Espiritualidad e Identidad

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En el mundo originario, principalmente andino, temas como la espiritualidad, la identidad, la moral, la ética, la disciplina, el sentimiento y la sabiduría ancestral, son el fundamento purificador y armonizador de todos los procesos, es por ello que en la era del Pachakuti Amáwtico, la práctica de la espiritualidad como eje, guía e inspiración se torna vital e imprescindible.

Espiritualidad andinaAncestralmente esta práctica no se basaba en la adoración de ídolos o a seres supremos invisibles, más bien estaban relacionadas con las energías cósmicas y telúricas representadas en las Wak’as, Uywiris, Achachilas, Apachetas, etc., y materializadas en ceremonias oficiadas por los guías espirituales, amawtas, sacerdotes y sacerdotisas originario(a)s de la comunidad.

Dentro esta práctica cotidiana de la espiritualidad, en nuestras comunidades originarias, era pues motivo de gran vergüenza el incurrir en malas acciones que dañan la moral y la honra de sus habitantes y de la comunidad entera, la disciplina, la puntualidad, la limpieza y el respeto estaba normada en base a los principios morales del Ama Llulla, Ama Suwa, Ama Qhilla, Ama Llunk’u, etc.

Sin pretender decir que nuestras comunidades eran perfectas, siempre hemos amado la vida, siempre tuvimos el corazón abierto para todos y teníamos siempre nuestros brazos abiertos para propios y extraños a lo largo de la vida.

Sin embargo, de esta bondad y humildad se aprovecharon los forasteros, que nos despojaron de nuestra casa, nos expulsaron y nos abandonaron a la intemperie, se apropiaron de nuestras tierras y nuestro territorio, destruyeron nuestro poder político, nuestra cultura, identidad y espiritualidad, los lugares sagrados fueron cambiados de nombre o simplemente los destruyeron y sobre sus escombros construyeron iglesias o capillas y en ellos llenaron santos y vírgenes.

Pero ha quedado nuestra sabiduría encarnada en la energía de las Wak’as que han sobrevivido al holocausto desarrollado por la santa inquisición durante la colonia, y que al presente, está comenzando a reconstituirse en su forma de ser y estar para devolverlo la fe y la esperanza de continuar la vida en armonía en el tiempo y espacio.

Para la evangelización, durante la Colonia, los curas aprendían a leer y escribir en nuestros idiomas para adoctrinarnos en el cristianismo, y mediante la religión lograron convertirnos en cristianos, católicos, luego, catequistas, testigos de Jehová, anglicanos, jesuitas, pentecostales, mormones, bahais, etc., en contra nuestra voluntad, contra nuestra dignidad, identidad y derechos fundamentales.

Luego en la época republicana todo esto se institucionalizó y constitucionalizó, haciendo del catolicismo la religión oficial para profesarla durante toda nuestra vida, hasta el día de nuestra muerte, penado por ley para los infractores, había que saludar obligatoriamente con un “Ave María Purísima” y responder con un “Sin Pecado Concebida”, teníamos que aprender de memoria, desde niños, las oraciones y rezos de los catecismos, había que decirle “Padrecito” al sujeto de sotana y cuello blanco, y “Madrecita” o “Hermanita” a las monjas de hábito, había que pasar fiesta porque el santo o la virgen castiga, nos decían y aún hoy, nos siguen presionando con esto en la mayoría de nuestras comunidades, hasta se declararon feriados por estos motivos, caso Semana Santa, Corpus Cristi, Navidad, San Juan, etc.

Los instrumentos e instancias de asimilación y conversión al evangelio y al catolicismo fueron también legalizados, tales como el bautismo, las confirmaciones, la misa de salud, la primera comunión, el matrimonio por religión, la misa a los difuntos y santos-vírgenes, etc., y cada uno de estos oficios religiosos se los celebra hasta nuestros días a cambio de un diezmo o contribución monetaria obligatoria de acuerdo a tarifa establecida por y para la iglesia.

Pero lo grave de esto es que la Iglesia, en nombre de Dios, no pague impuesto alguno al Estado por estos jugosos ingresos que obtiene del pueblo, no rinde cuentas económicas a nadie, luego los tata curas de sotana se corrompen, roban, violan, mienten, cometen adulterio, y nadie se atreve a denunciarlos.

Pero además, si no cumplimos con todos estos mandatos de la iglesia, nos acusan de ser herejes, brujos, moros, o simplemente diablos, hasta amenazarnos con la excomulgación como castigo a nuestra infidelidad con la iglesia, etc.

En la Biblia, los colonizadores trajeron desde occidente todo su arsenal ideológico-religioso para proceder a la ocupación del alma de los originarios inculcándonos de modo vertical los valores cristianos y los del evangelio, tratando de convencernos de que el mundo está gobernado por un solo Dios y una sola religión monoteísta.

Posteriormente aparecieron como tentáculos diferentes tendencias o sectas, las que nos han presentado a sus respectivos profetas y salvadores de la humanidad, pero una salvación en la vida celestial y no en la vida terrenal.

