hubieran recibido ese tipo de atenciones de cualquier otro país de la región? ¿No hay aquí un tema de soberanía que es importante tomar en cuenta? Como no tenemos congreso, sino asamblea de levantamanos obsecuentes, estos temas ni siquiera llegan a discutirse. Por ello, para evitar la vergüenza de que la vida y autonomía del presidente boliviano esté sistemáticamente en manos de Venezuela, está bien que el Estado compre un avión digno para su investidura, y que sirva a los mandatarios que vendrán después. La compra del avión ya ha sido autorizada el pasado 2 de abril mediante Decreto Presidencial No. 4426. El Presidente estrenará un avión Falcon 900 de la empresa francesa Dassault, por el que los bolivianos pagarán 38.7 millones de dólares. Se ha hecho una compra directa, contra toda norma legal, sin licitación pública, dizque “por motivos de seguridad” (¿cuáles?, por favor). ¿Dónde quedó la transparencia? |