Con la wiphala, su “símbolo extranjero” Antonio Quiroga: La Epoca Aprovechando cualquier ocasión para demostrar que los pueblos originarios que habitan el territorio boliviano son en realidad “extranjeros” protagonistas de un “colonialismo interno”, él nos muestra las particulares lecturas que se pueden hacer de la Historia, vista de cabeza. Luego de que el Gobierno del presidente Evo Morales decretará el reconocimiento de la Wiphala como símbolo de la plurinacionalidad de Bolivia, varias voces se alzaron en reclamo de ese atentado contra el legado colonial que convierte a los habitantes de piel cobriza de este país en extranjeros de su propia tierra y de cuanta tierra exista. La wiphala es, para Núñez, “un símbolo extranjero de grupos con los cuales no estamos de acuerdo ni compartimos su forma de vivir”. Aseveración hecha para aclarar el rechazo que tendrá el Decreto gubernamental en las tierras del oriente boliviano, donde la oposición política a Evo Morales se encuentra profundamente arraigada. La wiphala es, en realidad, la bandera del Collasuyo y los aymaras, pueblo que habitó casi la totalidad de la parte andina de Latinoamérica antes de que la invasión europea tuviera lugar allá por 1492. Actualmente la wiphala es el emblema (su verdadera traducción al castellano) para todos los movimientos indígenas del mundo que ratifican así su dignidad ante la exclusión racial que persiste en estos tiempos. Sin embargo, las revelaciones difundidas por el presidente cívico tienen su carga de verdad. Los indígenas fueron extranjeros, en efecto, aún luego de la independencia del yugo español. Los indígenas siguieron siendo explotados luego de la fundación de la Republica boliviana con el obligatorio “tributo indigenal” que debían pagar al nuevo Estado que los excluía, sin más, obligándolos a vivir de en comunidades donde su presencia era nula. Y la ausencia del Estado obligó a estos pueblos a recordar sus viejas formas de administrar la justicia, los recursos y la vida, formas que afortunadamente aún existen y enseñan bastante. Es recién con la llegada del presidente Evo Morales cuando todos estos pueblos no blancos son reconocidos como naciones, para así poder incluirlos en el Estado boliviano. No etnias ni culturas, sino naciones, con su propia lengua, costumbres y cosmovisión, como parte de Bolivia. Algunos sienten derrota, otros dignidad Así lo deja ver en su publicación titulada “La wiphala y los deseos vicepresidenciales”. Para Salinas, cuyo artículo puede ser leído en la sección de columnistas del 9/08/2009, el reconocimiento del nuevo emblema puede interpretarse de la siguiente manera. “ Cuando se gana una batalla, lo primero que hace el vencedor es incrustar la bandera que lo identifica como señal de victoria.”, se lee en www.lostiempos.com. “El gobierno necesitaba antes del 6 de agosto hacer saber que la bandera que flamea como vencedora es la del mundo indígena”, señala el columnista para luego hacer otra revelación. “La wiphala no tiene historia porque quienes la adoptaron lo hicieron de la más fina tradición europea”, escribió. El reconocimiento de la wiphala es una victoria para los pueblos, eso se sabe. Pero algunos sienten esto como una derrota. ¿Derrota de quienes? Talvez el reconocimiento de la dignidad de los llamados “indios de mierda”, como los llamaba el comentarista Jorge Melgar Quete, duela a algunos. La wiphala no reemplazará a la tricolor pues esa es la bandera de Bolivia, pero a algunos ofende que el símbolo indígena pueda estar a su lado izquierdo, a pesar de que los indígenas son los primeros habitantes de estas tierras y los soldados omitidos de la independencia, de la revolución de 1952, los que recuperaron el agua de las transnacionales en 2000. Los extranjeros Núñez afirmó que estos pueblos son parte de un “colonialismo interno”, durante una marcha “Por la dignidad y justicia para todos”, realizada en Santa Cruz hace casi dos semanas. Su denuncia nacía a raíz de los asentamientos de campesinos sin tierra en el departamento de Pando, donde kilómetros de hectáreas se extienden a la vista sin cultivar, antes propiedad de hacendados latifundistas, ahora expropiados por no cumplir una función económica social y en espera de ello. Pero su denuncia se hacia en medio de una marcha “Por la dignidad y justicia para todos”. ¿Los campesinos no son parte “todos”? “Nosotros tenemos dos símbolos que respetamos y nos enorgullece que son la bandera cruceña y la nacional, otra insignia no la vamos a reconocer”, advirtió Núñez, reiterando que “Cualquier otro símbolo que pretenda imponer el Gobierno está en contra de nuestros valores y costumbres”. Entones, para Núñez la Wiphala es un símbolo extranjero (a pesar de que estuvo acá antes que el idioma castellano) y los campesinos indígenas que ocupan tierras para trabajarlas y producir alimentos son parte de un “colonialismo interno”. Bueno, entonces es necesario definir quien es realmente extranjero. Hay quien decía que no se podía pensar en la nación boliviana sin pensar en el indio, que era nacional por representar los verdaderos intereses de la nación. No por esto se afirma que los habitantes de piel blanca no son también nación, pues también lo son. Pero entonces, ¿Quiénes son los extranjeros? ¿Quiénes son la anti Nación? Son aquellos que vayan contra los intereses de la nación, aquellos que venden los recursos naturales como en subasta y que someten al Estado boliviano ante intereses extranjeros. Aquellos para quienes su verdadera bandera es de color verde con un satisfecho George Washington en el medio. |