Cada 05 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Mujer Indígena, fecha en la que se conmemora el rol de la mujer indígena tanto en su ser colectivo, como defensora de su tierra y territorio y preservadora de la sabiduría ancestral de sus pueblos, como en su ser individual como mujer y madre. Históricamente excluidas, olvidadas e invisibilizadas por la sociedad y los Estados las mujeres indígenas deben ser reconocidas como el pilar que nos guía en la construcción de nuestras identidades históricas y culturales. Hoy recordamos a las mujeres quechuas y aymaras que perdieron a centenares de sus hijos durante el último friaje y se reponen al dolor, sobreviviendo aún en las frías planicies altoandinas y a los golpes de un cambio climático al cual no contribuyeron, en extrema pobreza y carentes de todo servicio básico para ellas y sus familias. También el dolor de las mujeres aguaruna de la amazonía peruana que lloran a sus muertos y reclaman por sus desaparecidos durante el conflicto en Bagua, rasgando la tierra y zanjando su pena en la contemplación de la muerte como medio para reencontrase con sus seres queridos, de los que fueron separados por un enfrentamiento en el que todos perdimos. Igualmente a lideresas indígenas como Teresita Antazú a quien quisiéramos ver libre de denuncia y persecución. A nuestras próceres Bartolina Sisa y Micaela Bastidas quienes lucharon valientemente y codo a codo con sus compañeros Tupak Katari y Túpac Amaru contra la opresión, pagando con su sangre y la de sus familias por la libertad de sus pueblos. Al igual que ellas las lideresas indígenas del presente luchan también por la libertad de ejercer sus derechos: el derecho a vivir una vida digna y a consentir sobre el destino de sus territorios y el de las futuras generaciones que en ellos habiten. Este es el caso del pueblo Awa de Colombia cuyas madres, hermanas e hijas lloran la muerte de cuatro de sus niños y ocho de sus hermanos y hermanas asesinados el mes pasado por encapuchados desconocidos en el conflicto entre las FARC, los paramilitares y el ejército nacional quienes se disputan el control de este territorio. Asimismo, el de las mujeres mapuches de Chile quienes cuyos hijos fueron duramente reprimidos por las fuerzas armadas por reclamar la devolución de sus territorios ancestrales, usurpados desde la colonia. Igualmente a las mujeres del pueblo Qom cuyas familias mueren de hambre en el Chaco, desplazados por el avance de la gran agricultura para la exportación, pese a que la Argentina ostenta el tercer lugar como país exportador de carne en el mundo. Todas ellas, de diversos países y culturas, viven una lucha común y vencen el racismo, el prejuicio y la discriminación a la que son sometidas para preservar la existencia de sus pueblos. Algunas lo hacen desde el campo, otras luchando desde dentro de los Estados y gobiernos por la construcción de políticas públicas que las incluyan y otras cabildeando en el sistema de Naciones Unidas donde han conseguido la adopción de más de 67 recomendaciones en el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU. La presencia social y política de la mujer indígena es innegable, su lucha por la libertad está vigente y late hoy en el corazón y el espíritu de sus pueblos. ¿Conoces alguna política pública en tu país dirigida especialmente a mujeres indígenas? Escríbenos a prensa@chirapaq.org.pe - www.katari.org |