Multitudinaria manifestación en Lima y el gobierno sigue de espaldas a los nativos La capital puso en seria duda el membrete de ser considerada bastión del presidente Alan García por haber contribuido decisivamente a su triunfo electoral al darle ayer la espalda. Decenas de miles de manifestantes marcharon por el centro de Lima, en una de las mayores movilizaciones de los últimos años, para expresar su rechazo a la intención gubernamental de vender la selva, mediante cuestionados decretos legislativos y sin considerar que se trata de territorios que pertenecen por milenios a las comunidades originarias. La marcha desmintió también la campaña gubernamental que pretendía que la protesta propiciaría más violencia, pues fue pacífica y ordenada, hasta que la policía la reprimió con gases lacrimógenos para impedirle que llegue al Palacio de Gobierno o al Congreso, lo que desató la reacción de los siempre vehementes estudiantes, que respondieron con piedras. A los gritos de “la selva no se vende, la selva se defiende”, jóvenes, mujeres, ancianos, gente que llegó de todos los puntos de la capital, se desplazaron desde la plaza 2 de Mayo hasta la avenida Abancay, recibiendo a su paso por la Colmena, la plaza “San Martín” y el Parque Universitario adhesiones y hasta aplausos de los transeúntes. Miles y miles En la marcha podía apreciarse organizaciones de las más variopintas; desde los clásicos partidos de izquierda, pasando por grupos de nativos vestidos a la usanza tradicional de sus pueblos, estudiantes universitarios, obreros de construcción civil, hasta grupos religiosos, entre los que destacaban monjas que entonaban canciones católicas, y conocidas figuras del arte y la cultura, como Magaly Solier. Si bien las principales arengas eran frases fuertes contra el presidente García, otra consigna que retumbó en las calles fue la de “Pizango amigo, el pueblo está contigo”. Era una forma de manifestar el apoyo del pueblo al liderazgo del presidente de Aidesep frente a la campaña gubernamental en su contra. También los policías “Consideramos que este conflicto social de desprecio a la vida y a las comunidades étnicas que acabó en un baño de sangre, es de responsabilidad de la administración del gobierno por su intolerancia y autoritarismo, porque bajo el supuesto de restablecer el principio de autoridad, decidieron utilizar como carne de cañón a policías inexpertos, como si los problemas sociales y económicos seculares que sufren los peruanos humildes, pudieran solucionarse mediante la represión”, expresó el presidente de la organización policial, Óscar Pedraza. Precisamente cuando los manifestantes desfilaban junto a los fuertes contingentes de uniformados apostados a lo largo de las calles se escuchó fuertemente “el pueblo uniformado también es explotado”. Entre los grupos más fuertes de manifestantes se encontraban los estudiantes de las universidades Católica, Ingeniería y Ruiz de Montoya, así como obreros de construcción civil y profesores del Sutep y del Conare. Entre ellos destacaba la maestra discapacitada Inés Valdivia y la profesora Doris Caqui, cuyo esposo, el dirigente minero y campesino de Cerro de Pasco, Teófilo Rímac Capcha, fue desaparecido durante el primer gobierno de García Pérez. “Lo que hizo con mi compañero ahora lo quiere aplicar contra los indígenas, esa es su política” señaló Doris. Piden sensatez Heridos y detenidos Hasta el cierre de esta edición, Castro permanecía en el Policlínico de Emergencias Grau, esperando su turno en el quirófano para ser operado, pues la bomba le fracturó el lado izquierdo de la cara, desfi- gurándosela. Los médicos le sacaron una tomografía y el resultado no fue muy auspicioso, sus compañeros del Partido Socialista permanecieron durante toda la noche esperando noticias de la intervención quirúrgica. Otros manifestantes que resultaron con heridas leves también fueron atendidos en ese nosocomio y dados de alta rápidamente. Volvemos a la época del caucho “Vino poca gente para la magnitud de esta crisis, este tipo (García) debe ir a la cárcel, lo que se ha hecho en la selva es imposible, me recordó la época del caucho”, manifestó Daniel F. “Están entrando a la selva a matar gente, es un crimen étnico”, concluyó. A su vez, Ráez dijo: “Quiero resaltar que esta es una lucha constitucional, esas leyes son totalmente mafiosas, hechas para que este gobierno siga haciendo faenones petroleros”. “Han visto a los nativos desnudos y pensaron que sería fácil robarles, pero ellos no van a dejarse y el Perú tampoco los dejará solos”, agregó. |