Según ellos, en la tierra solo teníamos que orar, rezar, perdonar, asistir a misa, bautizar a nuestros hijos de muy niños aunque ellos no sepan lo que es eso, escuchar y cumplir ciegamente la palabra de los escogidos de Dios, curas, misioneros, catequistas, pastores y predicadores, y esperar la muerte que nos llevaría al paraíso si nos comíamos la Biblia o al infierno si no era así.
Extendieron su tarea “evangelizadora” por casi todos los rincones de nuestros territorios, dividiéndonos, domesticándonos, confundiéndonos y haciéndonos sumisos.

Pero no pasaron más que cuatro siglos para que nuestros pueblos originarios empezaran a darse cuenta de que la colonización más devastadora era aquella que minaba nuestro espíritu, que cercenaba nuestro interior, nuestras creencias y nuestras almas, pues ya habíamos sentido profundamente los golpes asestados a nuestra identidad espiritual producto de las atrocidades cometidas por la Iglesia y las sectas religiosas.

Entonces éstas, en todas sus versiones, se escandalizaron y buscaron la mejor manera de impedir la inevitable emancipación espiritual originaria. Así, se ha procurado un riguroso proceso de colonización espiritual en las naciones originarias, sin embargo, los pueblos originarios fuimos manteniendo, retomando y reforzando nuestros, mitos, creencias y profecías, principalmente durante el último siglo, se produjo un inusitado despertar de nuestros pueblos levantando nuestra voz cuestionadora a la imposición religiosa.

A partir de ahí, y más aún, durante los últimos tiempos, al ver la imposibilidad de hacer desaparecer nuestros rituales y ceremonias ancestrales, estas instituciones religiosas han tratado de revertir la torta empezando a aceptar nuestras prácticas espirituales, que en los tiempos de la Santa Inquisición ellos denominaban herejías y barbarismos, propalando inclusive la idea de que los “indios” no teníamos alma.

La teoría del buen pastor, fue un lema esencial de sometimiento que la iglesia y las sectas promovían para hacer de la población originaria una masa sumisa y obediente a los dictados de la Santa Iglesia, en donde los pastores siempre fueron los tata curas (q’aras) y el pasteado, o sea el cordero, el indio.

El Papa Juan Pablo II, a fines del siglo pasado, ha pedido perdón a los pueblos originarios por la forma de cómo sus antepasados de Orden han procedido a la imposición de sus doctrinas.

Se ha estado constantemente haciendo referencia a nuestra espiritualidad ancestral adulando su valor y su sentido, pero que ella tendría su esencia en el mismo Dios que supuestamente es de todos, tal cual lo diría la Biblia.

De ahí que aceptaron y promovieron la celebración de nuestros rituales en forma paralela a los suyos. A este proceso ellos, principalmente la Iglesia Católica, lo han llamado sincretismo religioso, tratando de auto convencerse y convencernos de que es posible la práctica simultánea de dos o más religiones o creencias.

En la memoria de nuestros abuelos aún quedaron algunos recuerdos que se han ido transmitiendo de generación en generación y que de modo instintivo, aún se vienen practicando.

Entre estas prácticas quedan por ejemplo aquella piedra de mediano tamaño que a cada año, cada uno de nosotros llevamos a la cima de nuestras montañas para luego venerarlas quién sabe por qué razones. Habitualmente juntamos estas piedras al lado de las capillas blancas de cruz occidental.

Dicen nuestros abuelos que esa práctica resiste a la destrucción de nuestros sagrados templos de piedra que en tiempos milenarios fueron nuestros centros ceremoniales y que cuando la Cruz y la Biblia llegaron junto a los colonizadores, hicieron destruir por la fuerza con nuestros propios antepasados, y que por eso se cree que las piedras que llevamos cada año, es para no olvidar, sino para recordar que un día volveremos a reconstruir con ellas nuestros templos y centros ceremoniales.

Las religiones, concretamente la Iglesia Católica, pese al pedido de perdón por parte del denominado Santo Padre, no han dejado de continuar evangelizando, esta vez en una indisimulable complicidad con el sistema de dominación capitalista y los Estados nacionales que, apoyados de millonarias inversiones en todo el planeta y el saqueo indiscriminado mediante el diezmo, hicieron de ella la Religión Oficial, para continuar imponiéndonos su política de adoctrinamiento y conversión al evangelio.

Hoy, la práctica de nuestra espiritualidad ancestral aún está oculta y clandestina, pero en proceso inevitable de rebrote y rescate de nuestros valores morales y espirituales que hacen parte de nuestra identidad cultural.

Es la práctica de la espiritualidad (no la religión), un elemento fundamental en la vida cotidiana de nuestros pueblos. Con elementos como el territorio, el aire, el agua y el fuego, así como la lengua, la música, la danza, el sistema de organización comunal, económico, político, cultural, etc., hemos convivido en equilibrio y armonía durante milenios, pero con la invasión, la colonia y la república siempre estuvimos en conflicto, fuimos despojados de todo, y a cambio de ello fuimos sometidos al genocidio, al etnocidio y a un secular proceso de asimilación, del que ahora con la fuerza incontenible del Pachakuti Amáwtico estamos proponiéndonos salir.

Se dice que quién pretende imponer por la fuerza termina cayendo por su propio peso, creemos que la caída ya está en marcha, la decadencia de la Iglesia Católica en nuestras comunidades es evidente. Estamos efectivamente en camino del Pachakuti Amáwtico.

V o l v e r