César Lévano diariolaprimeraperu.com Quiso ocultar que se propone entregar -está entregando ya- la selva a todos los depredadores. Por lo pronto, la ha lotizado a favor de las petroleras foráneas y suscitado allí escándalos de corrupción con petroaudios resonantes. Cuando haya un gobierno patriótico, la Amazonía sí será de todos los peruanos, y los saqueadores, hoy privilegiados por el Apra, deberán buscar otro lugar para su inescrupulosa codicia. En esos días previsibles, el Estado mismo será de todos los peruanos. La falacia de García había sido empleada ya por Jorge del Castillo, como argumento contra los comuneros de Piura que se oponen a que una empresa extranjera arruine sus tierras y envenene su río. En realidad, las comunidades nativas de la Amazonía no sólo defienden un derecho que la Constitución les reconoce y que un Convenio de la OIT ampara, sino que buscan preservar un ambiente biodiverso y un tesoro acuífero amenazado por las transnacionales y su portavoz descarado, Alan García. Los nativos defienden así, con su protesta y su lucha, un bien de todos los peruanos, y, sin hipérbole, de la humanidad. Contra ese derecho se lanza ahora el régimen aprista, y pretende involucrar en la agresión a las Fuerzas Armadas. El proceso de este conflicto es aleccionador. Primero, el presidente de la República, en artículos de título revelador: “El síndrome del perro del hortelano”, anunció una estrategia para despojar al “perro”, es decir, a las comunidades andinas y selváticas, de sus tierras. Enseguida, lanzó un aluvión de decretos legislativos, lesivos en su mayoría a la Constitución y violadores de los límites que el Congreso le había fijado. Como para exhibir la entraña de esos decretos, todos fueron instrumento confeso para la aplicación del TLC con Estados Unidos. Esos decretos y ese tratado no fueron aprobados por todos los peruanos, aunque sí van a arruinar a todos, en especial a los agricultores, a los industriales y a los que necesiten comprar medicinas. La estrategia oficial es conocida. Empieza por negarse a dialogar, prosigue con maniobras dilatorias y promesas livianas. Cuando el pueblo se irrita, entonces se le amenaza y se le dispara. Imprevisión, autoritarismo y violencia: ése es el itinerario del oficialismo. Felizmente, gracias a mediación de la Defensoría del Pueblo, la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva (Aidesep) ha silenciado los tambores de guerra (la preparación de la insurgencia) y se remite al diálogo. El diálogo servirá a todos los peruanos si conduce a la derogación de los decretos antiamazónicos y antiperuanos. |